Mt 7,7-11: Quien pide, recibe.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!»
Hoy celebramos las Témporas de acción de gracias y de petición. Aunque ahora no tengamos ganas de darle gracias a Dios, si podemos pedirle, y así es como nos lo plantea este evangelio.
De todas formas, siempre tendremos motivos para darle gracias a Dios: por la vida, etc. Por muy mal que nos vaya, la vida siempre será un milagro y regalo de Dios. Conviene no perder nunca la perspectiva.
En este evangelio se nos invita a pedirle. Porque sólo el que pide recibe. Se refiere que el que pide, está más preparado para recibir. Y aunque pidamos y se nos de aquello que pedimos, Dios siempre nos sorprende.
Por ello, en este día no nos pongamos en otro horizonte sino en el de los dones de Dios, siempre más generosos que los que pueda pedir o pensar.
Pongámonos en el horizonte de la providencia de Dios por el cual estamos en sus manos, y no en las nuestras. Estamos en su sabiduría y no en la nuestra.
Pongámonos en el horizonte de la fe, por la cual no desconfiamos del camino trazado en nuestra vida.
Pongámonos en el horizonte de la esperanza por la cual, según su promesa: veremos cosas mayores.
Pongámonos en el horizonte de su misericordia por la cual, cualquier situación está encuadrada en su ternura para con nosotros.
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