martes, 9 de enero de 2024

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

              











HOJA PARROQUIAL

13 y 14 de Enero de 2024

Domingo II del Tiempo Ordinario. Ciclo B


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana







ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


“Venid y lo veréis


    Segundo domingo del tiempo ordinario, una vez más, los textos bíblicos nos sorprenden. Tres palabras podrían titular cada uno de estos textos por su contenido:  llamada (1Sam 3, 3b-10.19); cuerpo (1 Cor 6, 13c-15.17-20); encuentro (Jn 1, 35-42). Tres palabras que hablan de lo que somos y cómo serlo. Cada uno, presencia: cuerpo. La importancia y necesidad del otro que reconoce: llamada. Fraternidad, comunidad, humanidad: encuentro.


    “… ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!” (1 Cor 6, 20).  Esta es nuestra realidad. No andemos con dicotomías: ahora soy cuerpo, ahora soy espíritu, sería un juego irresponsable, justificación de las incoherencias.  Como afirma Louis-Marie Chauvet, “lo más espiritual no sucede sino por mediación de lo más corpóreo". ¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que recibís de Dios y habita en vosotros?” (1Cor 6,19).


    Y para tomar conciencia de la propia realidad se precisa de los demás. La llamada del hermano, del otro,  confirma y afirma quién soy, soy otro, necesidad de esa llamada para esa identificación. El texto de Samuel relata el hecho de la llamada del Señor y  de la respuesta de Samuel: “Habla, que tu siervo escucha” (1Sam 3, 10).  “Samuel crecía, y el Señor estaba con él” (1Sam 3, 19) ¿Tiene algo que ver el hecho de ser llamado y el hecho de crecer? Tiene que ver. Nos realizamos, crecemos, en la relación, la convivencia, el compartir con los demás. Cada uno es alguien, y cada alguien tiene su nombre. El que llama  reconoce la presencia del llamado, la singularidad. La diferencia es riqueza de la humanidad. Vivir en armonía la diferencia y así profundizar en lo más humano. Caminar juntos al encuentro del Hijo de Dios, la Nueva Humanidad. “Rabí, ¿dónde vives?” (Jn 1, 38)

    

    



LECTURAS



Primera lectura del primer libro de Samuel 3, 3b-10. 19


En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde se encontraba el Arca de Dios. Entonces el Señor llamó a Samuel. Este respondió:
«Aquí estoy».
Corrió adonde estaba Elí y dijo:
«Aquí estoy, porque me has llamado».
Respondió:
«No te he llamado. Vuelve a acostarte».
Fue y se acostó.
El Señor volvió a llamar a Samuel.
Se levantó Samuel, fue adonde estaba Elí y dijo:
«Aquí estoy, porque me has llamado».
Respondió:
«No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte».
Samuel no conocía aún al Señor, ni se le había manifestado todavía la palabra del Señor.
El Señor llamó a Samuel, por tercera vez. Se levantó, fue adonde estaba Elí y dijo:
«Aquí estoy, porque me has llamado».
Comprendió entonces Elí que era el Señor el que llamaba al joven. Y dijo a Samuel:
«Ve a acostarte. Y si te llama de nuevo, di: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”».
Samuel fue a acostarse en su sitio.
El Señor se presentó y llamó como las veces anteriores:
«Samuel, Samuel».
Respondió Samuel:
«Habla, que tu siervo escucha».
Samuel creció. El Señor estaba con él, y no dejó que se frustrara ninguna de sus palabras.


Salmo 39, 2 y 4ab. 1. 8-9. 10 R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.


Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios. R/.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy». R/.

«-Como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas». R/.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. R/.


Segunda lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 6, 13c-15a. 17-20


Hermanos:
El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Y Dios resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros con su poder.
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor es un espíritu con él.
Huid de la inmoralidad. Cualquier pecado que corneta el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros y habéis recibido de Dios?
Y no os pertenecéis, pues habéis sido comprados a buen precio. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!


Evangelio según san Juan 1, 35-42


En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
«Este es el Cordero de Dios».
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
«Qué buscáis?».
Ellos le contestaron:
«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?».
Él les dijo:
«Venid y veréis».
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».






3. Hacia una Iglesia sinodal misionera

 


Culturas, religiones y diálogo 


54. Sin embargo, incluso cuando uno llega a aceptar o hasta a apreciar al otro, el viaje aún no está completo. El enfoque intercultural de la Iglesia apunta al horizonte al que Cristo nos llama: el Reino de Dios. En el abrazo de una diversidad que es riqueza podemos encontrar nuestra unidad más profunda y la oportunidad de cooperar con la gracia de Dios: «también debemos prestar atención a los pensamientos e ideas de la familia ampliada y de los compañeros de viaje (no católicos, políticos, no creyentes). Hay voces a nuestro alrededor que no podemos permitirnos ignorar si no queremos perdernos lo que Dios está susurrando a través de ellas» (EC Zimbabwe). Esto constituye un testimonio en un mundo al que le cuesta ver la diversidad en la unidad como una verdadera vocación: «la comunidad [...] debe tener más en cuenta la diversidad, las aspiraciones, las necesidades y las formas de vivir la fe. La Iglesia universal debe seguir siendo garante de la unidad, pero las diócesis pueden inculturar la fe localmente: la descentralización es necesaria» (Archidiócesis de Luxemburgo). 


55. En no pocas síntesis se pide reconocer, asumir, integrar y responder mejor a la riqueza de las culturas locales, muchas de las cuales tienen puntos de vista sobre el mundo y estilos de acción que son sinodales. La gente expresa el deseo de promover (y en algunos casos recuperar y profundizar) la cultura local, de integrarla con la fe, de incorporarla a la liturgia. «Los cristianos están llamados a ofrecer su contribución desde su propia visión de la fe para inculturarla en los nuevos contextos culturales [...]. Esta diversidad de enfoques es vista como la puesta en práctica de un modelo de interculturalidad, en el que las distintas propuestas se complementan y enriquecen mutuamente, superando el de la multiculturalidad, que consiste en la simple yuxtaposición de culturas cerradas al interior de sus propios perímetros» (Consejo Pontificio para la Cultura). 


56. En muchos casos, se pide que se preste especial atención a la situación de los pueblos indígenas. Su espiritualidad, sabiduría y cultura tienen mucho que enseñar. Es necesario releer la historia junto a estos pueblos, inspirarse en aquellas situaciones en las que la acción de la Iglesia ha promovido su desarrollo humano integral, y pedir perdón por las veces que ha sido cómplice de su opresión. Al mismo tiempo, algunas síntesis evidencian la necesidad de reconciliar las aparentes contradicciones que existen entre las prácticas culturales o las creencias tradicionales y las enseñanzas de la Iglesia. En un nivel más general, la práctica de la sinodalidad —comunión, participación y misión— debe articularse con las culturas y contextos locales, en una tensión que promueva el discernimiento y la acción creativa. 

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