HOJA PARROQUIAL
5 y 6 de Febrero de 2024
Domingo V del Tiempo Ordinario. Ciclo B
“Todo el mundo te busca”
En la vida de cada día tenemos más o menos organizada nuestras jornadas y nuestra relación con el Padre Dios. Hoy en la Palabra de Dios se nos presenta como era la jornada de Jesús… Comenzaba de madrugada con la oración, en comunión con el Padre y Jesús sacaba en ese encuentro la fuerza anunciar la Buena Noticia, para sanar a los enfermos después de acogerles con afecto dialogando con ellos. Y sobre todo para mantenerse firme ante la tentación del mal y no sucumbir a un falso mesianismo.
Anunciar de balde el Evangelio es ser consciente de la inmensa tragedia humana y llegar a ella vestidos de la palabra de Dios que nos toma como somos, incluso llenos de debilidad como Job, porque “ay de mí, si no anuncio el evangelio”.
LECTURAS
Primera lectura del libro de Job 7, 1-4. 6-7
Salmo 146, 1-2. 3-4. 5-6 R. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.
Segunda lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 9, 16-19. 22-23
No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!
Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga.
Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio.
Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.
Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos.
Y todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
Evangelio según san Marcos 1, 29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.
3. Hacia una Iglesia sinodal misionera
3.3 Comunión, participación y corresponsabilidad
Repensar la participación de las mujeres
63. En diferentes formas, el problema está presente en todos los contextos culturales y se refiere a la participación y el reconocimiento tanto de las mujeres laicas como de las religiosas. La aportación de los institutos de vida consagrada afirma: «en los procesos de decisión y en el lenguaje de la Iglesia, el sexismo está muy extendido [...]. En consecuencia, las mujeres se ven excluidas de funciones importantes en la vida de la Iglesia y sufren discriminación al no recibir un salario justo por las tareas y servicios que realizan. Las religiosas suelen ser consideradas mano de obra barata. En algunas Iglesias se tiende a excluir a las mujeres y a confiar las tareas eclesiales a los diáconos permanentes; y también a infravalorar la vida consagrada sin hábito, sin tener en cuenta la igualdad fundamental y la dignidad de todos los fieles cristianos bautizados, mujeres y hombres» (USG/UISG).
64. Casi todas las síntesis plantean la cuestión de la participación plena e igualitaria de las mujeres: «el creciente reconocimiento de la importancia de las mujeres en la vida de la Iglesia abre la posibilidad de una mayor participación, aunque limitada, en las estructuras eclesiásticas y en los ámbitos de decisión» (CE Brasil). Sin embargo, no concuerdan en una respuesta única o exhaustiva a la cuestión de la vocación, la inclusión y la valoración de las mujeres en la Iglesia y en la sociedad. Muchas síntesis, tras una atenta escucha del contexto, piden que la Iglesia continúe el discernimiento sobre algunas cuestiones específicas: el papel activo de las mujeres en las estructuras de gobierno de los organismos eclesiásticos, la posibilidad de que las mujeres con una formación adecuada prediquen en los ambientes parroquiales, el diaconado femenino. Se expresan posturas mucho más diversificadas con respecto a la ordenación sacerdotal de las mujeres, que algunas síntesis reclaman, mientras que otras la consideran una cuestión cerrada.
65. Un elemento fundamental de este proceso tiene que ver con el reconocimiento de las formas en que las mujeres, especialmente las religiosas, ya están en la vanguardia de las prácticas sinodales en algunas de las situaciones sociales más difíciles a las que se enfrenta la Iglesia: «hay semillas de sinodalidad en las que se está abriendo un nuevo camino de solidaridad. Hay que asegurar un futuro de justicia racial y étnica y de paz para los hermanos y hermanas negros, morenos, asiáticos y nativos americanos (Estados Unidos); conectar profundamente con las hermanas y hermanos indígenas y nativos (América); abrir nuevas vías de presencia de las religiosas en diferentes movimientos; hacer alianza con grupos afines para abordar cuestiones sociales clave (como el cambio climático, el problema de los refugiados y los solicitantes de asilo, los sin techo), o relacionadas con países específicos» (USG/UISG). En estos contextos, las mujeres buscan ser colaboradoras y pueden ser maestras de la sinodalidad dentro de procesos eclesiales más amplios.