miércoles, 6 de diciembre de 2023

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO II DE ADVIENTO. CICLO B

         

   














HOJA PARROQUIAL

9 y 10 de Diciembre de 2023

Domingo II de Adviento. Ciclo B


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana





“ Preparad el camino del Señor ”



  


    Por medio del profeta Isaías, el Señor infunde esperanza y consuelo a su pueblo, pues regresará junto a él, le perdonará y, cariñosamente, le tomará en brazos. Por eso pide que desde Sion se envíe un emisario que anuncie en el desierto: «Preparad el camino del Señor».


    Proclamando el salmo 84, escuchamos esperanzados la promesa del Señor. Él vendrá a traernos la paz y la justicia, la misericordia y la fidelidad, la salvación y la gloria.


    En su segunda carta, san Pedro nos anuncia que el Señor regresará en algún momento. No sabemos cuándo, pero es seguro que lo hará. Por ello debemos tener paciencia, procurando estar siempre bien preparados, para que el Señor nos encuentre en paz, limpios e irreprochables.


    San Marcos comienza su Evangelio hablándonos del anuncio de san Juan Bautista. Él es el mensajero del que nos habló el profeta Isaías, el que proclama en el desierto la venida del Salvador, y el que ayuda al pueblo a prepararse para tal acontecimiento. Así es, san Juan Bautista ofrece al pueblo un purificador bautismo de arrepentimiento y conversión interior, para que todos los que lo deseen puedan vivir el Reino de Dios.  




LECTURAS



Primera lectura del libro de Isaías 40, 1-5. 9-11


«Consolad, consolad a mi pueblo
—dice vuestro Dios—;
hablad al corazón de Jerusalén,
gritadle,
que se ha cumplido su servicio
y está pagado su crimen,
pues de la mano del Señor
ha recibido doble paga por sus pecados».

Una voz grita:
«En el desierto preparadle
un camino al Señor;
allanad en la estepa
una calzada para nuestro Dios;
que los valles se levanten,
que montes y colinas se abajen,
que lo torcido se enderece
y lo escabroso se iguale.

Se revelará la gloria del Señor,
y la verán todos juntos
—ha hablado la boca del Señor—».

Súbete a un monte elevado,
heraldo de Sion;
alza fuerte la voz,
heraldo de Jerusalén;
álzala, no temas,
di a las ciudades de Judá:
«Aquí está vuestro Dios.

Mirad, el Señor Dios llega con poder
y con su brazo manda.

Mirad, viene con él su salario
y su recompensa lo precede.

Como un pastor que apacienta el rebaño,
reúne con su brazo los corderos
y los lleva sobre el pecho;
cuida él mismo a las ovejas que crían».


Salmo 84, 9ab 10. 11-12. 13-14 R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación


Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está cerca de los que le temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino. R/.


Segunda lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro 3, 8-14


No olvidéis una cosa, queridos míos, que para el Señor un día es como mil años y mil años como un día.
El Señor no retrasa su promesa, como piensan algunos, sino que tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos accedan a la conversión.

Pero el Día del Señor llegará como un ladrón. Entonces los cielos desaparecerán estrepitosamente, los elementos se disolverán abrasados y la tierra con cuantas obras hay en ella quedará al descubierto.

Puesto que todas estas cosas van a disolverse de este modo, ¡qué santa y piadosa debe ser vuestra conducta, mientras esperáis y apresuráis la llegada del Día de Dios!

Ese día los cielos se disolverán incendiados y los elementos se derretirán abrasados. Pero nosotros, según su promesa, esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia.

Por eso, queridos míos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, intachables e irreprochables.


Evangelio según san Marcos 1, 1-8


Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

Como está escrito en el profeta Isaías:
«Yo envío a mi mensajero delante de ti,
el cual preparará tu camino;
voz del que grita en el desierto:
“Preparad el camino del Señor,
enderezad sus senderos”».

Se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados.

Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:
«Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».






3. Hacia una Iglesia sinodal misionera

 

3.1 La escucha que se convierte en acogida 



39. Entre los que piden un diálogo más incisivo y un espacio más acogedor encontramos a quienes, por diversas razones, sienten una tensión entre la pertenencia a la Iglesia y sus propias relaciones afectivas, como, por ejemplo: los divorciados vueltos a casar, los padres y madres solteros, las personas que viven en un matrimonio polígamo, las personas LGBTQ. Las síntesis muestran cómo este reclamo de una acogida desafía a muchas Iglesias locales: «la gente pide que la Iglesia sea un refugio para los heridos y rotos, no una institución para los
perfectos. Quieren que la Iglesia salga al encuentro de las personas allí donde se encuentren, que camine con ellas en lugar de juzgarlas, que establezca relaciones reales a través de la atención y la autenticidad, y no con un sentimiento de superioridad» (CE Estados Unidos). También revelan incertidumbres sobre cómo responder a ellos, y expresan la necesidad de un discernimiento por parte de la Iglesia universal: «hay un nuevo fenómeno en la Iglesia que es una novedad absoluta en Lesotho: las relaciones entre personas del mismo sexo. [...] Esta novedad es confusa para los católicos y para los que la consideran un pecado. Sorprendentemente, hay católicos en Lesotho que han empezado a practicar este comportamiento y esperan que la Iglesia los acoja a ellos y a su forma de comportarse. [...] Esto es un reto problemático para la Iglesia porque estas personas se sienten excluidas» (CE Lesotho). Por otra parte, los que han dejado el ministerio ordenado para casarse también piden mayor acogida y apertura al diálogo. 


40. A pesar de las diferencias culturales, existen notables similitudes entre los distintos continentes en lo que respecta a los que se perciben como excluidos, en la sociedad y también en la comunidad cristiana. En muchos casos su voz ha estado ausente del proceso sinodal, y aparecen en las síntesis sólo porque otros hablan de ellos, lamentando su exclusión: «lamentamos como Iglesia en Bolivia, que no hemos podido llegar de manera efectiva a los pobres de las periferias y lugares alejados» (CE Bolivia). Entre los grupos excluidos más mencionados están: los más pobres, los ancianos solos, los pueblos indígenas, los emigrantes sin pertenencia alguna que llevan una existencia precaria, los niños de la calle, los alcohólicos y drogadictos, los que han caído en las manos de la delincuencia y aquellos para los que la prostitución es la única posibilidad de supervivencia, las víctimas de la trata de personas, los supervivientes de abusos (en la Iglesia y fuera de ella), los presos, los grupos que sufren discriminación y violencia por motivos de raza, etnia, género, cultura y sexualidad. En las síntesis todos ellos aparecen como personas con rostros y nombres, que llaman a la solidaridad, al diálogo, al acompañamiento y a la acogida. 

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