HOJA PARROQUIAL
8 y 9 de Noviembre de 2025
Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán
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“Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré”
LECTURAS
Primera lectura de la profecía de Ezequiel 47,1-2.8-9.12:
En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo.
Del zaguán del templo manaba agua hacia levante –el templo miraba a levante–. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar.
Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho.
A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.»
Salmo 45 R/. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada
Segunda lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 3,9-11.16-17
Hermanos:
Sois edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye.
Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?
Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.
Evangelio según san Juan 2,13-22
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Los textos son cogidos de la página de
ver
A menudo en nuestras ciudades hay estatuas y monumentos, o nombres de calles, de las que sabemos solamente eso, el nombre, pero no conocemos su historia ni la razón por la cual han merecido ser destacadas de ese modo: oímos, leemos o decimos esos nombres, pero no significan nada para nosotros, ni vemos qué relación pueden tener con nuestra vida.
juzgar
La Basílica de san Juan de Letrán es una de las cuatro Basílicas mayores de Roma. Fue regalada al Papa por el Emperador Constantino para que levantase en ella la Catedral de Roma. Y se celebra su dedicación o consagración porque, al ser la sede del Papa como Obispo de Roma, es considerada como ‘la cabeza’ de todas las iglesias del mundo católico, que están unidas a ella.
Pero el sentido de esta fiesta va más allá de lo que son y significan los edificios, por muy venerables que sean. La Dedicación de la Basílica de Letrán nos invita a reflexionar sobre el ‘templo’ que somos y formamos todos los cristianos, como hemos escuchado en la 2ª lectura: “Sois edificio de Dios. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Ese templo sois vosotros”.
La Iglesia es más que los templos o edificios de piedra donde se reúnen los cristianos. La Iglesia es la ‘asamblea’ (esto significa la palabra ‘Ecclesia’), la comunidad de creyentes que da testimonio de su fe en el corazón del mundo. Esto nos lleva a pensar si somos conscientes de que cada uno de nosotros somos parte del templo de Dios, y tenemos una corresponsabilidad, con los demás miembros, de cuidar este templo de Dios que somos y formamos entre todos. ¿Me siento ‘Iglesia’, o sólo que ‘pertenezco a’ la Iglesia? ¿Tengo conciencia de ser Iglesia diocesana, de ser parroquia?
Y esto nos lleva a otro aspecto de la celebración de la Dedicación de la Basílica de Letrán, que cobra mayor relieve ahora que se está empezando a poner en práctica todo lo reflexionado en el Sínodo sobre la Sinodalidad, que finalizó en octubre de 2024. La sinodalidad significa que, como Iglesia, dentro de la diversidad de sus miembros, debemos caminar no sólo ‘juntos’ sino unidos, cada uno según su vocación, con diferentes funciones, pero una única misión: evangelizar para ir construyendo el Reino de Dios. De ahí la llamada que también hacía san Pablo: “Conforme a la gracia que Dios me ha dado, yo, cómo hábil arquitecto, puse el cimiento, mientras que otro levanta el edificio. Mire cada cual cómo construye”. ¿Me siento unido a otros miembros de la Iglesia? ¿Valoro los carismas y funciones de otros grupos, movimientos, asociaciones…? ¿Cómo estoy construyendo yo la Iglesia, cuál es mi compromiso?
Y un tercer aspecto de la celebración de la Dedicación de la Basílica de Letrán es el significado de la palabra ‘dedicación’, que quiere decir que tiene un fin determinado. Todo el ‘templo’ que es la Iglesia, representada hoy en la Basílica de Letrán, está dedicada a la evangelización, es su fin y razón de ser. Y por eso en el Evangelio hemos escuchado el signo que realizó Jesús en el templo de Jerusalén, cuando “encontró en el templo a los vendedores, cambistas… y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, y les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre»”. Los vendedores y cambistas tenían en su origen un sentido: propiciar las ofrendas de los fieles para adorar a Dios; pero eso, con el paso del tiempo, se había ido convirtiendo en ‘un mercadeo’. El signo de Jesús es una llamada para que hoy pensemos qué tenemos que ‘echar fuera’, de cada uno de nosotros y del conjunto de la Iglesia: costumbres, maneras… que quizá hace tiempo sí tuvieron un sentido válido, pero que hoy en día suponen un freno e incluso un obstáculo para la misión evangelizadora.
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DOCUMENTO FINAL
POR UNA IGLESIA SINODAL:
COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN
122. El intercambio de dones tiene también un significado crucial en el camino hacia la unidad plena y visible entre todas las Iglesias y Comuniones cristianas y, además, es un signo eficaz de esa unidad, en la fe y el amor de Cristo, que favorece la credibilidad y el impacto de la misión cristiana (cf. Jn 17,21). San Juan Pablo II aplicó esta expresión al diálogo ecuménico: “el diálogo no es sólo un intercambio de ideas. Siempre es de todos modos un ‘intercambio de dones’” (UUS 28). Ha sido en el compromiso de encarnar el único Evangelio en la diversidad de contextos culturales, circunstancias históricas y desafíos sociales donde las distintas tradiciones cristianas, a la escucha de la Palabra de Dios y de la voz del Espíritu Santo, han generado a lo largo de los siglos copiosos frutos de santidad, caridad, espiritualidad, teología y solidaridad a nivel social y cultural. Ha llegado el momento de atesorar estas preciosas riquezas con generosidad, con sinceridad, sin prejuicios, con gratitud al Señor, con apertura recíproca, haciéndonos don los unos a los otros sin asumir que son propiedad exclusiva nuestra. El ejemplo de los santos y testigos de la fe de otras Iglesias y Comuniones cristianas es también un don que podemos recibir, incluyendo su memoria en nuestro calendario litúrgico, especialmente la de los mártires.
123. En el Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, firmado por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar Ahmed Al-Tayyeb en Abu Dabi el 4 de febrero de 2019, se declara la voluntad de “asumir la cultura del diálogo como camino; la colaboración común como conducta; el conocimiento recíproco como método y criterio”. No se trata de una aspiración anhelada ni de un aspecto opcional en el camino del Pueblo de Dios en el hoy de la historia. En este camino, una Iglesia sinodal se compromete a caminar, en los diferentes lugares donde vive, con creyentes de otras religiones y con personas de otras convicciones, compartiendo gratuitamente la alegría del Evangelio y acogiendo con gratitud sus respectivos dones, para construir juntos, como hermanos y hermanas todos, en un espíritu de intercambio y ayuda mutua (cf. GS 40), la justicia, la fraternidad, la paz y el diálogo interreligioso. En algunas regiones, las pequeñas comunidades de barrio, donde se reúnen las personas independientemente de su pertenencia religiosa, ofrecen un ambiente propicio para un triple diálogo: de vida, de acción y de oración.
Vínculos para la unidad: Conferencias Episcopales y Asambleas Eclesiales
124. El horizonte de comunión en el intercambio de dones es el criterio inspirador de las relaciones entre las Iglesias. Combina la atención a los vínculos que forman la unidad de toda la Iglesia con el reconocimiento y la valoración de las particularidades ligadas al contexto en el que vive cada Iglesia local, con su historia y su tradición. Adoptar un estilo sinodal permite a las Iglesias moverse a ritmos diferentes. Las diferencias de ritmo pueden valorarse como expresión de una diversidad legítima y como una oportunidad para intercambiar dones y enriquecerse mutuamente. Este horizonte común requiere discernir, identificar y promover estructuras y prácticas concretas para ser una Iglesia sinodal en misión.
125. Las Conferencias Episcopales expresan y ponen en práctica la colegialidad de los Obispos para favorecer la comunión entre las Iglesias y responder más eficazmente a las necesidades de la vida pastoral. Son un instrumento fundamental para crear vínculos, compartir experiencias y buenas prácticas entre las Iglesias, adaptando la vida cristiana y la expresión de la fe a las diferentes culturas. También desempeñan un papel importante en el desarrollo de la sinodalidad, con la participación de todo el Pueblo de Dios. Sobre la base de lo que surgió durante el proceso sinodal, se propone:






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