martes, 15 de octubre de 2024

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

                                                   



HOJA PARROQUIAL

19 y 20 de Octubre de 2024

Domingo XXIX del Tiempo Ordinario. Ciclo B


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana






ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


“El Hijo del Hombre ha venido a dar su vida en rescate por muchos


LECTURAS



Primera lectura del Profeta Isaías 53, 10-11


EL Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación:
verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.

Por los trabajos de su alma verá la luz,
el justo se saciará de conocimiento.

Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos.


Salmo 32, 4-5. 18-19. 20 y 22 R: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti


La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.


Segunda lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16


Hermanos:

Ya que tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios, mantengamos firme la confesión de fe.

No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado. Por eso, comparezcamos confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno.


Evangelio según San Marcos 10, 35-45


En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:

«Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir».

Les preguntó:
«¿Qué queréis que haga por vosotros?».

Contestaron:
«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».

Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís, ¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?».

Contestaron:
«Podemos».

Jesús les dijo:
«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y seréis bautizados con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado».

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, llamándolos, les dijo:
«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos».



Los textos son cogidos de la página de 







ver





«A veces da la impresión de que seguir a Jesucristo es como un castigo o una exigencia que pesa sobre los hombros de los cristianos». Con estas palabras comienza D. José Mª Calderón, director de las Obras Misionales Pontificias en España, la presentación de la Jornada del DOMUND que hoy celebramos. Y hemos de confesar que para muchos es así: por ser cristiano hay que cumplir unos mandamientos y seguir un comportamiento moral que nos obliga a muchas renuncias; la Eucaristía se convierte en un precepto que procuro quitarme de encima cuanto antes el sábado por la tarde para tener el domingo ‘libre’; y hasta los compromisos evangelizadores en la parroquia o en otros ámbitos eclesiales se viven como una carga que conlleva demasiado trabajo y pocas satisfacciones.    




juzgar



Desde esta perspectiva, quienes viven así su seguimiento de Jesucristo se verán reflejados (erróneamente) en las palabras con que ha comenzado la 1ª lectura: “El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento”. Forma parte de una sección del libro del profeta Isaías conocida como ‘El Cántico del Siervo Sufriente’, que indica que el Plan de salvación de Dios pasa a través del sufrimiento voluntario del Siervo. La reflexión cristiana ve en estas palabras una prefiguración de la Pasión de Jesucristo, como hoy nos ha dicho en el Evangelio: “Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos”. 

 

Santiago y Juan están viviendo el seguimiento de Jesús como una exigencia que les pesa y por eso piden a Jesús: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”, pero Jesús les responde: “El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”. Parece que así Jesús refuerza su idea de la carga y exigencia que supone seguirle, y que obliga a ser ‘servidor’ y ‘esclavo’; pero Jesús conoce la continuación del pasaje de Isaías que también hemos escuchado: “Por los trabajos de su alma verá la luz…”. Jesús quiere que sus discípulos de entonces y de ahora comprendamos que es verdad que seguirle es exigente, pero esa exigencia no debemos vivirla como una carga o un castigo, sino que, cuando la aceptamos como respuesta a la llamada de Dios, puede tener un poder transformador, precisamente por la entrega y el sacrificio. 

 

Las palabras de Jesús van dirigidas a todos nosotros, pero hoy nos sirven para valorar y agradecer el trabajo de algunos miembros de la Iglesia que están anunciando el Evangelio en territorios lejanos: los misioneros. Ellos son un reflejo de lo que la 2ª lectura ha dicho de Jesús: “No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades…”. Los misioneros ‘padecen con’ quienes viven en situaciones de pobreza, tanto material como la mayor pobreza, que es desconocer a Cristo. Por eso, no buscan puestos de honor allí donde son enviados, sino que se hacen servidores y trabajan y sufren para que otros puedan conocer, amar y seguir a Cristo. 

 

Los misioneros hacen vida el lema de este año: “ID E INVITAD A TODOS AL BANQUETE”. Como dice José Mª Calderón: «Jesús ha venido a este nuestro mundo para que la persona, de cualquier condición, raza, color, situación social… pueda descubrir el verdadero motivo de la esperanza capaz de hacer superar las dificultades y las cruces. Por eso, el Señor nos envía: “Id”, salid, buscad a quien todavía no ha encontrado el verdadero sentido de su vida. “E invitad a todos la banquete”, para que los hombres y mujeres de hoy tengan la oportunidad de descubrir que el Señor les llama, les invita, les ama. Y el banquete al que Jesús nos está invitando se hace presente ya en nuestro mundo actual. El Señor quiere invitar a todos a participar del banquete de la Eucaristía, en que Él mismo se nos da como alimento, como viático para la vida eterna».




actuar





El lema de este año rompe con la impresión de que seguir a Jesucristo es un castigo o una exigencia que pesa sobre los hombros de los cristianos. Es verdad que lleva trabajo y a veces sufrimiento, y que requiere una actitud de servicio sin esperar recompensa; pero el DOMUND nos hace recordar lo afortunados que somos por conocer a Jesús y su Evangelio. Y también nos recuerda que Él cuenta con nosotros para ser sus discípulos misioneros, para invitar a otros a que se unan a su gran banquete, ya ahora en la Eucaristía y un día en su Reino. Sintámonos enviados a esta misión de la Iglesia y apoyemos con nuestra oración y nuestro donativo a los misioneros, para que muchos hombres y mujeres puedan entrar en el banquete de Dios. 







SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO

INSTRUMENTUM LABORIS

XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS

PARA LA SEGUNDA SESIÓN

(OCTUBRE DE 2024)



20. El estilo sinodal de la Iglesia ofrece muchas sugerencias importantes para la humanidad. En una época caracterizada por desigualdades cada vez mayores, por la creciente desilusión con los modelos tradicionales de gobierno, por el desencanto con respecto al funcionamiento de la democracia y el predominio del modelo de mercado en las relaciones interhumanas y por la tentación de resolver los conflictos recurriendo a la fuerza en lugar del diálogo, la sinodalidad puede ser de inspiración para el futuro de nuestras sociedades. Su atractivo radica en el hecho de que no se trata de una estrategia de gestión, sino de una práctica que hay que vivir y celebrar con gratitud. La forma sinodal de vivir las relaciones es un testimonio social que responde a la profunda necesidad humana de ser acogidos y sentirse reconocidos dentro de una comunidad concreta. Es un reto para el creciente aislamiento de las personas y el individualismo cultural, que incluso la Iglesia ha absorbido a menudo, y nos llama al cuidado mutuo, a la interdependencia y a la corresponsabilidad en favor del bien común. Pero también plantea un reto a un comunitarismo social exagerado que asfixia a las personas y no les permite ser sujetos libres de su propio desarrollo. La voluntad de escuchar a todos, especialmente a los pobres, que promueve el estilo de vida sinodal, contrasta fuertemente con un mundo en el que la concentración de poder excluye a los pobres, a los marginados y a las minorías. La concreción del proceso sinodal ha mostrado hasta qué punto la Iglesia misma necesita crecer en esta dimensión, éste es el objeto del trabajo del grupo de estudio n. 2.


21. En todas las etapas del proceso sinodal resonó con fuerza la necesidad de sanación, reconciliación y restablecimiento de la confianza en el seno de la Iglesia y de la sociedad. Se trata de una directriz fundamental del compromiso misionero del Pueblo de Dios en nuestro mundo, y al mismo tiempo un don que debemos invocar desde lo alto. El deseo de recorrer este camino es en sí mismo un fruto de la renovación sinodal.


Parte I

Relaciones


A lo largo del proceso sinodal y en todas las latitudes surgió la exigencia de una Iglesia que no fuera burocrática, sino capaz de alimentar las relaciones: con el Señor, entre hombres y mujeres, en la familia, en la comunidad, entre los grupos sociales. Sólo una red de relaciones que teja la multiplicidad de las pertenencias es capaz de sostener a los individuos y a las comunidades, de ofrecerles puntos de referencia y orientación y de mostrarles la belleza de la vida según el Evangelio; es en las relaciones, con Cristo, con los demás, en la comunidad, que se transmite la fe.


Como exigencia de la misión, la sinodalidad no debe concebirse como un expediente organizativo, sino que debe vivirse y cultivarse como el conjunto de modalidades mediante las cuales los discípulos de Jesús tejen relaciones solidarias, capaces de corresponder al amor divino que les alcanza continuamente y que están llamados a testimoniar en los contextos concretos en los que se encuentran. Para comprender cómo ser una Iglesia sinodal en misión, es necesario pasar por una conversión relacional, que reoriente las prioridades y la acción de cada uno, especialmente de aquellos cuya tarea es animar las relaciones al servicio de la unidad, en la concreción de un intercambio de dones que libera y enriquece a todos.


En Cristo y en el Espíritu: la iniciación cristiana En Cristo y en el Espíritu: la iniciación cristiana


22. «La Iglesia peregrina es misionera por su misma naturaleza, puesto que toma su origen de la misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el designio salvífico de Dios Padre» (AG 2). El encuentro con Jesús, la adhesión de fe a su persona y la iniciación cristiana introducen en la vida misma de la Trinidad. Al donar el Espíritu Santo, el Señor Jesús hace partícipes de su relación con el Padre a quienes reciben el bautismo. El Espíritu del que Jesús estaba lleno y que le guiaba (cf. Lc 4,1), que le ungió y le envió a proclamar el Evangelio (cf. Lc 4,18), que le resucitó de entre los muertos (cf. Rom 8,11) es el mismo que ungió a los miembros del Pueblo de Dios. Este Espíritu nos hace hijos y herederos de Dios y por él nos dirigimos a Dios llamándole «¡Abba, Padre!» (Gal 4,6; Rom 8,15).

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