miércoles, 20 de marzo de 2024

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO DE RAMOS. CICLO B

                      



HOJA PARROQUIAL

23 y 24 de Marzo de 2024

Domingo de Ramos. Ciclo B


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana














“Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios



    Hoy la iglesia nos presenta la oportunidad de aclamar a Jesús en nuestros corazones como rey y centro de nuestras vidas. Al igual que las gentes que gritaban ¡Hosanna al Hijo de David, Bendito el que viene en nombre del Señor!, nosotros queremos seguir a Cristo, aunque sea complejo el proceso de seguimiento, sabiendo que detrás de la complejidad de la vida encontraremos la Luz, Luz de vida en la Pascua Eterna.


    El Evangelio según Marcos nos presenta la narrativa apasionante de la pasión y muerte de Jesús. Jesús enfrenta la traición, la negación y el abandono, todo por amor a nosotros y en obediencia al plan divino de redención. La cortina del templo se rasga, simbolizando el acceso directo a Dios para todos a través de la muerte de Cristo. En el evangelio de este domingo se nos presenta el drama de la salvación, donde la obediencia, la humildad y el sacrificio se entrelazan para ofrecernos el regalo inigualable de la vida eterna.

    



LECTURAS



Primera lectura del Profeta Isaías 50, 4-7


El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo;
para saber decir al abatido una palabra de aliento.

Cada mañana me espabila el oído, 
para que escuche como los discípulos.

El Señor Dios me abrió el oído; 
yo no resistí ni me eché atrás.

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, 
las mejillas a los que mesaban mi barba; 
no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos.

El Señor Dios me ayuda, 
por eso no sentía los ultrajes; 
por eso endurecí el rostro como pedernal, 
sabiendo que no quedaría defraudado.


Salmo 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?


Al verme, se burlan de mí, 
hacen visajes, menean la cabeza: 
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; 
que lo libre si tanto lo quiere». R/.

Me acorrala una jauría de mastines, 
me cerca una banda de malhechores; 
me taladran las manos y los pies, 
puedo contar mis huesos. R/.

Se reparten mi ropa, 
echan a suerte mi túnica. 
Pero tú, Señor, no te quedes lejos; 
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R/.

Contaré tu fama a mis hermanos, 
en medio de la asamblea te alabaré. 
«Los que teméis al Señor, alabadlo; 
linaje de Jacob, glorificadlo; 
temedlo, linaje de Israel». R/.


Segunda lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 2, 6-11


Cristo Jesús, siendo de condición divina, 
no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; 
al contrario, se despojó de sí mismo 
tomando la condición de esclavo, 
hecho semejante a los hombres.

Y así, reconocido como hombre por su presencia,
se humilló a sí mismo, 
hecho obediente hasta la muerte, 
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo exaltó sobre todo 
y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; 
de modo que al nombre de Jesús 
toda rodilla se doble 
en el cielo, en la tierra, en el abismo, 
y toda lengua proclame: 
Jesucristo es Señor, 
para gloria de Dios Padre.


EvangelioPasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 15, 1-39


Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, hicieron una reunión. Llevaron atado a Jesús y lo entregaron a Pilato.

Pilato le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?».

C. Él respondió:
+ «Tú lo dices».

C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo:
S. «¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan».

C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba extrañado. Por la fiesta solía soltarles un preso, el que le pidieran.
Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los rebeldes que habían cometido un homicidio en la revuelta. La muchedumbre que se había reunido comenzó a pedirle lo que era costumbre.
Pilato les preguntó:
S. «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».

C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia.

Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás.

Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S. «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?».

C. Ellos gritaron de nuevo:
S. «Crucifícalo».

C. Pilato les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho?».

C. Ellos gritaron más fuerte:
S. «Crucifícalo».

C. Y Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

C. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio —al pretorio— y convocaron a toda la compañía. Lo visten de púrpura, le ponen una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!».

C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacan para crucificarlo.

C. Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la cruz.
Y conducen a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»),

C. y le ofrecían vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucifican y se reparten sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno.

Era la hora tercia cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos».

Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.

C. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S. «Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz».

C. De igual modo, también los sumos sacerdotes comentaban entre ellos, burlándose:
S. «A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos».

C. También los otros crucificados lo insultaban.

C. Al llegar la hora sexta toda la región quedó en tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona, Jesús clamó con voz potente:
+ «Eloí Eloí, lemá sabaqtaní?».

C. (Que significa:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»).

C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. «Mira, llama a Elías».

C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo:
S. «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo».

C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

C. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S. «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios».







3. Hacia una Iglesia sinodal misionera

 

    85. Como ya se ha subrayado en varias ocasiones, una Iglesia sinodal debe abordar en primer lugar las numerosas tensiones que surgen del encuentro entre las diversidades. Por eso, una espiritualidad sinodal sólo puede ser una espiritualidad que acoge las diferencias, promueve la armonía y saca de las tensiones la energía necesaria para avanzar en el camino. Para lograrlo, tendrá que pasar de enfatizar la dimensión individual a la colectiva: una espiritualidad del “nosotros”, que puede valorar las aportaciones de cada persona.


    86. El primer año del proceso sinodal ha ofrecido ya experiencias estimulantes en esta dirección, a través de la propuesta del método de la conversación espiritual, que ha permitido al Pueblo de Dios saborear el gusto de un encuentro interpersonal en torno a la Palabra de Dios y a las diversas resonancias que suscita en el corazón de cada uno. Además de convertirlo en una práctica ordinaria en la vida de la Iglesia, como se ha pedido en muchas partes, el método debe evolucionar hacia el discernimiento comunitario, especialmente en los organismos de participación. Esto supone un mayor esfuerzo por integrar la dimensión espiritual con el funcionamiento de las instituciones y sus órganos de gobierno, articulando el discernimiento con los procesos de toma de decisiones. La oración y el silencio no pueden permanecer ajenos a ella, como si fuera un preámbulo o un apéndice.


    87. La espiritualidad cristiana se expresa de diferentes maneras, vinculadas tanto a la multiplicidad de tradiciones entre Oriente y Occidente, como a la variedad de carismas en la vida consagrada y en los movimientos eclesiales. Una Iglesia sinodal se construye en torno a la diversidad, y el encuentro entre diferentes tradiciones espirituales puede representar una “escuela” de formación, en la medida en que es capaz de promover la comunión y la armonía, contribuyendo a superar las polarizaciones que viven muchas Iglesias.


3.5 Vida sinodal y liturgia


    88. Las síntesis destacan de muchas maneras el profundo vínculo entre la sinodalidad y la liturgia: «en el caminar juntos, la oración, la devoción a María como discípula misionera y oyente de la Palabra de Dios, los ejercicios de lectio divina y la celebración litúrgica inspiran el sentido de pertenencia» (CE Colombia).


Un arraigo profundo


    89. La Eucaristía es ya, en sí misma, “fuente y cumbre” del dinamismo sinodal de la Iglesia. «La celebración litúrgica y la oración se viven como una fuerza de unión y movilización de las energías humanas y espirituales. La opinión predominante es que la oración favorece la alegría de vivir y el sentido de comunidad, porque se ve como un punto de referencia, un lugar de fortaleza y un oasis de paz. [...] Las aportaciones hacen hincapié en dos formas de desarrollar un camino sinodal: la unidad comunitaria y la alegría de vivir. Este camino pasaría por grandes encuentros litúrgicos (peregrinaciones...), para alimentar la piedad popular, renovar la fe, alimentar el sentimiento de pertenencia, y así acompañar mejor a los cristianos para que den testimonio del Evangelio de la caridad frente al comunitarismo y el repliegue identitario, cada vez más visibles y agresivos» (CE Burkina Faso y Níger).

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario