martes, 12 de diciembre de 2023

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO III DE ADVIENTO. CICLO B

          

   
















HOJA PARROQUIAL

16 y 17 de Diciembre de 2023

Domingo III de Adviento. Ciclo B


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana





“ ¿Tú quién eres? ”



  


 


    La palabra de Dios de este domingo nos trae de la mano de Isaías un mensaje de esperanza. Nos anuncia un tiempo de gracia del Señor para todos aquellos que sufren. Y nos invita  a llenarnos de gozo y de alegría.


    Con María, en el magníficat, a modo de salmo responsorial, hacemos nuestro su canto de alabanza a la grandeza de Dios, que mira nuestra pequeñez y humillación, que se fija con gran misericordia en los más desfavorecidos de este mundo para sacarlos de su situación de pobreza.


    San Pablo nos invita  a la verdadera alegría que se sustenta en la oración y a la acción de Gracias, dejándonos conducir por el Espíritu y consagrándonos en cuerpo y alma al Dios de la paz, hasta que se cumpla la promesa de Jesucristo.


    El Evangelio de Juan nos presenta a Juan Bautista como testigo de la luz y voz que grita en el desierto que anuncia a Jesucristo, la Palabra que se encarna.




LECTURAS



Primera lectura del libro de Isaías 61, 1-2a. 10-11


El Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres,
para curar los corazones desgarrados,
proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros la libertad;
para proclamar un año de gracia del Señor.
Desbordo de gozo en el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha puesto un traje de salvación,
y me ha envuelto con un manto de justicia,
como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.


Salmo Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54 R. Me alegro con mi Dios.


Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. R/.

Porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación. R/.

A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia. R/.


Segunda lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 5, 16-24


Hermanos:
Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.
No apaguéis el espíritu, no despreciéis las profecías. Examinadlo todo; quedaos con lo bueno.
Guardaos de toda clase de mal. Que el mismo Dios de la paz os santifique totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, se mantenga sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.
El que os llama es fiel, y él lo realizará.


Evangelio según san Juan 1, 6-8. 19-28


Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran:
«¿Tú quién eres?».
El confesó y no negó; confesó:
«Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron:
«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».
Él dijo:
«No lo soy».
«¿Eres tú el Profeta?».
Respondió:
«No».
Y le dijeron:
«¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».
Él contestó:
«Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
«Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió:
«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.






3. Hacia una Iglesia sinodal misionera

 

3.2 Hermanas y hermanos para la misión 

41. La Iglesia es portadora de un anuncio de vida en plenitud: «He venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10,10). Los Evangelios no presentan la plenitud de vida y el Reino de Dios como realidades o ámbitos separados, sino siempre como dinámicas interrelacionadas. La misión de la Iglesia es hacer presente a Cristo en medio de su Pueblo a través de la lectura de la Palabra, la celebración de los Sacramentos y todas las acciones que atienden a los que están heridos o sufren. «Es necesario que todos en la Iglesia entremos en un proceso de conversión para dar respuesta a esta necesidad, que implicaría proponer el kerigma como anuncio y escucha fundamental de Cristo crucificado y resucitado por nosotros [...] de ahí la importancia de retornar a la esencia de la vida cristiana, del amor primero y volver a nuestras raíces como las primeras comunidades; es decir, en las que todo lo tenían en común» (CE Costa Rica). 

42. Llevando a cabo la misión avanzamos hacia la plenitud de nuestra vocación cristiana. “Ensanchar la tienda” está en el centro de la acción misionera. Por lo tanto, una Iglesia sinodal representa un poderoso testimonio del Evangelio en el mundo: «el Espíritu Santo está impulsando a que se renueven estrategias, empeños, dedicación y motivación para caminar juntos, llegar a los más alejados, llevando la Palabra de Dios con entusiasmo y alegría, usando los talentos, dones y capacidades, asumiendo los nuevos retos y provocando cambios culturales a la luz de la fe y de la vida de la Iglesia» (CE Venezuela). Las síntesis dan voz al sueño de una Iglesia capaz de dejarse interpelar por los retos del mundo actual y de responder a ellos con transformaciones concretas: «El mundo necesita una “Iglesia en salida”, que rechace la división entre creyentes y no creyentes, que vuelva su mirada a la humanidad y le ofrezca, más que una doctrina o una estrategia, una experiencia de salvación, un “desborde del don” que responda al grito de la humanidad y de la naturaleza» (CE Portugal). 

La misión de la Iglesia en el mundo de hoy 

43. La sinodalidad es una llamada de Dios a caminar juntos con toda la familia humana. En muchos lugares, los cristianos viven en medio de personas de otras confesiones o no creyentes, y entablan un diálogo hecho de vida cotidiana y común: «también se cultiva un clima social de diálogo con los que practican las religiones tradicionales africanas y con cualquier otra persona o comunidad, sea cual sea la confesión religiosa a la que pertenezcan» (CE Senegal, Mauritania, Cabo Verde y Guinea Bissau). Sin embargo, las síntesis indican que aún queda mucho camino por recorrer en materia de intercambio y colaboración social, cultural, espiritual e intelectual. 

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