HOJA PARROQUIAL
7 y 8 de Octubre del 2023
Domingo XXVII del tiempo ordinario. Ciclo A
“ La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular ”
El relato del Evangelio de este domingo comienza de manera similar al canto de Isaías: “Un propietario plantó una viña, la rodeo con una tapia, cavó un lagar y construyó una torre”. Viene después el momento decisivo en el que el propietario confía la viña a unos labradores y se marcha. Se pone a prueba la lealtad de los labradores: se les ha confiado la viña; deberán vendimiar y entregar después la cosecha al propietario.
El pasaje del Evangelio nos invita a reflexionar sobre nuestras responsabilidades y dones que cada uno tenemos. Sí somos posesivos, sí nos creemos dueños y perdemos de vista que el único dueño es el Señor.
LECTURAS
Primera lectura del libro de Isaías 5, 1-7
Salmo 79, 9 y 12. 13-14. 15-16. 19-20 R. La viña del Señor es la casa de Israel
Segunda lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4, 6-9
Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta.
Evangelio según san Mateo 21, 33-43
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchad otra parábola: “Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’.
Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: ‘Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’.
Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?».
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».
Introducción
8. El hecho de querer aclarar la función propia de este documento, también nos permite destacar lo que no es: no es un documento conclusivo, porque el proceso está lejos de finalizar; no es un documento del Magisterio de la Iglesia, ni el informe de una encuesta sociológica; no ofrece la formulación de indicaciones operativas, de metas y objetivos, ni la elaboración completa de una visión teológica, aunque incluye el precioso tesoro teológico contenido en el relato de una experiencia: la de haber escuchado la voz del Espíritu por parte del Pueblo de Dios, permitiendo que surja su sensus fidei. Pero también es un documento teológico en el sentido de que está orientado al servicio de la misión de la Iglesia: anunciar a Cristo muerto y resucitado para la salvación del mundo.
9. Para evitar malentendidos en su lectura, es esencial tener en cuenta la naturaleza peculiar del DEC, así como su estructura. El Documento se inicia con un capítulo que ofrece, no una mera crónica, sino una narración, a la luz de la fe, de la experiencia de sinodalidad vivida hasta ahora a partir de la consulta al Pueblo de Dios en las Iglesias locales y del discernimiento de los Pastores en las Conferencias Episcopales: traza un esquema, presenta las dificultades encontradas y los frutos más significativos recogidos, identificando las piedras angulares de lo que constituye una auténtica experiencia colectiva de la fe cristiana. De este modo, no ofrece una definición de la sinodalidad en sentido estricto —para lo cual se pueden remitir al Documento Preparatorio (DP) o a los materiales señalados en el sitio web del Sínodo (www.synod.va)—, sino que expresa el sentido compartido de la experiencia de la sinodalidad vivida por los participantes. Lo que surge es una profunda reapropiación de la dignidad común de todos los bautizados, auténtico pilar de la Iglesia sinodal y fundamento teológico de esa unidad que es capaz de resistir el impulso al uniformismo y valora la diversidad de vocaciones y carismas que el Espíritu derrama sobre los fieles con una abundancia inesperada.
10. El segundo capítulo presenta un icono bíblico —la imagen de la tienda con la que inicia el capítulo 54 del libro de Isaías— que ofrece una clave de interpretación de los contenidos del DEC a la luz de la Palabra, insertándolos en el marco de una promesa de Dios que se convierte en vocación para su Pueblo y su Iglesia: «¡Ensancha el espacio de tu tienda!»
11. Esta tienda es un espacio de comunión, un lugar de participación y una base para la misión. Corresponde al tercer capítulo articular las palabras clave del camino sinodal con los frutos de la escucha del Pueblo de Dios. Para ello, los frutos se estructuran en torno a cinco tensiones creativas que se interrelacionan:
1) La escucha, como apertura a la acogida a partir de un deseo de inclusión radical — ¡que nadie quede excluido! —, se ha de entender en una perspectiva de comunión con las hermanas y hermanos y con el Padre común. La escucha aparece aquí, no como una acción instrumental, sino como la asunción de la actitud fundamental de un Dios que escucha a su Pueblo, y el seguimiento de un Señor que los Evangelios nos presentan constantemente en escucha de la gente que se encuentra con él por los caminos de Tierra Santa. En este sentido la escucha es ya misión y anuncio.
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