jueves, 26 de octubre de 2023

VIGILIA DE ORACIÓN POR LA PAZ EN ORIENTE MEDIO

 



MONICIÓN DE ENTRADA

 Parece que la guerra no termina de separarse de nosotros. Otra vez más, somos convocados para orar por la guerra, en este caso por Tierra Santa. La guerra cuestiona nuestras seguridades y, a la vez,  la necesidad de trabajar por la paz. Sin embargo, no es la única guerra en estos momentos. Contemplamos también cómo, en todo el mundo, los regímenes autoritarios se hacen fuertes, y los populismos y nacionalismos hacen que estallen nuevos conflictos. Conflictos y violaciones de los derechos humanos en Colombia, con el pueblo kurdo, con la guerra en Ucrania, con conflictos en la zona del Sahel, con las guerras en Sudán, Burkina Faso, recientemente en el norte de Etiopía... 

La guerra, la violencia está fuertemente arraigada en nuestra naturaleza. Por ello, debemos orar, educar y desaprender. Ahora mismo, escucharemos la canción de Luis Guitarra titulada “desaprender la guerra”. Tanto que tenemos que aprender, tanto que tenemos que cambiar el chip cada uno de nosotros.

Sin embargo, hoy toca tener la mirada y el corazón para Tierra Santa. Ante la llamada mundial del Papa para orar por la paz, nos hemos congregado en este Santuario del Carmen, para, ante los pies de la Madre, suplicarle por la guerra.

 

Canción: “Desaprender la guerra” (Luis Guitarra) https://www.youtube.com/watch?v=3n6tExVKKy4 

 

Desaprender la guerra, realimentar la risa, deshilachar los miedos, curarse las heridas. Difuminar fronteras, rehuir de la codicia, anteponer lo ajeno, negarse a las consignas. 

Desconvocar el odio, desestimar la ira, rehusar usar la fuerza, rodearse de caricias. Reabrir todas las puertas, sitiar cada mentira, pactar sin condiciones, rendirse a la Justicia. 

Rehabilitar los sueños, penalizar las prisas, indemnizar al alma, sumarse a la alegría. 

Humanizar los credos, purificar la brisa, adecentar la Tierra, reinaugurar la Vida. 

Desconvocar el odio... 

Desaprender la guerra, curarse las heridas. Desaprender la guerra, negarse a las consignas.
Desaprender la guerra, rodearse de caricias. Desaprender la guerra, rendirse a la Justicia. Desaprender la guerra, sumarse a la alegría. Desaprender la guerra, reinaugurar la Vida. 

 

 

EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO 

(canto de adoración)

 

Contemplar a Cristo Eucaristía nos lleva a hacernos cargo del sufrimiento de los hermanos. Somos envidos para dar testimonio del amor de Dios. Con la confianza puesta en Él, presentamos nuestra oración por la paz y pedimos: 

Concédenos, Señor, tu Espíritu de amor,
a fin de que fomentemos entre todos los seres humanos la paz que Tú mismo nos regalas.
Por Jesucristo, nuestro Señor. 

 

Un momento de silencio con alguna canción instrumental (Samy Galí)

Lector 1: Este es el proyecto de Dios: "De las espadas forjarán arados; de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra". (ls2,4). 

 

Lector 2: Este es el proyecto de Dios: "Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará con la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. Nadie hará daño ni estrago en todo mi monte santo" (ls 11,6-9a). 

 

Lector 1: Este es el proyecto de Dios: "Librará al pobre que pide auxilio, al afligido que no tiene protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres". (Salmo 72,12-13). 

 

Lector 2: Este es el proyecto de Dios. Y hoy estamos aquí, unidos en la oración, porque la realidad de nuestro mundo está muy lejos de este proyecto. Las armas de la guerra no se han transformado en herramientas para el bien-estar de todos, en el corazón de los dirigentes del mundo y en el nuestro no mandan los proyectos de paz, los pobres siguen sin poder levantar la cabeza

 

Corto Silencio 

 

Lector 3: Queremos orar juntas con toda la fuerza de nuestro corazón y de nuestra alma. Compartir con Dios nuestro Padre ese anhelo que tenemos de trabajar por un mundo solidario y en paz, un mundo justo, un mundo en el que todos podamos sentirnos felices y libres. Orar a Dios, y hacer de esta oración un clamor para que el proyecto de su Reino, ese proyecto por el que Jesús murió, se abra paso en nuestra historia humana. 

 

Lectura de la carta del apóstol Santiago (3,13-18) 

 

“¿Hay alguno entre vosotros sabio y entendido? Que lo demuestre con una buena conducta y con la amabilidad propia de la sabiduría. Pero, si tenéis el corazón amargado por la envidia y las rivalidades, no andéis gloriándoos, porque sería pura falsedad. Esa sabiduría no viene del cielo, sino que es terrena, animal, diabólica. Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia”. Palabra de Dios. 

 

Lector 3 :Y ahora, oremos juntos con unas palabras que expresan nuestro anhelo compartido. Son palabras antiguas, las palabras que los peregrinos judíos cantaban al llegar a la vista de Jerusalén. Palabras que desean la paz a aquella ciudad amada, que para nosotros hoy puede significar el mundo entero.

Jerusalén es la ciudad de la paz. Algunos dicen que ese es el significado de su nombre. Jerusalén es la ciudad santa para nuestros hermanos judíos, musulmanes y nosotros. 

 

Salmo 121 (recitado a dos coros) 

 

¡Qué alegría cuando me dijeron: "Vamos a la casa del Señor"! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. 

 

Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor. 

Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor.
En ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. 

 

Desead la paz a Jerusalén: "Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios". Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: "La paz contigo". 

Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.

 

 

Lectura de las Bienaventuranzas, (Mt 5,3-12) 

"Al ver Jesús a las multitudes, subió al monte; se sentó y se le acercaron sus discípulos; y abriendo su boca les enseñaba diciendo: 

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el Reino de
los Cielos.

Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y os calumnien de cualquier modo por
mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el Cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas que os precedieron 

 

Corto Silencio

 

La Palabra de Francisco de Asís: TRES COMPAÑEROS, 58
“Amonestaba también a los hermanos que no juzgaran a nadie, ni despreciaran a los que viven con regalo y se visten con lujo y vanidad (2 R 2,17), porque Dios es Señor nuestro y de ellos, y los puede llamar hacia sí, y, una vez llamados, justificarlos. Decía también que quería que los hermanos respetaran a estos hombres como a hermanos y señores suyos, pues son hermanos, en cuanto han sido creados por el mismo Creador, y son señores, en cuanto que, proveyéndoles de lo necesario para el cuerpo, ayudan a los buenos a hacer penitencia. Y seguía diciendo: «Tal debería de ser el comportamiento de los hermanos entre los hombres, que cualquiera que los oyera o viera, diera gloria al Padre celestial y le alabara devotamente».
Todo su afán era que así él como los hermanos estuvieran tan enriquecidos de buenas obras, que el Señor fuera alabado por ellas. Y les decía: «Que la paz que anunciáis de palabra, la tengáis, y en mayor medida, en vuestros corazones Que ninguno se vea provocado por vosotros a ira o escándalo, sino que por vuestra mansedumbre todos sean inducidos a la paz, a la benignidad y a la concordia. Pues para esto hemos sido llamados: para curar a los heridos, para vendar a los quebrados y para corregir a los equivocados. Pues muchos que parecen ser miembros del diablo, llegarán todavía a ser discípulos de Cristo».
Una llamada a la renovación del compromiso por la paz con justicia
(del Patriarca armenio ortodoxo, Su Santidad Aram I, del 17 de Septiembre 2004) 

 

La paz es un don de Dios a la humanidad..., la paz es una promesa divina... y es también una misión confiada por Dios que es preciso cumplir. En consecuencia, la construcción de la paz es un elemento integrante de la vocación cristiana. Es una dimensión esencial de la proclamación del Evangelio.
Paz significa ante todo respeto de la vida. Ello nos obliga a renunciar a la violencia contra la vida y a defender su carácter sagrado y su integridad.
Paz significa hacer justicia. La justicia es una condición sine qua non para la paz. Es el único camino para la paz. La paz verdadera y permanente se sustenta en la justicia.
Paz significa aceptarse unos a otros como somos, respetando nuestras diferencias y tratando de encontrar objetivos y valores comunes en medio de nuestras diferencias.
Paz significa construcción de la comunidad reconociendo los derechos y obligaciones de cada cual, y promoviendo la interacción creadora y relaciones coherentes.
Paz no significa vencer a los enemigos; significa superación de la enemistad mediante la confianza y el entendimiento mutuos.
Paz no significa ausencia de conflicto, sino buenas relaciones con Dios, con el prójimo y con la creación. La paz prevalece en todo lugar y en todo momento en que haya libertad en la verdad (Jn 14:16), igualdad en la justicia (Col 4:1), y armonía en la vida (1 Jn 4:8).

 

Momento de silencio 

 

PETICIONES DE PERDÓN 

Por las injusticias que provocan las guerras.  Señor ten piedad. 

Por aquéllos que declaran y sostienen guerras y conflictos.  Cristo ten piedad. 

Por nuestra indiferencia que condena al olvido a los que padecen a causa de las guerras y los conflictos.  Señor ten piedad. 

 

ORACIÓN UNIVERSAL 

 

El Papa Francisco nos recordaba en su mensaje de la Jornada Mundial de la Paz del 2022 que “la paz es tanto un don de lo alto como el fruto de un compromiso compartido. Todos pueden colaborar en la construcción de un mundo más pacífico: partiendo del propio corazón y de las relaciones en la familia, en la sociedad y con el medioambiente, hasta las relaciones entre los pueblos y entre los Estados”. 

 

LETANÍAS DE LA PAZ 

Cristo, en la Última Cena, intercedió ante el Padre por el mundo. Nosotros, ahora, suplicamos que el Señor Jesús nos conceda el don de la paz. Rezaremos las letanías de la paz tomadas de la Sagrada Escritura, respondiendo a cada una “Señor, danos tu paz”. 

El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz (Núm 6, 26). 

R. Señor, danos tu paz. 

 

Apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella (Sal 34, 15). R. Señor, danos tu paz. 

 

La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan (Sal 85, 11). 

R. Señor, danos tu paz. 

 

Demasiado llevo viviendo con los que odian la paz. Cuando yo digo: «Paz», ellos 

dicen: «Guerra» (Sal 120, 6.7). 

R. Señor, danos tu paz. 

 

La obra de la justicia será la paz, su fruto, reposo y confianza para siempre (Ls 32, 17). 

R. Señor, danos tu paz. 

 

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad (Lc 2, 14). 

R. Señor, danos tu paz. 

 

Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa” (Lc 10, 5). 

R. Señor, danos tu paz. 

 

Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo 

tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo (Jn 16, 33). 

R. Señor, danos tu paz. 

 

Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también 

os envío yo» (Jn 20, 21). 

R. Señor, danos tu paz. 

 

El fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, 

lealtad, modestia, dominio de sí (Gál 5, 22-23). 

R. Señor, danos tu paz. 

 

SIGNO

Se va a llevar la custodia a cada uno de los presentes. Para que miremos al Príncipe de la Paz.

 

PADRENUESTRO

 

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén. 

 

 

ORACIÓN 

En el día de la celebración de “Santa María, Madre de Dios” pedimos:
Acoge, ¡oh Madre! nuestra súplica... Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar. Líbranos de las guerras y de los conflictos. 


 

¡VAYAMOS EN PAZ! ¡LLEVEMOS LA PAZ DE JESÚS AL MUNDO! 

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