miércoles, 15 de octubre de 2025

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

                                      

                                           
            


HOJA PARROQUIAL

18 y 19 de Octubre de 2025

Domingo XXIX del Tiempo Ordinario. Ciclo C



ENLACE A TODOS LOS PORTALES DE LA PARROQUIA


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana





“Dios hará justicia a sus elegidos que claman ante Él


LECTURAS

 


Primera lectura del libro del Exodo 17, 8-13


En aquellos días, Amalec vino y atacó a Israel en Refidín.

Moises dijo a Josue:
«Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón de Dios en la mano».

Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; entretanto, Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte.

Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec. Y, como le pesaban los brazos, sus compañeros tomaron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado.

Así resistieron en alto sus brazos hasta la puesta del sol.

Josué derrotó a Amalec y a su pueblo, a filo de espada.



Salmo 120, 1-2, 3-4, 5-6, 7-8 R/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.


Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel. R/.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche. R/.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre. R/.


Segunda lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 3, 14 – 4, 2


Querido hermano:
Permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús.

Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena.

Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, por su manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina.


Evangelio según San Lucas 18, 1-8


En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.

«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.

En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
“Hazme justicia frente a mi adversario”.

Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo:
“Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”».

Y el Señor añadió:
«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».



Los textos son cogidos de la página de 







ver



Es innegable que, para mucha gente, la Iglesia tiene mala fama. Al nombrarla, lo primero que viene a la mente de la gente son los obispos, curas, noticias negativas, escándalos… Se ve como una institución de poder político y de manipulación de gente crédula. Y no hay que esconder que a veces esa mala fama nos la hemos ganado a pulso. Y a menudo, cuando se trata de ‘defender’ a la Iglesia, se recurre a poner de manifiesto la labor social que realiza, y a la entrega de los misioneros en países pobres; pero esto se hace sin mencionar la razón que les impulsa: la evangelización.




juzgar


Hoy estamos celebrando la Jornada del DOMUND, el Domingo Mundial de las Misiones. Este año con el lema ‘Misioneros de esperanza entre los pueblos’. Como se indica en la presentación de esta Jornada, en este mundo en el que vivimos, hay muchas promesas: los políticos, los economistas, los publicistas..., todos nos prometen un mundo mejor, sin tanto sufrimiento, sin tanta guerra. Pero nunca termina de hacerse realidad porque se olvidan de que el ser humano es pecador y, mientras estemos en esta tierra, siempre habrá egoísmo, soberbia, deseos de venganza... Se olvidan de que en este mundo siempre habrá enfermedades, catástrofes, accidentes... 

Por eso, toda la Iglesia, obedeciendo al mandato del Señor, existe para evangelizar, para anunciar la Buena Noticia que Jesús nos trajo. Y, como miembros de la Iglesia, los misioneros anuncian a Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, el fundamento de la esperanza que no defrauda. 

Y en esa misión por supuesto que trabajan por el desarrollo material de los pueblos, para que toda persona pueda tener una vida digna y disponga de los bienes necesarios, pero sin olvidar que la esperanza no la dan las cosas de esta tierra; la esperanza de verdad la da exclusivamente Dios. 

Por eso los misioneros no atienden sólo a las necesidades materiales, ni hacen promesas ilusorias, no prometen un mundo sin dolor, sin injusticias. No ocultan el sufrimiento, pero al dolor lo llaman Cruz, y en la Cruz muestran a Cristo, que con su resurrección ha vencido toda Cruz. 

Y su misión evangelizadora la llevan a cabo porque están sostenidos por la oración: su oración personal, y la oración de toda la Iglesia. Desde el encuentro con el Señor en la oración pueden vivir y anunciar a quienes no lo conocen a un Dios que nos ama y que quiere para todos lo mejor. Un Dios que nos ha regalado el perdón y la misericordia para que nosotros lo regalemos. Un Dios que nos ha prometido la felicidad para toda la eternidad, pero sin engañarnos. Un Dios que no nos promete que nuestra vida, aquí en la tierra, va a ser perfecta, pero sí nos asegura su compañía y su consuelo en todo momento, y, de modo particular, en los tiempos de dolor, de angustia, de cruz. 

Por eso que en esta Jornada lo que se nos pide, ante todo, no es que hagamos una aportación económica, que es totalmente necesaria, sino que oremos con y por los misioneros. 

En la 1ª lectura hemos escuchado que, en la batalla contra Amalec, “mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec. Y, como le pesaban los brazos, Aarón y Jur le sostenían los brazos”. Y en el Evangelio, Jesús ha contado la parábola de esa viuda que reclamaba continuamente justicia, para enseñarnos “que es necesario orar siempre, sin desfallecer”. En su anuncio del Evangelio, los misioneros deben luchar contra egoísmos, injusticias, intereses económicos, catástrofes, enfermedades… Y necesitan que el resto de miembros de la Iglesia les apoyemos y sostengamos teniéndolos presentes en la oración, sin cansarnos, no sólo un día al año, sino de forma continuada, para que puedan ser verdaderos ‘Misioneros de esperanza entre los pueblos’.



actuar




Para los que somos y formamos la Iglesia, la Jornada del Domund es un día para que demos gracias por los misioneros estén trabajando para llevar la esperanza verdadera al corazón de tantísimas personas que no conocen a Cristo, y les apoyemos con nuestra oración y aportación económica. 

Esos ‘Misioneros de esperanza entre los pueblos’ están haciendo posible que muchos descubran la belleza y dignidad de sus vidas. Están transformando este mundo en el Reino de Dios, el que pedimos en el Padrenuestro: ‘¡Venga a nosotros tu reino!’ Pero no apoyándose en falsas promesas, sino invitando a la conversión del corazón hacia Cristo, con su testimonio de fe y con sus obras.









DOCUMENTO FINAL

POR UNA IGLESIA SINODAL:

COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN



113. La difusión de la cultura digital, especialmente evidente entre los jóvenes, también está cambiando profundamente la percepción del espacio y del tiempo, influyendo en las actividades cotidianas, las comunicaciones y las relaciones interpersonales, incluida la fe. Las posibilidades que ofrece la red reconfiguran las relaciones, los vínculos y las fronteras. Aunque hoy estamos más conectados que nunca, a menudo experimentamos soledad y marginación. Además, las redes sociales pueden ser utilizadas por quienes tienen intereses económicos y políticos que, manipulando a las personas, difunden ideologías y generan polarizaciones agresivas. Esta realidad nos encuentra desprevenidos y requiere la decisión de dedicar recursos para que el ambiente digital sea un lugar profético para la misión y el anuncio. Las iglesias locales deben animar, apoyar y acompañar a quienes se dedican a la misión en el ambiente digital. Las comunidades y grupos digitales de inspiración cristiana, especialmente de jóvenes, también están llamados a reflexionar sobre el modo cómo crean vínculos de pertenencia, a promover el encuentro y el diálogo, a ofrecer formación entre iguales y desarrollar un modo sinodal de ser Iglesia. La red, constituida por conexiones, ofrece nuevas oportunidades para vivir mejor la dimensión sinodal de la Iglesia.


114. Esta evolución social y cultural exige que la Iglesia se interrogue sobre el significado de su dimensión “local” y cuestione sus formas organizativas para servir mejor a su misión. Sin dejar de reconocer el valor de la presencia en contextos geográficos y culturales concretos, es esencial entender el “lugar” como la realidad histórica en la que toma forma la experiencia humana. Es allí, en la trama de relaciones que se establecen, donde la Iglesia está llamada a expresar su sacramentalidad (cf. LG 1) y a realizar su misión.


115. La relación entre lugar y espacio sugiere también una reflexión sobre la Iglesia como “casa”. Cuando no se entiende como un espacio cerrado, inaccesible, que hay que defender a toda costa, la imagen de la casa evoca posibilidades de acogida, hospitalidad e inclusión. La creación misma es una casa común, en la que los miembros de la única familia humana viven con todas las demás criaturas. Nuestro compromiso, sostenido por el Espíritu, es asegurar que 38la Iglesia sea percibida como una casa acogedora, un sacramento de encuentro y de salvación, como una escuela de comunión para todos los hijos e hijas de Dios. La Iglesia es también Pueblo de Dios en camino con Cristo, en el que cada uno está llamado a ser peregrino de esperanza. La práctica tradicional de las peregrinaciones es un signo de ello. También la piedad popular es uno de los lugares de una Iglesia sinodal misionera.


116. La Iglesia local, entendida como Diócesis o Eparquía, es el ámbito fundamental en el que se manifiesta de modo más pleno la comunión en Cristo de todos los bautizados. En ella se reúne la comunidad en la celebración de la Eucaristía presidida por el Obispo. Cada Iglesia local se articula en sí misma y, al mismo tiempo, está en relación con las demás Iglesias locales.


No hay comentarios:

Publicar un comentario