jueves, 1 de agosto de 2024

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

                                         



HOJA PARROQUIAL

3 y 4 de Agosto de 2024

Domingo XVIII del Tiempo Ordinario. Ciclo B


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana







Los textos son cogidos de la página de 








“El que viene a mí no tendrá hambre


LECTURAS






Primera lectura del Libro del Exodo 16, 2-4. 12-15.


En aquellos días, la comunidad de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo:
«¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos alrededor de la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad».

El Señor dijo a Moisés:
«Mira, haré llover pan del cielo para vosotros: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi instrucción o no.

He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles: “Al atardecer comeréis carne, por la mañana os hartaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor Dios vuestro”».

Por la tarde, una bandada de codornices cubrió todo el campamento; y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, como escamas, parecido a la escarcha sobre la tierra. Al verlo, los hijos de Israel se dijeron:
«¿Qué es esto?».

Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:
«Es el pan que el Señor os da de comer».


Salmo 77, 3 y 4bc. 23-24. 25 y 54 R/. El Señor les dio pan del cielo


Lo que oímos y aprendimos,
lo que nuestros padres nos contaron,
lo contaremos a la futura generación:
las alabanzas del Señor, su poder. R.

Pero dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos maná,
les dio pan del cielo. R.

El hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura.
Los hizo entrar por las santas fronteras,
hasta el monte que su diestra había adquirido. R.


Segunda lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 4, 17. 20-24


Hermanos:
Esto es lo que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya, como es el caso de los gentiles, en la vaciedad de sus ideas.

Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que lo habéis oído a él y habéis sido adoctrinados en él, conforme a la verdad que hay en Jesús. Despojados del hombre viejo y de su anterior modo de vida, corrompido por sus apetencias seductoras; renovaos en la mente y en el espíritu y revestíos de la nueva condición humana creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.


Evangelio según San Juan 6, 24-35


En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.

Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».

Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».

Ellos le preguntaron:
«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».

Respondió Jesús:
«La obra que Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».

Le replicaron:
«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer “».

Jesús les replicó:
«En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».

Entonces le dijeron:
Señor, danos siempre de este pan».

Jesús les contestó:
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».




Los textos son cogidos de la página de 






ver





De un tiempo a esta parte, con el auge de la gastronomía, de la cocina… también han aparecido comercios y tiendas de los llamados ‘productos gourmet’. Son productos elaborados con ingredientes seleccionados, de alta calidad, difíciles de encontrar, que requieren una elaboración refinada… Estos productos gourmet se toman en cantidades pequeñas, no buscan tanto ‘llenar el estómago’ sino ‘paladearlos’, disfrutar de la experiencia, la presentación, el sabor, la textura… Los productos gourmet suelen servirse en ocasiones especiales ya que son caros, no están al alcance de cualquiera; por eso, a muchos nos puede parecer incomprensible que se pague tanto por ellos, puesto que, tras el momento de degustarlo, de ese ‘producto gourmet’ sólo queda el recuerdo.   




juzgar



Hoy la Palabra de Dios nos ofrece el mejor producto gourmet: el Pan del cielo. En la 1ª lectura hemos escuchado que “la comunidad de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo: ¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos alrededor de la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos!”. Tras su liberación, están pasando hambre en el desierto y lo único que quieren es llenarse el estómago, aunque eso suponga seguir siendo esclavos.

Pero Dios quiere que descubran que en su vida están llamados a algo más grande que simplemente aspirar a satisfacer sus necesidades materiales, y por eso “dijo a Moisés: Haré llover pan del cielo…”. Dios va a alimentarlos con un ‘producto gourmet’, “para que sepáis que yo soy el Señor Dios vuestro”.

En el Evangelio Jesús reprocha a la gente: “me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros”. La mayoría de la multitud que lo sigue busca principalmente ‘llenarse el estómago’ o la curación corporal. Pero Jesús quiere que descubran que seguirle conlleva mucho más que cubrir las necesidades del cuerpo, quiere que descubran la Buena Noticia que Él está anunciando, y por eso les dice: “Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre”. Todos están invitados a compartir la vida eterna de Dios y Jesús ya les ofrece una degustación haciéndose Él mismo el mejor ‘producto gourmet’: “Yo soy el pan de vida”.

Esta Palabra de Dios nos invita a preguntarnos cuál es nuestra principal motivación para seguir al Señor: si buscamos estar ‘protegidos y seguros’, como los israelitas, o si nos sabemos llamados a la vida eterna, si vivimos con los pies en la realidad pero con la mirada en la meta de la eternidad.

La Palabra de Dios también nos invita a preguntarnos a qué dedicamos la mayor parte de nuestros ‘trabajos’, de nuestro interés, de nuestro tiempo, de nuestros recursos: si a ‘alimentos que perecen’, a cosas que no son malas en sí pero que, como los ‘productos gourmet’ del mercado, nos cuestan mucho pero no nos ‘llenan’, no nos dejan satisfechos; o bien procuramos ‘trabajar’ por “el alimento que perdura”, por el único alimento que podrá saciar para siempre nuestra hambre de sentido, de amor y de felicidad: “El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás”.

Del mismo modo que a los israelitas, cada vez que celebramos la Eucaristía, también Dios hace ‘llover pan del cielo para nosotros’. Cada vez que celebramos la Eucaristía, Jesús nos vuelve a decir: “Yo soy el pan de vida”. Como indica el Prefacio III de la Santísima Eucaristía: «Él se hace comida y bebida espiritual, para alimentarnos en nuestro viaje hacia la Pascua eterna». Y así, «en la esperanza participamos ya de la mesa gloriosa de tu reino». Jesús, presente en la Eucaristía, es el mejor ‘producto gourmet’ para que podamos tener una degustación anticipada de lo que será la vida eterna.




actuar





San Pablo, en la 2ª lectura, pedía a los Efesios: “no andéis, como es el caso de los gentiles, en la vaciedad de sus ideas”. El Señor nos llama a salir de la vaciedad, de tantas cosas, personas, actividades… que no sólo no nos sacian sino que nos hacen sentir cada vez más vacíos y con más ‘hambre’.

Para ‘llenar’ nuestra vida, Jesús se hace el mejor ‘producto gourmet’, el Pan de Vida. A diferencia de los ‘productos gourmet’ del mercado, la Eucaristía está al alcance de todos. Y tampoco es sólo para ocasiones especiales: como el maná para el pueblo de Israel, está disponible para nosotros todos los días, y sobre todo los domingos, para ‘abrir nuestro apetito’ y que nos sintamos cada vez más animados “a trabajar por el alimento que perdura para la vida eterna”, a la que todos estamos invitados.







SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO

INSTRUMENTUM LABORIS

XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS

PARA LA SEGUNDA SESIÓN

(OCTUBRE DE 2024)

INTRODUCCIÓN


Preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares exquisitos, vinos refinados. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el lienzo extendido sobre todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros, y alejará del país el oprobio de su pueblo —lo ha dicho el Señor—. Is 25,6-8

 

El profeta Isaías presenta la imagen de un banquete superabundante y exquisito preparado por el Señor en la cima del monte, símbolo de convivencia y comunión, destinado a todos los pueblos. En el momento de volver al Padre, el Señor Jesús confía a sus discípulos la tarea de llegar a todos los pueblos, para servirles un banquete compuesto por un alimento que da plenitud de vida y de alegría. A través de su Iglesia, guiada por su Espíritu, el Señor quiere reavivar la esperanza en el corazón de la humanidad, devolver la alegría y salvar a todos, especialmente a aquellos cuyos rostros están surcados por las lágrimas y que claman a Él en la angustia. Sus gritos llegan a oídos de todos los discípulos de Cristo, hombres y mujeres que caminan por las profundidades de las vicisitudes humanas. Sus gritos son aún más fuertes en este tiempo en que el camino del Sínodo se ha visto acompañado por el estallido de nuevas guerras y conflictos armados, que se suman a los ya de por sí numerosos conflictos que siguen tiñendo de sangre el mundo.


En el corazón del Sínodo 2021-2024. Para una Iglesia sinodal. Comunión, participación, misión hay una llamada a la alegría y a la renovación del Pueblo de Dios en el seguimiento del Señor y en el compromiso al servicio de su misión. La llamada a ser discípulos misioneros se funda en la identidad bautismal común, se arraiga en la diversidad de contextos en los que la Iglesia está presente y encuentra unidad en el único Padre, en el único Señor y en el único Espíritu. Interpela a todos los bautizados, sin excepción: «Todo el Pueblo de Dios es el sujeto del anuncio del Evangelio. En él, todo bautizado es convocado para ser protagonista de la misión porque todos somos discípulos misioneros» (CTI, n. 53). Esta renovación encuentra su expresión en una Iglesia que, reunida por el Espíritu mediante la Palabra y el Sacramento (cf. CD 11), anuncia la salvación que experimenta continuamente, a un mundo hambriento de sentido y sediento de comunión y solidaridad. Es para este mundo para el que el Señor prepara un banquete en su monte.

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