HOJA PARROQUIAL
13 y 14 de Enero de 2024
Domingo III del Tiempo Ordinario. Ciclo B
“Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios”
Los versículos del Evangelio que leemos en este tercer domingo del Tiempo Ordinario nos sitúan en los comienzos de la vida pública de Jesús.
La detención de Juan Bautista habría sido como una señal para él, pues, tras dicho episodio, y tras treinta años de vida discreta en Nazaret, Jesús saldrá de su anonimato para inaugurar su misión, aquella para la que su Padre le envió al mundo.
En adelante, lo veremos por los caminos de Palestina proclamando la Buena Nueva en palabras y obras.
LECTURAS
Primera lectura de la profecía de Jonás 3, 1-5. 10
Jonás se puso en marcha hacia Nínive, siguiendo la orden del Señor. Nínive era una ciudad inmensa; hacían falta tres días para recorrerla.
Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor.
Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había determinado enviarles. Así que no la ejecutó.
Salmo 24, 4-5ab. 6-7bc. 8-9 R. Señor, enséñame tus caminos.
Segunda lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 7, 29-31
Digo esto, hermanos, que el momento es apremiante.
Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.
Evangelio según san Marcos 1, 14-20
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.
3. Hacia una Iglesia sinodal misionera
3.3 Comunión, participación y corresponsabilidad
57. La misión de la Iglesia se realiza a través de la vida de todos los bautizados. Las síntesis expresan un profundo deseo de reconocer y reafirmar la dignidad común como base para la renovación de la vida y los ministerios en la Iglesia. Se afirma el valor de todas las vocaciones en la Iglesia y, sobre todo, se invita a seguir a Jesús, regresando a su estilo y forma de ejercer el poder y la autoridad como medio para ofrecer sanación, reconciliación y liberación. «Es importante construir un modelo institucional sinodal como paradigma eclesial de desestructuración del poder piramidal que privilegia las gestiones unipersonales. Porque la única autoridad legítima en la Iglesia debe ser la del amor y el servicio, como lo hizo el Señor» (CE Argentina).
Más allá del clericalismo
58. El tono de las síntesis no es anticlerical (contra los sacerdotes o el sacerdocio ministerial). Muchas expresan un profundo aprecio y afecto por los sacerdotes que llevan a cabo su misión con fidelidad y dedicación, y se preocupan por las numerosas exigencias a las que se deben enfrentar. También expresan el deseo de contar con sacerdotes mejor formados, mejor acompañados y menos aislados. Sin embargo, señalan la importancia de librar a la Iglesia del clericalismo, para que todos sus miembros, tanto sacerdotes como laicos, puedan cumplir con la misión común. El clericalismo se considera una forma de empobrecimiento espiritual, una privación de los verdaderos bienes del ministerio ordenado y una cultura que aísla al clero y perjudica al laicado. Esta cultura separa de la experiencia viva de Dios y daña las relaciones fraternas, produciendo rigidez, apego al poder en sentido legalista y un ejercicio de la autoridad que es poder y no servicio. El clericalismo puede ser una tentación tanto para los clérigos como para los laicos, como señala la síntesis de la República Centroafricana: «algunos párrocos se comportan como “dispensadores de órdenes”, imponiendo su voluntad sin escuchar a nadie. Los cristianos laicos no se sienten miembros del Pueblo de Dios. Tienen que reprobarse las iniciativas demasiado “clericalistas”. Algunos agentes de pastoral, clérigos y laicos, prefieren a veces rodearse de quienes comparten sus opiniones y alejarse de aquellos cuyas convicciones son hostiles y están en desacuerdo con ellos».
59. Aunque son francas en su diagnóstico del problema, las síntesis no carecen de esperanza. Expresan un profundo y enérgico deseo de formas en el ejercicio del liderazgo —episcopal, sacerdotal, religioso y laico— que sean relacionales y colaborativas, y de formas de autoridad capaces de generar solidaridad y corresponsabilidad: «entre las tareas de la autoridad se incluye también la de animar, implicar, orientar y facilitar la participación en la vida de la Iglesia [...] y delegar parte de la responsabilidad» (CE Eslovaquia). Laicos, religiosos y clérigos desean poner sus talentos y capacidades a disposición de la Iglesia y para ello reclaman un ejercicio de liderazgo que los haga libres. Las síntesis expresan su agradecimiento a los líderes que ya ejercen su función de esta manera.
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