miércoles, 26 de febrero de 2025

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO VIII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

           

                                           
            

HOJA PARROQUIAL

1 y 2 de Marzo de 2025

Domingo VIII del Tiempo Ordinario. Ciclo C




ENCUESTA SOBRE LOS HORARIOS DE MISA


ENLACE A TODOS LOS PORTALES DE LA PARROQUIA



Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana








ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


“De lo que rebosa el corazón habla la boca


LECTURAS



Primera lectura del libro del Eclesiástico 27, 4-7


Cuando se agita la criba, quedan los desechos; así, cuando la persona habla, se descubren sus defectos.

El horno prueba las vasijas del alfarero, y la persona es probada en su conversación.

El fruto revela el cultivo del árbol, así la palabra revela el corazón de la persona.

No elogies a nadie antes de oírlo hablar, porque ahí es donde se prueba una persona.


Salmo 91 R/. Es bueno darte gracias, Señor.


Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo;
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad. R/.

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios. R/.

En la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
mi Roca, en quien no existe la maldad. R/.


Segunda lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 54-58


Hermanos:

Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:
«La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?».

El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado, la ley.

¡Gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!

De modo que, hermanos míos queridos, manteneos firmes e inconmovibles.

Entregaos siempre sin reservas a la obra del Señor, convencidos de que vuestro esfuerzo no será vano en el Señor.


Evangelio según san Lucas 6, 39-45


En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?

No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.

Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.

El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».



Los textos son cogidos de la página de 







ver




Hace unas semanas fue noticia que una actriz, bastante bien valorada, había publicado tiempo atrás unos comentarios en redes sociales que presuntamente resultaban inaceptables. Esto provocó sorpresa en muchos que hasta ese momento la habían ensalzado y en pocos días vio anuladas sus apariciones públicas. Más allá de las circunstancias de este hecho, esta situación se produce con bastante frecuencia, no sólo en el ámbito público o redes sociales, sino también en nuestro entorno más cercano: tenemos muy buena opinión de una persona, pero un día leemos o escuchamos lo que dice respecto a algún tema y nos sorprende negativamente, y nos sentimos engañados.  




juzgar



En la 1ª lectura hemos escuchado: “Cuando la persona habla, se descubren sus defectos… la persona es probada en su conversación. No elogies a nadie antes de oírlo hablar…” Esto es válido para cualquier persona, tenga o no tenga fe, para no dejarnos engañar por las apariencias ni poner la confianza en alguien de un modo irreflexivo, sin conocer realmente a esa persona. Hemos de comprobar siempre la coherencia entre palabras y obras. 

Y a nosotros, precisamente porque decimos que tenemos fe, estas palabras nos tienen que cuestionar de un modo especial. Por eso Jesús, en el Evangelio, ha propuesto a sus discípulos unos ejemplos para que también sean coherentes en palabras y en obras. Y Jesús se dirige a todos, por lo tanto, al escuchar sus palabras no hemos de pensar en ‘los otros’, sino en nosotros mismos. 

“¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?” No se trata de ceguera física, sino de la actitud de los discípulos que no tienen la mirada de Dios sobre las personas o sobre los hechos, y lo que hacen es transmitir sus propias ideas, provocando ‘caídas’ en errores. 

“No está el discípulo sobre su maestro”. Unido a lo anterior, el que transmite sus propias ideas suplanta al verdadero Maestro, que es Jesús, con las nefastas consecuencias que los ‘mesianismos’ han provocado a lo largo de la historia. Hemos de tener presente lo que dijo el Papa Francisco: «ya no decimos que somos ‘discípulos’ y ‘misioneros’, sino que somos siempre ‘discípulos misioneros’». (EG 120) Y, como ‘discípulos misioneros’, necesitamos una formación que nos ayude a conocer y profundizar cada vez más en el conocimiento de nuestro Maestro, y así, “cuando termine su aprendizaje, será como su maestro”: sólo desde una correcta formación cristiana podremos parecernos algo al Maestro. 

“¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?” El que no tiene la mirada de Dios y suplanta al Maestro acaba convirtiéndose en un hipócrita, alguien que se erige en árbitro y juez de los demás pero que no reconoce sus propias incoherencias. Como discípulos misioneros, necesitamos revisarnos en el Sacramento de la Reconciliación para identificar nuestras ‘vigas’, nuestros pecados, y corregirlos con la gracia de Dios. Sólo entonces, desde la humildad del pecador perdonado, podremos ayudar a que otros descubran sus ‘motas’. 

“Cada árbol se conoce por su fruto… de lo que rebosa el corazón habla la boca”. Es la consecuencia de todo lo anterior: por mucho que utilicemos palabras o gestos de fe, si no brotan de una verdadera experiencia personal de encuentro con el Señor, acabaremos delatándonos en nuestra hipocresía, porque en realidad nuestro corazón rebosa sólo de nuestras propias ideas, no de las de Jesús. Y, lo que es peor, haremos brotar frutos malos en nosotros y en quienes nos hayan creído.





actuar




 

¿Procuro tener la mirada de Dios sobre las personas y los acontecimientos, o me ‘ciego’ en mis criterios? Como discípulo, ¿sigo una formación permanente, o creo que no la necesito porque ya sé todo lo que dice el Señor? ¿Recibo regularmente el Sacramento de la Reconciliación para corregir las ‘vigas’ que tengo? ¿Suelo juzgar a los demás? ¿De qué ‘rebosa’ verdaderamente mi corazón?

Estamos a punto de iniciar la Cuaresma, un tiempo de conversión, de volvernos más hacia Dios. Y este domingo nos ofrece varias pistas para llevar a cabo dicha conversión, para crecer en coherencia entre palabras y obras, para no engañarnos ni pretender engañar a otros, para ser mejores discípulos misioneros, y así que vayan surgiendo los frutos buenos que el Señor espera, y que nosotros y nuestro mundo necesitamos.







SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO

INSTRUMENTUM LABORIS

XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS

PARA LA SEGUNDA SESIÓN

(OCTUBRE DE 2024)



108. La riqueza que representa la participación en la Primera Sesión de los Delegados Fraternos, procedentes de otras Iglesias y Comunidades Eclesiales, nos invita prestar mayor atención a cómo se realiza la sinodalidad en nuestros socios ecuménicos, tanto en Oriente como en Occidente. El diálogo ecuménico es fundamental para desarrollar una comprensión de la sinodalidad y de la unidad de la Iglesia. Sobre todo, nos impulsa a imaginar prácticas sinodales auténticamente ecuménicas, hasta formas de consulta y discernimiento sobre cuestiones de interés compartido y urgente. Lo que fundamenta esta posibilidad es el hecho de que estemos unidos en el único Bautismo, del que brotan la identidad del Pueblo de Dios y el dinamismo de la comunión, la participación y la misión.


Conclusión La Iglesia sinodal en el mundo


109. En este mundo, cada cosa está conectada y determinada por una búsqueda del otro que nunca desaparece. Todo es una llamada a la relación y un testimonio de que nos somos autosuficientes. El mundo entero, cuando se contempla con una mirada educada por la Revelación cristiana, es signo sacramental de una presencia, que le trasciende y anima, conduciéndole al encuentro con Dios, que se realizará definitivamente en la convivencia de las diferencias, que hallará su plena composición en el banquete escatológico preparado por Dios en su monte.


110. Transformada por el anuncio de la Resurrección, la Iglesia quiere convertirse en un lugar donde se respire y se viva la visión de Isaías, para ser «fortaleza para el débil, fortaleza para el pobre en su aflicción, refugio en la tempestad, sombra contra el calor» (Is 25,4). De este modo abre su corazón al Reino. Cuando los miembros de la Iglesia se dejan guiar por el Espíritu del Señor hacia horizontes que antes no habían vislumbrado, experimentan una alegría inconmensurable. En su belleza, humildad y sencillez, ésta es la conversión permanente del estilo de la Iglesia que el proceso sinodal nos invita a emprender.


111. La encíclica Fratelli tutti nos presenta la llamada a reconocernos como hermanas y hermanos en Cristo resucitado, proponiéndonos esto no como un estatus, sino como un estilo de vida. La encíclica subraya el contraste entre el tiempo en que vivimos y la visión de la convivencia preparada por Dios. El velo, el humor sombrío y las lágrimas de nuestro tiempo son el resultado de un aislamiento cada vez mayor, de la creciente violencia y polarización de nuestro mundo y del desarraigo de las fuentes de la vida. Este Instrumentum laboris se interroga y nos interroga sobre cómo ser una Iglesia sinodal misionera, cómo comprometernos en una escucha y un diálogo profundos, cómo ser corresponsables a la luz del dinamismo de nuestra vocación bautismal personal y comunitaria, cómo transformar las estructuras y los procesos para que todos puedan participar y compartir los carismas que el Espíritu derrama sobre cada uno para el bien común y cómo ejercer el poder y la autoridad como servicio. Cada una de estas preguntas es un servicio a la Iglesia y, a través de su acción, a la posibilidad de curar las heridas más profundas de nuestro tiempo.


112. El profeta Isaías termina su oráculo con un himno de alabanza que debemos retomar a una voz: «Aquí está nuestro Dios. Esperábamos en él y nos ha salvado. Este es el Señor en quien esperamos. Celebremos y gocemos con su salvación» (Is 25,9). Como Pueblo de Dios, ¡unámonos a esta alabanza, como peregrinos de la esperanza, sigamos avanzando por el camino sinodal hacia los que aún esperan el anuncio de la Buena Nueva de la salvación!



lunes, 24 de febrero de 2025

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 25 DE FEBRERO DE 2025

 Mc 9,30-37: El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos.

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. 

Les decía: 

«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará». 

Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. 

Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó: 

«¿De qué discutíais por el camino?». 

Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. 

Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: 

«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». 

Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: 

«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».


Reflexión


No entendían aquello, y tampoco lo seguimos entendiendo. No entiendo que el camino de la cruz sea el camino de la libertad y de la liberación.

No entendemos como Dios permitió que su Hijo muriese en la cruz pudiendo salvarnos de otra manera. De igual modo, no entendemos tantas enfermedades, tantas muertes. Las aceptamos, "con resignación", pero con una desconfianza de que ese fuera el camino mejor para esa persona en concreto.

Por ello, nos dice de ser el último y no el primero.

Tenemos que hacer la experiencia de ir a los últimos, a los desheredados, donde de una manera especial está Dios, donde se puede apreciar mejor, donde incluso nos veremos más realizados.

Le pido al Señor que me haga vencer la inercia de lo fácil y "evidente", para buscar lo último donde tu estas...

martes, 18 de febrero de 2025

Entierro de ELVIRA DIOS ÁLVAREZ


 

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

          

                                           
            

HOJA PARROQUIAL

22 y 23 de Febrero de 2025

Domingo VII del Tiempo Ordinario. Ciclo C



Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana









ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


“Amad a vuestros enemigos


LECTURAS





Primera lectura del primer libro de Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23


En aquellos días, Saúl emprendió la bajada al desierto de Zif, llevando tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David allí.

David y Abisay llegaron de noche junto a la tropa. Saúl dormía, acostado en el cercado, con la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa dormían en torno a él.

Abisay dijo a David:
«Dios pone hoy al enemigo en tu mano. Déjame que lo clave de un golpe con la lanza en la tierra. No tendré que repetir».

David respondió:
«No acabes con él, pues ¿quién ha extendido su mano contra el ungido del Señor y ha quedado impune?».

David cogió la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se dio cuenta, ni se despertó.

Todos dormían, porque el Señor había hecho caer sobre ellos un sueño profundo.

David cruzó al otro lado y se puso en pie sobre la cima de la montaña, lejos, manteniendo una gran distancia entre ellos, y gritó:
«Aquí está la lanza del rey. Venga por ella uno de sus servidores, y que el Señor pague a cada uno según su justicia Y su fidelidad. Él te ha entregado hoy en mi poder, pero yo no he querido extender mi mano contra el ungido del Señor».


Salmo 102 R/. El Señor es compasivo y misericordioso.


Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.

Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen. R/.


Segunda lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 45-49


Hermanos:
El primer hombre, Adán, se convirtió en ser viviente. El último Adán, en espíritu vivificante.

Pero no fue primero lo espiritual, sino primero lo material y después lo espiritual.

El primer hombre, que proviene de la tierra, es terrenal; el segundo hombre es del cielo.

Como el hombre terrenal, así son los de la tierra; como el celestial, así son los del cielo. Y lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.


Evangelio según san Lucas 6, 27-38


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.

Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.

Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida que midiereis se os medirá a vosotros».



Los textos son cogidos de la página de 







ver




En el transporte público escuché estas palabras que un abuelo dirigía a su nieto, que por lo visto iba a empezar a ir al colegio: ‘Y si algún niño te pega, tú devuélvesela y, si puedes, más fuerte’. No era el momento ni el lugar de iniciar un debate respecto a la ‘educación’ que estaba dando al niño, pero pensé que, si ya desde pequeños se inculca ese modo de actuar, no es de extrañar que la crispación y la violencia estén cada vez más presentes en nuestras vidas.       

 




juzgar



Es muy común decir que ser cristiano es ir contracorriente, pero al escuchar el Evangelio de hoy esto se nota de un modo más patente. Las indicaciones que Jesús da a sus discípulos chocan frontalmente con el modo común de pensamiento: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien al os que os odian, bendecid a los que os maldicen, al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra…” Por mucho que nos empeñemos, este modo de obrar no es el que sale normalmente de nosotros, más bien lo contrario. 

Sin embargo, también sabemos que ese modo de obrar sólo conduce a perpetuar el mal y lo único que se consigue es hacer que las cosas vayan cada vez peor. Sentimos que sería necesario cortar por algún sitio, pero no sabemos cómo hacerlo, y también nos faltan las fuerzas necesarias para ello. 

Por eso, también el Señor nos da la clave para empezar a cortar esa dinámica de la violencia. No se trata de hacer un esfuerzo casi sobrehumano de contención y represión, sino de seguir un proceso, que tiene dos fases. La primera es: “Tratad a los demás como queréis que ellos os traten… pues con la medida que midiereis se os medirá a vosotros”. Y esto ya lo entendemos mejor, porque nos hace poner la mirada en nosotros mismos: ¿Cómo me gusta que me traten los demás? ¿Con educación, respeto, comprensión, paciencia…? Pues para seguir las indicaciones de Jesús he de ser yo el que trate a los demás con educación, respeto, comprensión y paciencia, empezando por los temas más cotidianos y por las personas más cercanas, no devolviendo mal por mal ni insulto por insulto. (cfr. 1Pe 3, 9) 

Y la segunda fase de este proceso para cortar la dinámica de la violencia es: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”. Aquí ya ponemos a Dios como el punto de referencia; seguimos partiendo de nosotros mismos pero vamos más allá. ¿Cómo y en qué ocasiones ha sido Dios misericordioso conmigo? ¿Cuántas veces no me ha condenado, sino que me ha perdonado? Es esta conciencia de la misericordia de Dios que hemos recibido la que nos dará ‘la medida’ que debemos usar con los demás, y la fuerza necesaria para ir contracorriente, para no juzgar ni condenar, sino perdonar y amar. Como dijo el Papa Francisco en la Bula de convocatoria del Jubileo de la Misericordia (2015): «La misericordia no es sólo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus hijos. Así entonces, estamos llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia. El perdón de las ofensas es la expresión más evidente del amor misericordioso y para nosotros cristianos es un imperativo del que no podemos prescindir. ¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices».





actuar




 

En mi vida cotidiana, ¿qué criterios me guían? ¿Amo y hago el bien sólo a los que me aman y hacen el bien? ¿El que me la hace me la paga? ¿Trato a los demás como quiero que ellos me traten? 

Para ser misericordiosos como el Padre es misericordioso, necesitamos el Sacramento de la Reconciliación, sobre todo en este año jubilar, porque nos hace experimentar las palabras del Salmo que hoy hemos escuchado: “Él perdona todas tus culpas. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas”. 

Decidámonos a ir contracorriente, cortemos la dinámica de la violencia siendo “misericordiosos como nuestro Padre es misericordioso”, porque «la misericordia es la palabra clave para indicar el actuar de Dios hacia nosotros. Él no se limita a afirmar su amor, sino que lo hace visible y tangible. El amor nunca podrá ser una palabra abstracta. Por su misma naturaleza es vida concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican en el vivir cotidiano. La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se debe orientar el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros».







SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO

INSTRUMENTUM LABORIS

XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS

PARA LA SEGUNDA SESIÓN

(OCTUBRE DE 2024)



103. Para proceder en esta dirección, se podría continuar la línea del reciente Motu proprio Competentias quasdam decernere (15 de febrero de 2022), que asigna «algunas competencias, sobre disposiciones del código destinadas a garantizar la unidad de la disciplina de la Iglesia universal, a la potestad ejecutiva de las Iglesias y de las instituciones eclesiales locales, corresponde a la dinámica eclesial de la comunión y valoriza la proximidad» (proemio).


104. Además, la elaboración de la norma canónica también puede ser un lugar para el ejercicio de un estilo inodal. La acción normativa no se limita al ejercicio de una potestad reconocida a la autoridad, sino que debe considerarse como un verdadero discernimiento eclesial. Aunque por sí sola goza de todas las prerrogativas para legislar, al hacerlo la autoridad podría y debería actuar con método sinodal, a fin de promulgar una norma que sea fruto de una escucha en el Espíritu de una exigencia de justicia.


105. La citada Constitución Apostólica Praedicate Evangelium (ha configurado, en un sentido sinodal y misionero, el servicio que la Curia Romana presta al Obispo de Roma y al Colegio Episcopal. En la lógica de la transparencia y de la rendición de cuentas, deberían preverse formas de evaluación periódica de su trabajo, confiadas a un órgano independiente (como el Consejo de Cardenales y/o un consejo de obispos elegidos por el Sínodo). El Grupo de Estudio n. 8 está dedicado al papel de los representantes pontificios en la perspectiva misionera sinodal y a las modalidades de evaluación de su trabajo.


106. La misma Asamblea de octubre de 2023 indicó la necesidad de proceder a una evaluación de los frutos de la Primera Sesión (cf. IdS 20j), evaluación que no puede prescindir del desarrollo marcado por la Constitución Apostólica Episcopalis communio, que transforma el Sínodo, como acontecimiento puntual, en un proceso eclesial que se extiende en el espacio y en el tiempo. Entre los lugares para practicar la sinodalidad y la colegialidad a nivel de toda la Iglesia, destaca sin duda el Sínodo de los Obispos. Instituido por San Pablo VI como asamblea de obispos convocada para participar, por medio de consejos, en la solicitud del Romano Pontífice por toda la Iglesia, es ahora, bajo la forma del proceso por fases, el ámbito en el que se realiza y puede incentivarse la relación dinámica entre sinodalidad, colegialidad y primacía. Todo el santo Pueblo de Dios, los obispos a quienes se confían sus porciones individuales y el Obispo de Roma como principio de unidad de la Iglesia, participan plenamente en el proceso sinodal, cada uno según su propia función. Esta participación se hace patente en la Asamblea sinodal congregada en torno al Obispo de Roma, que, en su composición, muestra la variedad y universalidad de la Iglesia como «“sacramento de unidad”, es decir, pueblo santo congregado y ordenado bajo la dirección de los obispos» (SC 26).


107. Entre los frutos más significativos del Sínodo 2021-2024 cabe destacar la intensidad del impetu y de la promesa ecuménica que lo caracteriza. Puede ser útil abordar también, bajo esta perspectiva, la cuestión del ejercicio del ministerio petrino, para que se abra «a una situación nueva» (UUS 95). El reciente documento del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, El Obispo de Roma. Primacía y sinodalidad en los diálogos ecuménicos y en las respuestas a la Encíclica “Ut unum sint” ofrece elementos para una mayor profundización. El tema forma parte del Grupo de Estudio n. 10, dedicado a la recepción de los frutos del camino ecuménico en las prácticas eclesiales.