miércoles, 24 de enero de 2024

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

                








HOJA PARROQUIAL

27 y 28 de Enero de 2024

Domingo IV del Tiempo Ordinario. Ciclo B


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana





“Sé quién eres: el Santo de Dios



    La Palabra de Dios en este cuarto Domingo del Tiempo Ordinario se centra en confirmar que Jesús es el profeta que Dios anunció a Moisés en un momento en que el Pueblo elegido no quería que el Señor le hablara directamente. El profeta es intermediario entre Dios y el pueblo. Transmite al pueblo la palabra de Dios, habla en su nombre. Jesús cumple con creces las expectativas. Él es el Hijo de Dios, es su Palabra encarnada. Por Jesús, Dios, que no había cesado de conversar con la humanidad, nos habla de un modo nuevo. La carta a los Hebreos afirma que, después de habernos hablado de muchas manera, en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo. Jesús viene a restaurar la comunicación entre Dios y la humanidad, comunicación rota por el pecado. Es vital para todos escucharle.


    El pasaje del libro del Deuteronomio que escuchamos este domingo establece un contraste entre el verdadero profeta y los falsos profetas. El verdadero profeta es fiel a lo que le escucha a Dios, aunque sus palabras no sean siempre halagüeñas, aunque a veces nos reprendan, nos sacudan, nos molesten, nos incomoden,… El falso profeta habla en su nombre y por propia iniciativa, sin recibir la misión de hacerlo; trata de halagar el oído de su auditorio, no molestar, no incomodar ni inquietar a su clientela,…


    La enseñanza de la segunda lectura podría resumirse en que para san Pablo lo único que cuenta en la vida es estar unido al Señor con corazón íntegro, sin división. También para nosotros la comunión con Cristo deber ser lo más importante.

    

    



LECTURAS



Primera lectura del libro del Deuteronomio 18, 15–20


Moisés habló al pueblo diciendo:
«El Señor, tu Dios, te suscitará de entre los tuyos, de entre tus hermanos, un profeta como yo. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb el día de la asamblea: “No quiero volver a escuchar la voz del Señor mi Dios, ni quiero ver más ese gran fuego, para no morir”.
El Señor me respondió: “Está bien lo que han dicho. Suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá todo lo que yo le mande. Yo mismo pediré cuentas a quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá”».


Salmo 94, 1-2. 6-7. 8-9 R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»


Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R/.


Segunda lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 7, 32-35


Hermanos:
Quiero que os ahorréis preocupaciones: el no casado se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. También la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, de ser santa en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido.
Os digo todo esto para vuestro bien; no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.


Evangelio según san Marcos 1, 21-28


En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entró Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas.
Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar:
«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Jesús lo increpó:
«¡Cállate y sal de él!».
El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos:
«¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen».
Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.







3. Hacia una Iglesia sinodal misionera

 

3.3 Comunión, participación y corresponsabilidad 


Repensar la participación de las mujeres 


60. La llamada a una conversión de la cultura de la Iglesia para la salvación del mundo está vinculada, en términos concretos, a la posibilidad de establecer una nueva cultura, con nuevas prácticas, estructuras y hábitos. Esto se refiere, sobre todo, al papel de las mujeres y a su vocación, enraizada en la dignidad bautismal común, a participar plenamente en la vida de la Iglesia. Se trata de un punto crítico sobre el que se registra una creciente consciencia. 


61. Desde todos los continentes llega un llamamiento para que las mujeres católicas sean valoradas, ante todo, como miembros bautizados e iguales del Pueblo de Dios. Es casi unánime la afirmación de que las mujeres aman profundamente a la Iglesia, pero muchas sienten tristeza porque su vida no suele ser bien comprendida y sus aportaciones y carismas no siempre son valorados. La síntesis de Tierra Santa señala: «las más comprometidas con el proceso sinodal fueron las mujeres, que parecen haberse dado cuenta no sólo de que tenían más que ganar, sino también más que ofrecer al ser relegadas a una orilla profética, desde la que observan lo que ocurre en la vida de la Iglesia»; y continúa: «en una Iglesia en la que casi todos los responsables de la toma de decisiones son hombres, hay pocos espacios en los que las mujeres puedan hacer oír su voz. Sin embargo, son la columna vertebral de las comunidades eclesiásticas, tanto porque representan la mayoría de los miembros practicantes como porque se encuentran entre los miembros más activos de la Iglesia». La síntesis coreana confirma: «a pesar de la gran participación de las mujeres en diversas actividades eclesiásticas, a menudo son excluidas de los principales procesos de toma de decisiones. Por lo tanto, la Iglesia necesita mejorar su conciencia y los aspectos institucionales de sus actividades» (CE Corea). La Iglesia se enfrenta a dos retos relacionados: las mujeres siguen siendo la mayoría de quienes asisten a la liturgia y participan en las actividades, los hombres son una minoría; sin embargo, la mayoría de las funciones de toma de decisiones y de gobierno están en manos de los hombres. Está claro que la Iglesia debe encontrar formas de atraer a los hombres a una participación más activa en la Iglesia y permitir que las mujeres lo hagan más plenamente en todos los niveles de la vida eclesiástica. 


62. Las mujeres piden a la Iglesia que esté de su lado en todos los ámbitos de su vida. Ante las dinámicas sociales de empobrecimiento, violencia y humillación a las que se enfrentan en todo el mundo, las mujeres piden una Iglesia a su lado, más comprensiva y solidaria en la lucha contra estas fuerzas de destrucción y exclusión. Quienes han intervenido en los procesos sinodales desean que la Iglesia y la sociedad sean un lugar de crecimiento, participación activa y sana pertenencia para las mujeres. Algunas síntesis señalan que las culturas de sus países han avanzado en la inclusión y la participación de las mujeres, y que este progreso podría servir de modelo para la Iglesia. «La falta de igualdad de las mujeres en la Iglesia se considera un obstáculo para la Iglesia en el mundo moderno» (CE Nueva Zelanda). 

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