HOJA PARROQUIAL
25 y 26 de Noviembre del 2023
Domingo XXXIV del tiempo ordinario. Ciclo A
FESTIVIDAD DE CRISTO REY
“ Venid, heredad el reino preparado para vosotros ”
En 1925 Pío XI estableció la fiesta litúrgica de Jesucristo rey del universo. Por esas fechas era ya manifiesta la apostasía de las masas y los Estados modernos no aceptaban la tutela de la religión cristiana. Para responder a estos fenómenos el papa en la encíclica Quas Primas quiso destacar la soberanía de Jesucristo sobre todas las personas e imperios de la tierra.
A la hora de concretar la naturaleza o condición de esta soberanía, se da por supuesta la confesión de Jesús en vísperas de su muerte. Las autoridades denuncian ante Poncio Pilatos, gobernador del imperio romano en Jerusalén, que Jesús pretende ser rey de los judíos. Y el gobernador le pregunta: ¿tú eres rey?. Jesús no lo niega pero matiza: “mi reino no es como los de este mundo”; no funciona con la lógica del poder y de las armas. Y añade:
“Sí, como dices soy rey. Para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz”. Pilato interroga: “¿y qué es la verdad”. Jesús no responde con palabras sino con la entrega libre hasta la muerte por amor a todos.
Con buen sentido esta festividad se celebra en la última semana de año litúrgico. Jesucristo, Presencia de Dios amor (Abba) y humanidad que se abre libre y totalmente a esa presencia, da sentido a la espiritualidad y a todas las fiestas que, a lo largo del año, celebra la comunidad cristiana. Más aún sugiere la conducta no sólo para los cristianos y para los fieles de otras religiones, sino también para los que, sin practicar ninguna religión, buscan con sincero corazón y tratan de actuar con rectitud.
LECTURAS
Primera lectura de la profecía de Ezequiel 34, 11-12. 15-17
Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Segunda lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 20-26. 28
Evangelio según san Mateo 25, 31-46
3. Hacia una Iglesia sinodal misionera
3.1 La escucha que se convierte en acogida
32. En este viaje, las Iglesias se han dado cuenta de que el camino hacia una mayor inclusión —la tienda extendida— se realiza de un modo gradual. Comienza por la escucha y requiere de una conversión más amplia y profunda en las actitudes y las estructuras, de nuevos enfoques en el acompañamiento pastoral y de la disposición a reconocer que las periferias pueden ser el lugar donde resuena una llamada a la conversión y a poner en práctica el Evangelio más decididamente. Escuchar requiere reconocer al otro como sujeto del propio viaje. Cuando lo conseguimos, los demás se sienten acogidos, no juzgados, libres de compartir su camino espiritual. Esto se ha experimentado en muchos contextos y para algunos ha sido el aspecto más transformador de todo el proceso. La experiencia sinodal puede leerse como un camino de reconocimiento para aquellos que no se sienten suficientemente reconocidos en la Iglesia. Esto es especialmente cierto para aquellos laicos y laicas, diáconos, consagradas y consagrados que anteriormente tenían la sensación de que la Iglesia institucional no estaba interesada en su experiencia de fe o en sus opiniones.
33. Las síntesis también reflexionan sobre la dificultad de escuchar profundamente y aceptar ser transformados por esta escucha, destacan la falta de procesos comunitarios de escucha y discernimiento, y reclaman una mayor formación en este ámbito. Además, señalan la persistencia de obstáculos estructurales, por ejemplo: estructuras jerárquicas que favorecen las tendencias autocráticas; una cultura clerical e individualista que aísla a los individuos y fragmenta las relaciones entre sacerdotes y laicos; disparidades socioculturales y económicas que benefician a las personas ricas e instruidas; la ausencia de espacios “intermedios” que favorezcan los encuentros entre miembros de grupos que se encuentren divididos. La síntesis de Polonia afirma que «no escuchar conduce a la incomprensión, la exclusión y la marginación. Como consecuencia adicional, conduce a la cerrazón, la simplificación, la falta de confianza y los temores que destruyen la comunidad. Cuando los sacerdotes no quieren escuchar, encontrando excusas, por ejemplo, en el gran número de actividades, o cuando las preguntas quedan sin respuesta, nace un sentimiento de tristeza y extrañeza en el corazón de los fieles laicos. Sin la escucha, las respuestas a las dificultades de los fieles se sacan fuera de contexto y no abordan la esencia de los problemas que experimentan, convirtiéndose en moralismos vacíos. Los laicos consideran que evitar la escucha sincera se debe al miedo a tener que asumir un compromiso pastoral. Un sentimiento similar crece cuando los obispos no tienen tiempo para hablar con los fieles y escucharlos».
34. Al mismo tiempo, las síntesis son sensibles a la soledad y al aislamiento de muchos miembros del clero, que no se sienten escuchados, sostenidos y apreciados: quizá una de las voces menos evidentes en las síntesis es precisamente la de los sacerdotes y obispos que hablan de sí mismos y de su experiencia de caminar juntos. Debe reservarse una escucha especialmente atenta a los ministros ordenados en lo que se refiere a las dimensiones afectivas y sexuales de su vida. También se señala la importancia de disponer formas adecuadas de acogida y protección para las mujeres y eventuales hijos de los sacerdotes que han faltado al voto de celibato, ya que de otro modo corren el riesgo de sufrir graves injusticias y discriminaciones.
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