miércoles, 25 de septiembre de 2024

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

                                                



HOJA PARROQUIAL

28 y 29 de Septiembre de 2024

Domingo XXVI del Tiempo Ordinario. Ciclo B


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana















ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


“El que no está contra nosotros, está a favor nuestro. Si tu mano te induce a pecar, córtatela


LECTURAS



Primera lectura del Libro de los Números 11, 25-29


En aquellos días, el Señor bajó en la Nube, habló con Moisés y, apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos. En cuanto se posó sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar. Pero no volvieron a hacerlo.

Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque eran de los designados, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento.

Un muchacho corrió a contárselo a Moisés:
«Eldad y Medad están profetizando en el campamento».

Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino:
«Señor mío, Moisés, prohíbeselo».

Moisés le respondió:
«¿Es que estás tú celoso por mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el espíritu del Señor y profetizara!».


Salmo 18, 8. 10. 12-13. 14 R: Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón


La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R.

El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.

Aunque tu siervo es instruido por ellos
y guardarlos comporta una gran recompensa.
¿Quien conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta. R.

Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré libre e inocente
del gran pecado. R.


Segunda lectura de la carta del Apóstol Santiago 5, 1-6


Atención, ahora, los ricos: llorad a gritos por las desgracias que se os vienen encima.

Vuestra riqueza está podrida y vuestros trajes se han apolillado. Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y su herrumbre se convertirá en testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego.

¡Habéis acumulado riquezas... en los últimos días!

Mirad el jornal de los obreros que segaron vuestros campos, el que vosotros habéis retenido, está gritando, y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor del universo.

Habéis vivido con lujo sobre la tierra y os habéis dado a la gran vida, habéis cebado vuestros corazones para el día de la matanza. Habéis condenado, habéis asesinado al inocente, el cual no os ofrece resistencia.


Evangelio según San Marcos 9, 38-43. 45. 47-48


En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros».

Jesús respondió:
«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.

Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la “gehenna”, al fuego que no se apaga.

Y, si tu pie te hace pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna.”

Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».



Los textos son cogidos de la página de 






ver





El pasado mes de junio, fue noticia el rescate de un cayuco por parte de la tripulación de un crucero de lujo que realizaba la vuelta al mundo. El cayuco llevaba unos 20 días en el mar, y necesitaba ayuda urgente: en él había 68 supervivientes y 5 fallecidos. Podemos imaginarnos el enorme contraste, en todos los sentidos, entre lo que es un crucero de lujo, y un cayuco. Unos pasajeros del crucero de lujo dijeron que esto había sido ‘un golpe de realidad. Vives en una burbuja de fantasía y, de repente, te topas con esta triste realidad’.   




juzgar



Probablemente los viajeros del crucero ‘sabían’ que existían los cayucos, las personas que, en muchos lugares del mundo, arriesgan su vida simplemente para sobrevivir… pero necesitaban ‘un golpe de realidad’ para sentirse personalmente cuestionados, al verse ellos mismos, rodeados de lujo, frente a otras personas como ellos, pero rodeados de miseria y muerte. 


Hemos escuchado en la 2ª lectura las palabras del apóstol Santiago: “Atención, los ricos… vuestra riqueza está podrida, vuestro oro y vuestra plata están oxidados… Habéis vivido con lujo sobre la tierra y os habéis dado a la gran vida…”. Pero no caigamos en el error de pensar que esto no va con nosotros, porque no somos personas adineradas: estas palabras también van dirigidas a nosotros. La mayoría de personas del llamado ‘primer mundo’ vivimos en una ‘burbuja de fantasía’, somos ‘ricos’ y ‘vivimos con lujo’, comparados con la mayor parte de la humanidad. También viajamos en un ‘crucero de lujo’, ya que formamos parte del ‘estado de bienestar’ y damos por supuesto que tenemos derecho a disponer de una serie de bienes y servicios que aseguren nuestra calidad y nivel de vida. Algo que millones de personas en el mundo no tienen. 


Y no podemos alegar ignorancia: los medios de comunicación y redes sociales nos presentan a diario situaciones de sufrimiento en diferentes grados, pero eso no queremos verlo, como denuncia el Papa Francisco en “Fratelli tutti”, «hoy todo se puede disimular, alterar. Esto hace que el encuentro directo con los límites de la realidad se vuelva intolerable. Como consecuencia, se opera un mecanismo de “selección” y se crea el hábito de separar inmediatamente lo que me gusta de lo que no me gusta, lo atractivo de lo feo. Así las personas o situaciones que herían nuestra sensibilidad o nos provocaban desagrado hoy sencillamente son eliminadas, construyendo un círculo virtual que nos aísla del entorno en el que vivimos» (47). Y, «como todos estamos muy concentrados en nuestras propias necesidades, ver a alguien sufriendo nos molesta, porque no queremos perder nuestro tiempo por culpa de los problemas ajenos. Estos son síntomas de una sociedad enferma, porque busca construirse de espaldas al dolor» (65). 


Para romper con esta situación, necesitamos el ‘golpe de realidad’ que nos ha proporcionado el Señor en el Evangelio: “Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la “gehena”… Y si tu pie te induce a pecar, córtatelo… y si tu ojo te induce a pecar, sácatelo…”. 


Normalmente interpretamos estas palabras en un sentido moral, pero hoy ampliémoslas: 


“Si tu mano te induce a pecar…” ¿Estoy haciendo algo, de forma concreta y efectiva, para actuar frente a las situaciones de pobreza y exclusión, o vivo en una ‘burbuja de fantasía’, voy a la mía desentendiéndome de otros temas y personas, a no ser que me afecten directamente? 


“Si tu pie de induce a pecar…” ¿Cómo es mi caminar cada día? ¿Cómo es mi estilo de vida, mis valores, mi forma de consumir bienes y servicios? ¿Voy como en un ‘crucero de lujo’, o tengo presente las malas condiciones de vida que sufren millones de personas? 


“Si tu ojo te induce a pecar…” ¿Cómo me sitúo ante la realidad? ¿Estoy verdaderamente informado, o me limito a ser espectador, sin que lo que ‘veo’ me impacte realmente?




actuar





La vida no es ‘un crucero de lujo’ reservado sólo para algunos. Como dijo el Papa Francisco durante la pandemia, «en esta barca, estamos todos. No podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos». ‘Cortemos’ con todo lo que nos hace caer en la indiferencia y acojamos el ‘golpe de realidad’ que el Señor nos hace con su Palabra, para reaccionar, como indica el Papa: «Cada día se nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Seamos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas. Sólo falta el deseo gratuito, puro y simple de ser constantes e incansables en la labor de incluir, de integrar, de levantar al caído». (77)







SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO

INSTRUMENTUM LABORIS

XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS

PARA LA SEGUNDA SESIÓN

(OCTUBRE DE 2024)



7. La sinodalidad «debe expresarse en el modo ordinario de vivir y obrar de la Iglesia [...y] se realiza mediante la escucha comunitaria de la Palabra y la celebración de la Eucaristía, la fraternidad de la comunión y la corresponsabilidad y participación de todo el Pueblo de Dios, en sus diferentes niveles y en la distinción de los diversos ministerios y roles, en su vida y en su misión» (ibíd.). El término indica también las estructuras y los procesos eclesiales en los que se expresa la naturaleza sinodal de la Iglesia a nivel institucional y, por último, designa aquellos acontecimientos particulares en los que la Iglesia es convocada por la autoridad competente (cf. ibíd.). Al referirse a la realidad de la Iglesia, la categoría de sinodalidad no se presenta como alternativa a la de comunión. De hecho, en el contexto de la eclesiología del Pueblo de Dios ilustrada por el Concilio Vaticano II, el concepto de comunión expresa la sustancia profunda del misterio y de la misión de la Iglesia, que halla en la celebración de la Eucaristía su fuente y su culminación, es decir, la unión con Dios Trinidad y la unidad entre las personas humanas que se realiza en Cristo mediante el Espíritu Santo. La sinodalidad, en el mismo contexto, «indica la específica forma de vivir y obrar de la Iglesia Pueblo de Dios que manifiesta y realiza en concreto su ser comunión en el caminar juntos, en el reunirse en asamblea y en el participar activamente de todos sus miembros en su misión evangelizadora» (CTI, n. 6).

 

8. La sinodalidad no supone en modo alguno la devaluación de la autoridad particular y de la tarea específica 4que Cristo mismo confía a los pastores: los obispos con los presbíteros, sus colaboradores, y el Romano Pontífice como «principio y fundamento perpetuo y visible de unidad así de los Obispos como de la multitud de los fieles» (LG 23). Por el contrario, ofrece «el marco interpretativo más adecuado para comprender el mismo ministerio jerárquico» (Francisco, Discurso en la Conmemoración del 50 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, 17 de octubre de 2015), invitando a toda la Iglesia, incluidos los que ejercen una autoridad, a una auténtica conversión y reforma.

 

9. La sinodalidad no es un fin en sí misma, puesto que, al ofrecer la posibilidad de expresar la naturaleza de la Iglesia y valorizar todos los carismas, las vocaciones y los ministerios en la Iglesia, permite a la comunidad de los que «creen y ven a Jesús» (LG 9) anunciar el Evangelio de la manera más adecuada a las mujeres y a los hombres, de cualquier época y lugar, y ser «sacramento visible» (ibíd.) de la unidad salvífica querida por Dios. Sinodalidad y misión están, pues, íntimamente ligadas. Si la segunda sesión se centra en ciertos aspectos de la vida sinodal, lo hace con vistas a una mayor eficacia en la misión. Al mismo tiempo, la sinodalidad es la condición para proseguir el camino ecuménico hacia la unidad visible de todos los cristianos. El grupo de estudio n. 10 se ocupa de la recepción de los frutos del camino ecuménico en las prácticas eclesiales. La unidad como armonía en las diferencias La unidad como armonía en las diferencias

 

10. El dinamismo de la comunión eclesial y, por tanto, de la vida sinodal de la Iglesia encuentra su propio modelo y realización en la liturgia eucarística. En ella, la comunión de los fieles (communio fidelium) es al mismo tiempo la comunión de las Iglesias (communio Ecclesiarum), que se manifiesta en la comunión de los obispos (communio episcoporum), en razón del antiquísimo principio según el cual «la Iglesia está en el obispo y el obispo está en la Iglesia» (San Cipriano, Carta 66.8). El Señor puso al apóstol Pedro (cf. Mt 16,18) y a sus sucesores al servicio de la comunión. En virtud del ministerio petrino, el Obispo de Roma es «el principio y fundamento perpetuo y visible» (LG 23) de la unidad de la Iglesia, expresada en la comunión de todos los fieles, de todas las Iglesias, de todos los obispos. Se manifiesta así la Fundamentos 5armonía que el Espíritu obra en la Iglesia, Él que es la armonía en persona (cf. San Basilio, Homilía sobre el Salmo 29, 1) 

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