miércoles, 3 de diciembre de 2025

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 4 DE DICIEMBRE DE 2025

 



Mt 7,21.24-27: El que hace la voluntad del Padre entrará en el reino de los cielos.


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.

El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».


Reflexión


Jesús, el que viene, viene precisamente a eso, a cumplir la voluntad del Padre. No viene a contentar a un bando o el otro, sino sólo a cumplirla y ello significa que Él está plenamente disponible al Padre.


Por eso no se derrumba su casa a pesar de encontrar oposición. Porque en el momento de la muerte, siguió siendo fiel y siguió encontrando la fuerza en el Padre. A Él le reza continuamente y en Él confía plenamente. 


¿Y nosotros confiamos plenamente, intentamos hacer la voluntad del Padre?

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO III DE ADVIENTO. CICLO A

                                              

                                           
            


HOJA PARROQUIAL

13 y 14 de Diciembre de 2025

Domingo III de Adviento. Ciclo A







ENLACE A TODOS LOS PORTALES DE LA PARROQUIA


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana
















“¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?


LECTURAS

 



Primera lectura del libro de Isaías 35, 1-6a. 10


El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrará la estepa y florecerá, germinará y florecerá como flor de narciso, festejará con gozo y cantos de júbilo.

Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón.

Contemplarán la gloria del Señor, la majestad de nuestro Dios.

Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes; decid a los inquietos: «Sed fuertes, no temáis.

He aquí vuestro Dios! Llega el desquite, la retribución de Dios.

Viene en persona y os salvará».

Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán; entonces saltará el cojo como un ciervo.

Retornan los rescatados del Señor.

Llegarán a Sión con cantos de júbilo: alegría sin límite en sus rostros.

Los dominan el gozo y la alegría.

Quedan atrás la pena y la aflicción.


Salmo 145, 6c-7. 8-9a. 9bc-10 R/. Ven, Señor, a salvarnos


El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R/.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.


Segunda lectura de la carta del apóstol Santiago 5, 7-10


Hermanos: esperad con paciencia hasta la venida del Señor.

Mirad: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía.

Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca.

Hermanos, no os quejéis los unos de los otros, para que no seáis condenados; mirad: el juez está ya a las puertas.

Hermanos, tomad como modelo de resistencia y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.


Evangelio según san Mateo 11, 2-11


En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle:
«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».

Jesús les respondió:
«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».

Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?

Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”.

En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».




Los textos son cogidos de la página de 







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A finales de octubre, ya empezaron a instalar en las calles la decoración navideña. Resultaba totalmente anacrónico, porque con una temperatura superior durante el día a los 25 grados, para nada había ‘ambiente navideño’. Lo mismo en bazares, grandes superficies y supermercados, en cuanto pasó la celebración de Todos los Santos se pusieron a la venta los adornos y dulces típicos de la Navidad. No sólo en lo referente a la Navidad, sino en muchos otros ámbitos, lo queremos todo ‘ya’, nos hemos vuelto muy impacientes, y hemos perdido el sentido de la espera, el gusto de vivir la anticipación, la preparación para disfrutar más lo esperado.


juzgar


El Papa Francisco, en la Bula de convocación del Jubileo ‘Peregrinos de esperanza’, nos invitaba a «desarrollar una virtud estrechamente relacionada con la esperanza: la paciencia. Estamos acostumbrados a quererlo todo y de inmediato, en un mundo donde la prisa se ha convertido en una constante. Ya no se tiene tiempo para encontrarse, y a menudo incluso en las familias se vuelve difícil reunirse y conversar con tranquilidad. La paciencia ha sido relegada por la prisa, ocasionando un daño grave a las personas. Asimismo, en la era del internet, donde el espacio y el tiempo son suplantados por el ‘aquí y ahora’, la paciencia resulta extraña». (4)


Este tercer domingo de Adviento, tiempo de preparación a la Navidad, tiempo de espera y esperanza, nos hace una llamada a la paciencia, como recomendaba san Pablo en la 2ª lectura: “Esperad con paciencia hasta la venida del Señor. Mirad: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía. Esperad con paciencia también vosotros… porque la venida del Señor está cerca”. Lo que es de verdad la Navidad, lo que nosotros esperamos, está cerca y llegará, no hace falta apresurarlo ni adelantarlo. El Adviento es la ocasión de sentirnos como ese labrador y aguardar con agradecimiento la llegada de ese ‘fruto precioso’ que es el Hijo de Dios hecho hombre, que se hace presente por nosotros y por nuestra salvación. Nos vemos envueltos en la prisa por adelantar la Navidad, por empezarla ‘ya’, aunque sólo en sus aspectos externos y menos importantes; por eso, nos corresponde a nosotros no dejarnos arrastrar por esa corriente.


Por eso, no sólo ‘aguardamos’ pasivamente, sino que nos preparamos. El Adviento es el tiempo para profundizar con paciencia en el contenido de nuestra esperanza.


Podemos refrescar en nosotros la promesa de Dios que hemos escuchado en la 1ª lectura: “El desierto y el yermo se regocijarán… se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán, saltará el cojo como un ciervo…” actualizando estas imágenes a nuestro ‘hoy’, a nuestra realidad personal, familiar, social… para ver en qué medida esa promesa de Dios influye o no en nuestra vida cotidiana. 


También, en nuestra oración, podemos hacer al Señor la pregunta de los discípulos de Juan: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”, pensando si de verdad estamos esperando a Jesús, o bien en estos días son otras personas, actividades o intereses lo que estamos esperando de verdad, lo que ocupa la mayor parte de nuestro pensamiento, atención y tiempo.


Y también podemos aplicarnos la respuesta que da el Señor: “Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!” De nuevo, traduzcamos estas imágenes a nuestra realidad: ¿Estoy ‘viendo y oyendo’ signos de la presencia de Dios entre nosotros, en mi vida, en la sociedad? ¿Sé descubrir la acción de Dios en medio de tantas situaciones difíciles propias o ajenas o ‘me escandalizo’ porque pienso que no está haciendo nada?


actuar




La 1ª lectura nos pedía: “Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes…” Y san Pablo también nos recomendaba: “Fortaleced vuestros corazones”. Aún queda tiempo de Adviento aprovechémoslo para ‘fortalecernos’, sin prisas, cuidando la oración, la participación en la Eucaristía, la formación…


Hagamos nuestra la llamada del Papa Francisco: «Redescubrir la paciencia hace mucho bien a uno mismo y a los demás. La paciencia, que también es fruto del Espíritu Santo, mantiene viva la esperanza y la consolida como virtud y estilo de vida. Por lo tanto, aprendamos a pedir con frecuencia la gracia de la paciencia, que es hija de la esperanza y al mismo tiempo la sostiene». (4) Ojalá que uno de los frutos del Jubileo sea éste: no seamos impacientes. “El Señor está cerca”, preparemos bien su venida como verdaderos ‘Peregrinos de esperanza’.









DOCUMENTO FINAL

POR UNA IGLESIA SINODAL:

COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN







137. Entre los frutos más significativos del Sínodo 2021-2024 está la intensidad del impulso ecuménico. La necesidad de encontrar “una forma de ejercicio del primado que [...] se abra a una situación nueva” (UUS 95) es un desafío fundamental tanto para una Iglesia sinodal misionera como para la unidad de los cristianos. El Sínodo acoge con satisfacción la reciente publicación del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos El Obispo de Roma. Primado y sinodalidad en los diálogos ecuménicos y en las respuestas a la encíclica Ut unum sint, que ofrece perspectivas para una ulterior profundización. El documento muestra que la promoción de la unidad de los cristianos es un aspecto esencial del ministerio del Obispo de Roma y que el camino ecuménico ha favorecido una comprensión más profunda del mismo. Las propuestas concretas que contiene sobre una relectura o un comentario oficial de las definiciones dogmáticas del Concilio Vaticano I sobre el primado, una distinción más clara entre las distintas responsabilidades del Papa, la promoción de la sinodalidad y la búsqueda de un modelo de unidad basado en una eclesiología de comunión, ofrecen perspectivas prometedoras para el camino ecuménico. La Asamblea sinodal espera que este documento sirva de base para ulteriores reflexiones con los otros cristianos, “por supuesto juntos”, sobre el ejercicio del ministerio de unidad del Obispo de Roma como “servicio de amor reconocido por unos y otros” (UUS 95).


138. La riqueza que representa la participación de Delegados fraternos de otras Iglesias y Comuniones cristianas en la Asamblea sinodal nos invita a prestar más atención a las prácticas sinodales de nuestros interlocutores ecuménicos, tanto de Oriente como de Occidente. El diálogo ecuménico es fundamental para desarrollar una comprensión de la sinodalidad y de la unidad de la Iglesia. Nos empuja a imaginar prácticas sinodales auténticamente ecuménicas, incluso hasta formas de consulta y discernimiento sobre cuestiones urgentes de interés común, como podría ser la celebración de un sínodo ecuménico sobre la evangelización. También nos invita a rendir cuentas recíprocamente de lo que somos, lo que hacemos y lo que enseñamos. En la raíz de esta posibilidad está el hecho de que estamos unidos en el único Bautismo, del que brota la identidad del Pueblo de Dios y el dinamismo de la comunión, la participación y la misión.


139. El 2025, Año del Jubileo, es también el aniversario del primer Concilio Ecuménico, en el que se formuló, de manera sinodal, el símbolo de la fe que une a todos los cristianos. La preparación y conmemoración conjunta del 1700 aniversario del Concilio de Nicea debería ser una ocasión para profundizar y confesar juntos la fe cristológica y poner en práctica formas de sinodalidad entre los cristianos de todas las tradiciones. Será también una ocasión para promover iniciativas audaces en favor de una fecha común de pascua, de modo que podamos celebrar la resurrección del Señor el mismo día, como providencialmente sucederá en 2025, y dar así mayor fuerza misionera al anuncio de Aquel que es la vida y la salvación del mundo entero.

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO II DE ADVIENTO. CICLO A

                                             

                                           
            


HOJA PARROQUIAL

7 y 80 de Diciembre de 2025

Domingo II de Adviento. Ciclo A







ENLACE A TODOS LOS PORTALES DE LA PARROQUIA


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana


























“Conviértanse, porque está cerca el Reino de los cielos


LECTURAS

 



Primera lectura del libro de Isaías 11, 1-10


En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago.

Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor. Lo inspirará el temor del Señor.

No juzgará por apariencias ni sentenciará de oídas; juzgará a los pobres con justicia, sentenciará con rectitud a los sencillos de la tierra; pero golpeará al violento con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.

La justicia será ceñidor de su cintura, y la lealtad, cinturón de sus caderas.

Habitará el lobo con el cordero, el leopardo se tumbará con el cabrito, el ternero y el león pacerán juntos: un muchacho será su pastor.

La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león como el buey, comerá paja.

El niño de pecho retoza junto al escondrijo de la serpiente, y el recién destetado extiende la mano hacia la madriguera del áspid.

Nadie causará daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país del conocimiento del Señor, como las aguas colman el mar.

Aquel día, la raíz de Jesé será elevada como enseña de los pueblos: se volverán hacia ella las naciones y será gloriosa su morada.


Salmo 71,1-2.7-8.12-13.17 R/. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente


Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

Que su nombre sea eterno
y su fama dure como el sol:
él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.


Segunda lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 15, 4-9


Hermanos:

Todo lo que se escribió en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, a fin de que a través de nuestra paciencia y del consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza.

Que el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener entre vosotros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús, de este modo, unánimes, a una voz, glorificaréis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Por eso, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios. Es decir, Cristo se hizo servidor de la circuncisión en atención a la fidelidad de Dios, para llevar a cumplimiento las promesas hechas a los patriarcas y, en cuanto a los gentiles, para que glorifiquen a Dios por su misericordia; como está escrito:
«Por esto te alabaré entre los gentiles y cantaré para tu nombre».


Evangelio según san Mateo 3, 1-12


Por aquellos días, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando:
«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».

Este es el que anunció el Profeta Isaías diciendo: «Voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”».

Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.

Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:
«¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?

Dad el fruto que pide la conversión.

Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a Abrahán”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras.

Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego.

Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias.

Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.

Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».




Los textos son cogidos de la página de 







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El mito griego de Pandora nos cuenta que Zeus le entregó una caja, con instrucciones de no abrirla, pero Pandora, por curiosidad, la abrió. La caja contenía todos los males para la humanidad (enfermedad, tristeza…) que se esparcieron por el mundo. Pandora cerró rápidamente la caja y en ella sólo quedó la esperanza, que estaba al fondo, para que las personas pudieran sobrellevar esas desgracias. De este mito surgió la frase: ‘La esperanza es lo último que se pierde’.




juzgar


Para la mayoría de la gente, la Navidad se reduce a esos elementos visibles, a los adornos, regalos, comidas y cenas, reuniones familiares… sin ninguna referencia a la fe cristiana, que es el origen de la Navidad. Estos elementos son como cáscaras vacías y por eso no es de extrañar que mucha gente sufra durante estos días, porque los males de la caja de Pandora están muy presentes en sus vidas, y en el mundo, y en su ‘caja de la Navidad’ no hay rastro de esperanza, porque no está Dios. 

Este segundo domingo de Adviento nos hace una llamada a que, al abrir nuestra ‘caja de la Navidad’, no olvidemos buscar en ella la esperanza. La 1ª lectura nos ha ofrecido la visión de Isaías que se producirá “en aquel día”, en el que desaparecerá el dolor y sufrimiento y que traerá la deseada paz y justicia; pero ese futuro de felicidad viene gracias a ese “vástago” sobre el que “se posará el espíritu del Señor”, y que es Jesús, el verdadero Mesías de Dios. 

En el Evangelio también hemos escuchado la llamada a la esperanza que hace Juan el Bautista: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos…”. Y Juan el Bautista deja claro que esa esperanza no es un mero sentimiento, sino una Persona: “El que viene detrás de mí es más fuerte que yo… Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego…”. 

El Jubileo de la Esperanza ha entrado en su etapa final, pero lo que significa no termina, siempre hemos de ser ‘Peregrinos de Esperanza’, como indica su lema. Por eso, hemos de seguir teniendo presente, particularmente en estos días de Adviento, lo que se nos dice en la Bula de convocación: 

«Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad». (1) 

Puesto que, siguiendo con el ejemplo del mito griego, los males que liberó Pandora siguen afectándonos negativamente, el Adviento es una llamada a sacar la esperanza de nuestra ‘caja de la Navidad’. Una esperanza que no es sentimentalismo, ni un deseo indefinido de felicidad, como nos repetimos en estas fechas, ni una confianza ilusoria en que ‘todo irá bien’. La esperanza que contiene nuestra ‘caja de la Navidad’ es la que anunció Juan el Bautista: Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, que anunció el Evangelio, murió en la Cruz y Resucitó, y que nos bautiza con Espíritu Santo. Y «la esperanza se renueva siempre y se hace inquebrantable por la acción del Espíritu Santo. El Espíritu Santo, con su presencia perenne en el camino de la Iglesia, es quien irradia en los creyentes la luz de la esperanza. Él la mantiene encendida como una llama que nunca se apaga, para dar apoyo y vigor a nuestra vida». (3)



actuar




«La vida cristiana es un camino, que necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús». (5) Y uno de esos momentos fuertes es la Navidad; por eso necesitamos prepararla bien, con esperanza, durante el Adviento. 

Los males liberados de la caja de Pandora siempre van a estar presentes en nuestro mundo y en las personas; por eso nosotros necesitamos liberar la esperanza de nuestra ‘caja de la Navidad’. Que todos los elementos externos nos ayuden a tener bien presente a Quien da sentido a estas fiestas: el Hijo de Dios hecho hombre, que nace entre nosotros. Que el Espíritu Santo nos haga vivir el tiempo de Adviento como lo que es: un tiempo de espera y un tiempo de esperanza, para «que el testimonio creyente pueda ser en el mundo levadura de genuina esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva donde habite la justicia y la concordia entre los pueblos». (25)









DOCUMENTO FINAL

POR UNA IGLESIA SINODAL:

COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN



135. La Constitución Apostólica Praedicate Evangelium ha configurado el servicio de la Curia Romana en sentido sinodal y misionero, insistiendo en que “no se sitúa entre el Papa y los Obispos, sino que se pone al servicio de ambos en la forma que conviene a la naturaleza de cada uno” (PE I.8). Su aplicación debe promover una mayor colaboración entre los Dicasterios y favorecer la escucha de las Iglesias locales. Antes de publicar documentos normativos importantes, se exhorta a los Dicasterios a iniciar una consulta con las Conferencias Episcopales y con los organismos correspondientes de las Iglesias católicas orientales. En la lógica de la transparencia y de la rendición de cuentas, esbozada con anterioridad, podrían preverse formas de evaluación periódica del trabajo de la Curia. Dicha evaluación, en una perspectiva sinodal misionera, podría concernir también a los Representantes Pontificios. Las Visitas ad limina Apostolorum son el momento culminante de las relaciones de los Pastores de las Iglesias locales con el Obispo de Roma y sus más estrechos colaboradores de la Curia Romana. Muchos Obispos desearían que se revisara la forma en que se realizan, para que sean cada vez más ocasiones de intercambio abierto y de escucha recíproca. Es importante para el bien de la Iglesia favorecer el conocimiento mutuo y los lazos de comunión entre los miembros del Colegio cardenalicio, teniendo en cuenta también su diversidad de origen y de cultura. La sinodalidad debe inspirar su colaboración al ministerio petrino y su discernimiento colegial en los Consistorios ordinarios y extraordinarios.


136. Entre los lugares para practicar la sinodalidad y la colegialidad a nivel de la Iglesia toda, destaca ciertamente el Sínodo de los Obispos, que la Constitución apostólica Episcopalis communio ha transformado de ser un evento a un proceso eclesial. Establecido por san Pablo VI como asamblea de Obispos convocada para participar, a través del consejo, en la solicitud del Romano Pontífice por toda la Iglesia, es ahora, en forma de proceso por etapas, expresión e instrumento de la relación constitutiva entre todo el Pueblo de Dios, el Colegio de los Obispos y el Papa. En efecto, todo el santo Pueblo de Dios, los Obispos a quienes se les confía sus porciones y el Obispo de Roma, participan plenamente en el proceso sinodal, cada uno según su propia función. Esta participación se manifiesta en la Asamblea sinodal reunida en torno al Papa, que, en su composición, muestra la catolicidad de la Iglesia. En particular, como explicó el Papa Francisco, la composición de esta XVI Asamblea General Ordinaria es “más que un hecho contingente. Esta expresa una modalidad del ejercicio del ministerio episcopal coherente con la Tradición viva de la Iglesia y con la enseñanza del Concilio Vaticano II” (Discurso en la Primera Congregación General de la Segunda Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, 2 de octubre de 2024). El Sínodo de los Obispos, aun conservando su naturaleza episcopal, ha visto y podría ver en el futuro, en la participación de otros miembros del Pueblo de Dios, “la forma en que está llamado a asumir el ejercicio de la autoridad episcopal en una Iglesia consciente de ser constitutivamente relacional y por ello sinodal” (ibid.), para la misión. En la profundización de la identidad del Sínodo de los Obispos es esencial que, en el proceso sinodal y en las Asambleas, aparezca y se realice concretamente la articulación entre la implicación de todos (el Pueblo santo de Dios), el ministerio de algunos (el Colegio episcopal) y la presidencia de uno (el Sucesor de Pedro).