miércoles, 31 de enero de 2024

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

                








HOJA PARROQUIAL

5 y 6 de Febrero de 2024

Domingo V del Tiempo Ordinario. Ciclo B


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana






“Todo el mundo te busca



  

    En la vida de cada día tenemos más o menos organizada nuestras jornadas y nuestra relación con el Padre Dios. Hoy en la Palabra de Dios se nos presenta como era la jornada de Jesús… Comenzaba de madrugada con la oración, en comunión con el Padre y Jesús sacaba en ese encuentro la fuerza anunciar la Buena Noticia, para sanar a los enfermos después de acogerles con afecto dialogando con ellos. Y sobre todo para mantenerse firme ante la tentación del mal y no sucumbir a un falso mesianismo.


    Anunciar de balde el Evangelio es ser consciente de la inmensa tragedia humana y llegar a ella vestidos de la palabra de Dios que nos toma como somos, incluso llenos de debilidad como Job, porque “ay de mí, si no anuncio el evangelio”.

    

    



LECTURAS



Primera lectura del libro de Job 7, 1-4. 6-7


Job habló diciendo:
«¿No es acaso milicia la vida del hombre sobre la tierra,
y sus días como los de un jornalero?;
como el esclavo, suspira por la sombra;
como el jornalero, aguarda su salario.
Mi herencia han sido meses baldíos,
me han asignado noches de fatiga.
Al acostarme pienso: "¿Cuándo me levantaré?"
Se me hace eterna la noche
y me harto de dar vueltas hasta el alba.
Corren mis días más que la lanzadera,
se van consumiendo faltos de esperanza.
Recuerda que mi vida es un soplo,
que mis ojos no verán más la dicha».


Salmo 146, 1-2. 3-4. 5-6 R. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.


Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R/.

Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R/.

Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R/


Segunda lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 9, 16-19. 22-23


Hermanos:
El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo.

No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!

Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga.

Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio.

Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.

Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos.

Y todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes.


Evangelio según san Marcos 1, 29-39


En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés.

La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.

Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:
«Todo el mundo te busca».

Él les responde:
«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».

Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.







3. Hacia una Iglesia sinodal misionera

 

3.3 Comunión, participación y corresponsabilidad 


Repensar la participación de las mujeres 



    63. En diferentes formas, el problema está presente en todos los contextos culturales y se refiere a la participación y el reconocimiento tanto de las mujeres laicas como de las religiosas. La aportación de los institutos de vida consagrada afirma: «en los procesos de decisión y en el lenguaje de la Iglesia, el sexismo está muy extendido [...]. En consecuencia, las mujeres se ven excluidas de funciones importantes en la vida de la Iglesia y sufren discriminación al no recibir un salario justo por las tareas y servicios que realizan. Las religiosas suelen ser consideradas mano de obra barata. En algunas Iglesias se tiende a excluir a las mujeres y a confiar las tareas eclesiales a los diáconos permanentes; y también a infravalorar la vida consagrada sin hábito, sin tener en cuenta la igualdad fundamental y la dignidad de todos los fieles cristianos bautizados, mujeres y hombres» (USG/UISG). 


    64. Casi todas las síntesis plantean la cuestión de la participación plena e igualitaria de las mujeres: «el creciente reconocimiento de la importancia de las mujeres en la vida de la Iglesia abre la posibilidad de una mayor participación, aunque limitada, en las estructuras eclesiásticas y en los ámbitos de decisión» (CE Brasil). Sin embargo, no concuerdan en una respuesta única o exhaustiva a la cuestión de la vocación, la inclusión y la valoración de las mujeres en la Iglesia y en la sociedad. Muchas síntesis, tras una atenta escucha del contexto, piden que la Iglesia continúe el discernimiento sobre algunas cuestiones específicas: el papel activo de las mujeres en las estructuras de gobierno de los organismos eclesiásticos, la posibilidad de que las mujeres con una formación adecuada prediquen en los ambientes parroquiales, el diaconado femenino. Se expresan posturas mucho más diversificadas con respecto a la ordenación sacerdotal de las mujeres, que algunas síntesis reclaman, mientras que otras la consideran una cuestión cerrada. 


    65. Un elemento fundamental de este proceso tiene que ver con el reconocimiento de las formas en que las mujeres, especialmente las religiosas, ya están en la vanguardia de las prácticas sinodales en algunas de las situaciones sociales más difíciles a las que se enfrenta la Iglesia: «hay semillas de sinodalidad en las que se está abriendo un nuevo camino de solidaridad. Hay que asegurar un futuro de justicia racial y étnica y de paz para los hermanos y hermanas negros, morenos, asiáticos y nativos americanos (Estados Unidos); conectar profundamente con las hermanas y hermanos indígenas y nativos (América); abrir nuevas vías de presencia de las religiosas en diferentes movimientos; hacer alianza con grupos afines para abordar cuestiones sociales clave (como el cambio climático, el problema de los refugiados y los solicitantes de asilo, los sin techo), o relacionadas con países específicos» (USG/UISG). En estos contextos, las mujeres buscan ser colaboradoras y pueden ser maestras de la sinodalidad dentro de procesos eclesiales más amplios. 

martes, 30 de enero de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 31 DE ENERO DE 2024

 Mc 6,1-6: No desprecian a un profeta más que en su tierra.

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.

Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:

«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».

Y se escandalizaban a cuenta de él.

Les decía:

«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».

No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe.

Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.


Reflexión

Nuestra sociedad necesita de profetas.

Pocos saben hacerlo. Y nosotros por el bautismo tenemos por oficio participar del profetismo de Jesús.

Por lo general, pensamos que el profeta es el que adivina el futuro. 

Nada más lejos de la realidad.


El profeta es aquel que es libre para no estar sujeto al pensamiento dominante. En nuestra sociedad “libre”, sin embargo, se margina, se ensaña, etc, con el que piensa distinto. Jesús es un alma libre, en el sentido de que iba por un camino distinto de la corriente del momento. Y era libre a pesar de hacer la voluntad de Dios.


El profeta es aquél que sabe respetar al otro. Por lo mismo que dije más arriba. Si es libre, sabe respetar al otro, al distinto. Incluso aceptarlo. 


El profeta es aquel que sabe mirar más allá. No quedarse en el problema concreto, sino en las consecuencias que éste trae consigo. El que sabe mirar las nuevas oportunidades que se dan.


El profeta es un líder y no sólo un visionario. Sabe liderar su pueblo, conducirlo, llevarlo a lugares mejores.


El profeta es el que tiene clara una meta, un camino, aunque no sepa todos los pasos que tiene que dar.


El profeta es aquél que se deja llevar por el interior. Por sus intuiciones, sus “llamadas” y no tanto por la racionalidad. Sabe apostar por las locuras.


El profeta es aquél que no mira para sí mismo, quedar bien, tener fama, tener éxito, sino cumple una misión, es una persona entregada, apasionada por la vida y la humanidad. No le importa perder, para poder ser auténtico.


El profeta es aquél que sabe desestabilizarte de la zona de confort. El profeta es un interrogante en tu vida. 


El profeta es un enviado de Dios.

Su vida no es de él.

Su misión no es de él.

Su éxito no es de él.

Su dicha o es de él.


Son tantas características, que le pido a Dios que me las vaya acrecentando, porque hoy son más necesarias que nunca. En este mundo, necesitamos de profetas que nos ayuden y lideren en el cambio que Dios nos está pidiendo.

lunes, 29 de enero de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 30 DE ENERO DE 2024

 Mc 5,21-41: Contigo hablo, niña, levántate.

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar. 

Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: 

«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva». 

Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.

Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: 

«Con solo tocarle el manto curaré». 

Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba: 

«¿Quién me ha tocado el manto?». 

Los discípulos le contestaban: 

«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"». 

Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad. 

Él le dice: 

«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: 

«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?». 

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: 

«No temas; basta que tengas fe». 

No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo: 

«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida». 

Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: 

«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). 

La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor. 

Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.


Reflexión


Vemos un relato doble, con dos historias entrelazadas, dos historias de sufrimiento y de alegría al final.


En primer lugar, tener en cuenta que Jesús era reconocido por la gente como una persona a la que se podía acudir cuando alguien tenía una situación de sufrimiento, de enfermedad, de injusticia, de humillación. Porque veían que acogía a todos, escuchaba a todos, se interesaba por todos, ayudaba a todos.


En este texto, las dos historias nos hablan de impureza: la sangre y la muerte. Sin embargo, Jesús es, siempre y para todos, fuente de vida.

domingo, 28 de enero de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 29 DE ENERO DE 2024

  Mc 5,1-20: Espíritu inmundo, sal de este hombre.

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. 

Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. 

Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:

«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes». 

Porque Jesús le estaba diciendo: 

«Espíritu inmundo, sal de este hombre». 

Y le preguntó: 

«¿Cómo te llamas?». 

Él respondió: 

«Me llamo Legión, porque somos muchos». 

Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. 

Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: 

«Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos». 

Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar. 

Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado. 

Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron. 

Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca. 

Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: 

«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti». 

El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.


Reflexión


Jesús llega a una región de demonios, una expresión para explicarnos que había una relación con la muerte, lo contrario a Dios. Y ésta es la riqueza, que luego se explica con los 2000 cerdos, que valdrían una fortuna.


Jesús libera a este hombre de las ataduras del demonio. Es la victoria de la vida sobre la muerte. Y aquí encontramos, como en otros textos, la relación que tiene para Jesús entre la riqueza y la muerte. 


Y los dueños prefirieron la muerte a Jesús…y lo expulsaron. Y ésta suele ser la situación típica, la riqueza expulsa a Jesús, como estamos bien…


Y Jesús rechaza el testimonio de este hombre para evitar el proselitismo interesado, prefiere el anonimato, llamado “secreto mesiánico”. Por ello, sólo le permite dar su testimonio a su familia.

jueves, 25 de enero de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 26 DE ENERO DE 2024

 Mc 4,26-34: Un hombre echa semilla y duerme, y la semilla va creciendo sin que él sepa cómo.

En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:

«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Dijo también:

«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».

Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.


Reflexión


Hoy contemplamos dos parábolas: la del grano que crece por sí sola y la del grano de mostaza. 


El Reino es una semilla que da vida, por el vigor y la fuerza que el Reino tiene en sí. No es cuestión de habilidades o técnicas humanas. Se equivocan los que se afanan más por las habilidades y las técnicas que por la vida, la forma de vivir y la conducta, que entraña el Reino y que es el centro mismo del Evangelio.


La parábola del grano de mostaza deja bien claro que el Reino de Dios es, y será siempre, una realidad tan pequeña que se verá como algo casi insignificante y que, para casi todos, pasará inadvertida. El Reino no crece a base de grandes concentraciones de gente ni de solemnidades con poder mediático. Eso es lo propio de los poderes de este mundo. El gigantismo, como ocurrió con los dinosaurios, está llamado a desaparecer. Las hormigas, sin embargo, perviven en su pequeñez.


El Reino de Dios se hace presente donde se expulsan las fuerzas del mal. Es decir, donde se les quita su fuerza a los poderes que causan las injusticias, sufrimientos y violencias, que rompen la paz, el bienestar, la convivencia hasta terminar matando toda esperanza y toda ilusión.


El Evangelio relaciona el Reino de Dios con la curación de enfermos y el alivio de penas y sufrimientos (Mt 4, 23-24) y con la expulsión de demonios (Mt 12, 28). El crecimiento del Reino no es el crecimiento de la religiosidad, sino el crecimiento de la felicidad, dignidad y libertad de las personas.


Nuestro mundo no ha inventado la compasión pero sí la ha universalizado.