La vida parroquial de las Parroquias de la Concepción, el Carmen y San Joaquín y Santa Ana
sábado, 30 de noviembre de 2024
miércoles, 27 de noviembre de 2024
HOJA PARROQUIAL. DOMINGO I DE ADVIENTO. CICLO C
HOJA PARROQUIAL
30 de Noviembre y 1 de Diciembre de 2024
Domingo I de Adviento. Ciclo C
“Reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos”
LECTURAS
Primera lectura del profeta Jeremías 33, 14-16
Salmo 24 R. A ti, Señor, levanto mi alma
Segunda lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 3, 12 — 4, 2
Evangelio según San Lucas 21, 25-28. 34-36
Los textos son cogidos de la página de
ver
Esta homilía comenzamos a prepararla durante los días en que en la provincia de Valencia y otros lugares de España se estaban sufriendo las catastróficas consecuencias de las inundaciones acaecidas a finales de octubre por la DANA. Fueron días de mucho dolor, sufrimiento, muerte, angustia, desesperación, rabia… En todas partes había un sentimiento generalizado de profunda tristeza, tanto por lo que se estaba viviendo ahora como por el futuro que les espera a tantas personas que han perdido seres queridos y también lo han perdido todo. Si esto lo unimos a las guerras que no cesan, el drama de la inmigración y a tantos otros males que aquejan a nuestro mundo, el panorama es desolador, y no es de extrañar que predomine el abatimiento y la desesperanza.
juzgar
Hoy comenzamos el tiempo de Adviento y, en este ambiente generalizado, no resulta fácil hablar de lo propio del Adviento, que es la esperanza. Pero precisamente por lo mal que está todo, tenemos que dejar que resuenen las palabras que Jesús ha dicho en el Evangelio: “Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación”.
Jesús no ha venido a traer un mensaje fantasioso e ilusorio, el ‘opio del pueblo’. El Evangelio, la Buena Noticia que Él anuncia, esta enraizada en la realidad, por dura que ésta sea, como también ha dicho, utilizando un lenguaje apocalíptico: “Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas, desfalleciendo por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo”. Pero estas imágenes, que podrían fácilmente aplicarse a nuestra realidad actual, no pretenden infundirnos miedo sino todo lo contrario, esperanza: “Entonces verán al Hijo del hombre venir…”.
Ante situaciones trágicas, es lógico caer en la desesperación, la zozobra, el sinsentido de la existencia. Pero Jesús es la Buena Noticia del Dios que, por amor, se ha encarnado por nosotros y por nuestra salvación. Por eso, el Adviento nos recuerda cada año que Dios es un Dios cercano: vino una vez al hacerse hombre, como celebraremos en Navidad; vendrá de nuevo, al final de los tiempos, no sabemos cuándo; y también viene ahora, «en cada persona, en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe» (Prefacio III de Adviento). La llamada a la esperanza es porque la fe en Dios no es sólo para el futuro, sino para el presente. Dios es compañero de camino sobre todo, cuando éste más duro se presenta. Y desde esta esperanza podemos acoger las palabras de Jesús: “Levantaos, alzad la cabeza”.
Para que podamos levantarnos y alzar la cabeza, el Señor añade: “Tened cuidado de vosotros, no sea que emboten vuestros corazones… Estad despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder”. Son unas llamadas a no dejarnos arrastrar ni por sentimientos pesimistas ni por huidas de la realidad, sino a ser responsables y conscientes por nosotros y por los demás, desde la vigilancia y la oración, que también son elementos propios del Adviento.
Y para empezar a ‘levantarnos y alzar la cabeza’, para afrontar desde la fe la realidad que debemos vivir, el Salmo responsorial pone en nuestros labios las palabras adecuadas: “A Ti, Señor, levanto mi alma. Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque Tú eres mi Dios y Salvador”. Éste es el punto en el que debemos situarnos al comienzo de este Adviento.
actuar
SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO
INSTRUMENTUM LABORIS
XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
PARA LA SEGUNDA SESIÓN
(OCTUBRE DE 2024)
49. La expresión “intercambio de dones” posee un valor importante en las relaciones con otras Iglesias y comunidades eclesiales. San Juan Pablo II aplicó esta idea al diálogo ecuménico: «El diálogo no es sólo un intercambio de ideas. Es siempre de algún modo un “intercambio de dones”» (UUS 28). Además del diálogo teológico, el intercambio de dones tiene lugar en la puesta en común de la oración, por la cual nos abrimos a recibir los dones de tradiciones espirituales distintas de la nuestra. El ejemplo de mujeres y hombres santos de otras Iglesias y comunidades eclesiales es también un don que podemos recibir, incluyendo por ejemplo su memoria en nuestro calendario litúrgico, especialmente la de los mártires. En este espíritu debemos ser generosos, ofreciendo a otros cristianos la oportunidad de peregrinar y rezar en los santuarios y lugares santos custodiados por la Iglesia católica.
50. El diálogo entre las religiones y con las culturas no es ajeno al camino del Sínodo, sino que forma parte de su llamada a vivir relaciones más intensas, por el hecho de que «en todo tiempo y en todo pueblo es grato a Dios quien le teme y practica la justicia» (LG 9; cf. Hch 10,35). Por tanto, el intercambio de dones no se limita a las Iglesias y comunidades eclesiales, porque una auténtica catolicidad amplía el horizonte y pide la voluntad de acoger también aquellos factores de promoción de la vida, de la paz, de la justicia y del desarrollo humano integral presentes en otras culturas y tradiciones religiosas.
PARTE II ITINERARIOS
Una Iglesia sinodal es una Iglesia relacional, en la que las dinámicas interpersonales forman el tejido de la vida de una comunidad en misión, en un contexto cada vez más complejo. Esta perspectiva no separa, sino que capta los vínculos entre las experiencias, permitiendo aprender de la realidad releída a la luz de la Palabra, de la Tradición, de los testimonios ejemplares, pero también de los errores cometidos.
La Parte II destaca los procesos que garantizan el cuidado y el desarrollo de las relaciones, en particular, la unión con Cristo en vista de la misión, y la armonía de la vida comunitaria, gracias a la capacidad de afrontar juntos los conflictos y las dificultades. Se centra en cuatro ámbitos distintos, pero profundamente entrelazados en la vida de la Iglesia sinodal misionera: la formación, especialmente a la escucha (de la Palabra de Dios, de los hermanos y hermanas y de la voz del Espíritu) y al discernimiento, que lleva al desarrollo de modalidades participativas de toma de decisiones, respetando los diferentes roles, con una circularidad que llega a la transparencia, a rendir cuentas de las responsabilidades recibidas y a una evaluación que relanza el discernimiento para la misión. Fuente y culmen de este dinamismo es la Eucaristía, que pone en la raíz de las relaciones la gratuidad del amor del Padre, a través del Hijo en el Espíritu. El alimento que sostiene a una Iglesia sinodal misionera es también el contenido de su anuncio al mundo.
Una formación integral y compartida
51. «Preocuparse de la propia formación es la respuesta que todo bautizado está llamado a dar a los dones del Señor, para hacer fructificar los talentos recibidos y ponerlos al servicio de todos» (IdS 14a). Estas palabras del Informe de Síntesis de la Primera Sesión explican por qué la necesidad de formación fue uno de los temas que surgieron con mayor fuerza y universalidad a lo largo del proceso sinodal. Responder a la pregunta «¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión?» requiere, por tanto, dar prioridad a la elaboración de itinerarios de formación coherentes, con especial atención a la formación permanente para todos.
52. Para muchos, la participación en las reuniones sinodales ha sido una oportunidad de formación en la comprensión y la práctica de la sinodalidad, que ha hecho aflorar con fuerza el deseo de comprender mejor el significado de la dignidad bautismal o ese «sentido sobrenatural de la fe» (LG 12) del que el Espíritu hace don al Pueblo de Dios. La primera necesidad es, pues, una formación más profunda en el conocimiento del modo en que el Espíritu actúa en la Iglesia y la guía a lo largo de la historia.
53. No hay misión sin contexto, no hay Iglesia sin arraigo en un lugar preciso, con sus especificidades culturales y sus contingencias históricas. Por eso no es posible elaborar planes de formación en abstracto. Su definición corresponde a las Iglesias locales y a sus agrupaciones. Aquí, por tanto, nos limitamos a indicar algunas orientaciones y características fundamentales de la formación en la perspectiva de la sinodalidad, que han de concretarse, teniendo en cuenta los contextos, las culturas y las tradiciones de los diferentes lugares.
54. Una Iglesia sinodal misionera se funda en la capacidad de escucha, lo que exige reconocer que nadie es autosuficiente en el ejercicio de su misión y que todos tienen algo que ofrecer y algo que aprender de los demás. La formación en la escucha es, por tanto, un primer requisito esencial. La práctica de la conversación en el Espíritu ha permitido experimentar cómo pueden entrelazarse la escucha de la Palabra de Dios y la de los hermanos y hermanas, y cómo esta dinámica abre progresivamente a la escucha de la voz del Espíritu: muchas aportaciones recibidas insisten en la importancia de formarse en este método. En la Iglesia existe una gama diversa de métodos de escucha, diálogo y discernimiento, en función de la diversidad de culturas y tradiciones espirituales. Promover la formación en esta pluralidad de métodos y el diálogo entre ellos en los contextos locales es un objetivo de gran relevancia. Un punto especialmente significativo en esta dirección es la escucha de las personas que experimentan diversos tipos de pobreza y marginación. Muchas Iglesias señalan que no se sienten preparadas para esta tarea y expresan la necesidad de una formación específica. Este es uno de los puntos encomendados a los trabajos del Grupo de Estudio n. 2.
viernes, 22 de noviembre de 2024
FIESTA EN HONOR A LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Domingo Día 1.-
12,00 horas: Iglesia Matriz de La Concepción.
Todos los días a la misma hora: Repique de campanas y lanzamiento de cohetes anunciando la Solemnidad de la Patrona del Realejo Bajo y de nuestra Parroquia.
CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA. Participada por todos los niños de la Catequesis. Al finalizar la celebración: SOLEMNE BAJADA DE LA INMACULADA, desde su Camarín hasta el Presbiterio, acompañada de la ofrenda de los ángeles. Gozoso canto del Himno de la Purísima.
Jueves Día 5.-
19,00 horas: Iglesia de La Concepción.
Primer día del Triduo. CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA. Preside y predica el párroco.
Viernes Día 6.-
19,00 horas: Iglesia de La Concepción.
Segundo día del Triduo. CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA. Preside y predica el párroco.
Sábado Día 7.-
19,00 horas: Iglesia de La Concepción.
Tercer día del Triduo. CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA. Preside y predica el párroco. Canta el Coro El Carmen.
20,00 horas: Ermita de Ntra. Sra. de la Concepción en Tigaiga. CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA. Al finalizar la misma, piadosa procesión de la Santísima Virgen por los alrededores de la Ermita, con el rezo del Santo Rosario pidiendo por las familias de nuestras Parroquias.
Domingo Día 8.-
11,00 horas: Iglesia de La Concepción.
DÍA DE LA COMUNIDAD PARROQUIAL
SOLEMNE CELEBRACIÓN EN HONOR DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
“¡Cielos y Tierra aclamen sus glorias y su honor!”
Preside y predica don Jorge Concepción Feliciano, nuestro párroco. Canta el Coro de San Andrés y Santa Mónica. Participación de la Vble. Hermandad del Santísimo Sacramento, de la Vble. Hermandad-Cofradía de Ntra. Sra. del Carmen, la Archicofradía del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, y de las Cofradías de: Ntra. Sra. del Rosario, El Santísimo Cristo de la Redención, el Señor de La Salud y Misericordia atado a la Columna, El Señor con la Cruz a cuestas, Ntra. Sra. de los Dolores, La Piedad de Ntra. Sra., y Ntra. Sra. de los Afligidos.
Finalizada la celebración: SOLEMNE PROCESIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN por el recorrido acostumbrado, acompañada de los sacerdotes, Hermandades y Cofradías, Corporación Municipal, Fieles y Banda de Música “La Filarmónica”.
Del 9 al 15.-
Iglesia de La Concepción. OCTAVA DE LA INMACULADA. Todos los días: rezo del SANTO ROSARIO a las 18,30.
jueves, 21 de noviembre de 2024
HOJA PARROQUIAL. DOMINGO XXXIV DEL TIEMPO ORDINARIO. SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY. CICLO B
HOJA PARROQUIAL
16 y 17 de Noviembre de 2024
Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario. Ciclo B
Solemnidad de Cristo Rey
“Tú lo dices: Soy Rey”
LECTURAS
Primera lectura del Profeta Daniel 7, 13-14
Seguí mirando. Y en mi visión nocturna
vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo.
Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia.
A él se le dio poder, honor y reino.
Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron.
Su poder es un poder eterno, no cesará.
Su reino no acabará.
Salmo 92, 1ab. 1c-2. 5 R: El Señor reina, vestido de majestad.
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R/.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R/.
Segunda lectura del Libro del Apocalipsis 1, 5-8
Jesucristo es el testigo fiel,
el primogénito de entre los muertos,
el príncipe de los reyes de la tierra.
Al que nos ama,
y nos ha librado de nuestros pecados con su sangre,
y nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios, su Padre.
A él, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Mirad: viene entre las nubes. Todo ojo lo verá, también los que lo traspasaron. Por él se lamentarán todos los pueblos de la tierra.
Sí, amén.
Dice el Señor Dios:
«Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y ha de venir, el todopoderoso».
Evangelio según san Juan 18, 33b-37
En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús:
«¿Eres tú el rey de los judíos?».
Jesús le contestó:
«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».
Pilato replicó:
«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».
Jesús le contestó:
«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
Pilato le dijo:
«Entonces, ¿tú eres rey?».
Jesús le contestó:
«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».
Los textos son cogidos de la página de
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Cuando sucede algún accidente, o se comete un delito, o surge la noticia de un escándalo, un fraude, un caso de corrupción, se abre una investigación para averiguar la verdad de lo ocurrido. El ser humano necesita encontrar la verdad de los hechos, de la realidad, de sí mismo. Pero desde hace un tiempo se ha acuñado el término ‘posverdad’, que significa la distorsión deliberada de una realidad, manipulando las creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. El ejercicio de la posverdad genera tal nivel de confusión, nos encontramos con tantas ideas y opiniones, que acabamos pensando que es imposible encontrar la verdad.
juzgar
Hoy es el último domingo del presente año litúrgico. A partir del próximo domingo, primero de Adviento, comienza un nuevo ciclo. Y terminamos el año litúrgico celebrando la solemnidad de Jesucristo, Rey de Universo. En las diferentes lecturas hemos escuchado referencias a este reinado:
“A él se le dio poder, honor y reino…” (1ª lectura) “Nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios su Padre…” (2ª lectura) Y en el Evangelio hemos escuchado el diálogo entre Pilato y Jesús: “Pilato le dijo: ‘Entonces, ¿tú eres rey?’. Jesús le contestó: ‘Tú lo dices: soy rey’”.
Una mala interpretación del sentido de esta fiesta ha hecho que se piense en Jesucristo como un Rey al estilo humano, representándolo con corona de oro y joyas, cetro y sentado en un trono, transmitiendo la idea de que por fin Cristo se ha impuesto sobre tanto mal y caos como hay en el mundo y reina con fuerza, poder y gloria para siempre.
Pero el propio Jesús en el Evangelio nos ha ofrecido el verdadero sentido de que Él sea Rey: “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad”. Y, aunque hoy no lo hemos leído, tras las palabras de Jesús, Pilato le pregunta: “¿Y qué es la verdad?”.
Y la Verdad es Jesús mismo, como ya había dicho a Tomás: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6). Jesús es la Verdad porque es la encarnación del amor de Dios: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16). Un amor llevado hasta el extremo de la Cruz, que es la prueba definitiva de la Verdad que es Jesús.
Por tanto, celebrar a Jesucristo como Rey del Universo es celebrar y desear que en todas las realidades reine la Verdad. No ‘una verdad’ cualquiera; tampoco ‘nuestra verdad, sino la única Verdad, que es uno de los distintivos del Reino de Dios, como diremos en el Prefacio: «Un Reino eterno y universal: el Reino de la verdad y la vida…»
Celebrar a Jesucristo Rey del Universo, desear que reine la Verdad frente a tanta posverdad que nos rodea, requiere aplicar en nuestra vida el criterio de interpretación de la realidad que es Jesús y su Evangelio. La Verdad reina cuando amamos como Él nos ha amado, hasta el extremo; cuando actuamos desde el servicio, cuando vivimos el perdón, cuando acogemos a los pecadores, los últimos, los descartados. La Verdad reina cuando llevamos a la práctica las Bienaventuranzas: la pobreza de espíritu, la humildad, la misericordia, el hambre y sed de justicia, el trabajo por la paz…
Celebrar a Jesucristo como Rey del Universo nos enseña a evitar que reine la posverdad, porque la verdad no está en el fraude, la manipulación, el egoísmo, la injusticia, la opresión, la violencia, la mentira…
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SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO
INSTRUMENTUM LABORIS
XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
PARA LA SEGUNDA SESIÓN
(OCTUBRE DE 2024)
Entre las Iglesias y en el mundo: la concreción de la comunión
42. La sinodalidad se realiza a través de redes de personas, comunidades, organismos y un conjunto de procesos que permiten un intercambio eficaz de dones entre las Iglesias y un diálogo evangelizador con el mundo. Caminar juntos como bautizados en la diversidad de los carismas, de las vocaciones y de los ministerios, así como en el intercambio de dones entre las Iglesias, es un signo sacramental importante para el mundo actual, que, por una parte, experimenta formas cada vez más intensas de interconexión y, por otra, está inmerso en una cultura mercantil que margina la gratuidad.
43. Según el Concilio, es en virtud de la catolicidad de la Iglesia que «cada una de las partes colabora con sus dones propios con las restantes partes y con toda la Iglesia» (LG 13). De ella «se derivan finalmente, entre las diversas partes de la Iglesia, unos vínculos de íntima comunión en lo que respecta a riquezas espirituales, obreros apostólicos y ayudas temporales. Los miembros del Pueblo de Dios son llamados a una comunicación de bienes, y las siguientes palabras del apóstol pueden aplicarse a cada una de las Iglesias: “El don que cada uno ha recibido, póngalo al servicio de los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 P 4,10)» (ibíd.).
44. Las Conferencias Episcopales desean que los bienes se compartan en un espíritu de solidaridad entre las Iglesias que constituyen la Iglesia católica, una y única, sin ningún afán de dominación ni pretensión de superioridad: la existencia de Iglesias ricas y de Iglesias que viven en condiciones de gran penuria es un escándalo. Por ello, se sugiere que se tomen disposiciones para promover los lazos mutuos y formar redes de apoyo también a nivel de las agrupaciones de Iglesias.
45. Todas las Iglesias locales reciben y dan en la comunión de la única Iglesia. Hay Iglesias que necesitan el apoyo de recursos financieros y materiales; otras que se enriquecen con el testimonio de la fe viva y del servicio amoroso a los más pobres; otras necesitan, sobre todo, la ayuda de los evangelizadores que comparten su vida para comunicar el Evangelio a otros pueblos. En particular, se reconoce y solicita la generosidad de presbíteros, diáconos, consagradas y consagrados, laicos y laicas comprometidos en la misión ad gentes.
46. Las Iglesias locales expresan el deseo de un intercambio de dones espirituales, litúrgicos y teológicos, y también de un mayor testimonio compartido sobre cuestiones sociales de importancia mundial, como el cuidado de la casa común y los movimientos migratorios. A este respecto, una Iglesia sinodal podrá dar testimonio de la importancia de que las soluciones a los problemas comunes se elaboren sobre la base de la escucha de las voces de todos, incluidos especialmente aquellos grupos, comunidades y países que suelen permanecer al margen de los grandes procesos mundiales. Un horizonte especialmente prometedor hoy en día para realizar formas de intercambio de dones y de compromiso coordinado es el de los grandes ámbitos geográficos supranacionales, como la Amazonia, la cuenca del Congo, el Mediterráneo u otros similares.
47. En particular, una Iglesia sinodal está invitada a leer en la perspectiva del intercambio de dones también la realidad de la movilidad humana, que se convierte en una oportunidad de encuentro entre las Iglesias en la concreción de la vida cotidiana de las ciudades y de los barrios, de las parroquias y de las diócesis o eparquías, contribuyendo así a enraizar el camino sinodal en la experiencia vivida por las comunidades. Deberá prestarse especial atención a la posibilidad de encuentro e intercambio de dones entre las Iglesias de tradición latina y las Iglesias católicas orientales de la diáspora, tema sobre el que trabaja el grupo de estudio n. 1.
48. El intercambio de dones entre las Iglesias tiene lugar en contextos marcados por la violencia, la persecución y la falta de libertad religiosa; más aún, algunas Iglesias luchan por su propia supervivencia e invocan la solidaridad de las otras Iglesias, mientras continúan compartiendo sus riquezas, fruto del enfrentamiento constante con la oposición al Evangelio y la persecución que a lo largo de la historia afecta a los discípulos del Señor. Además, el intercambio de dones tiene lugar en un contexto que aún siente los efectos del colonialismo y del neocolonialismo, que no han terminado. Una Iglesia que crece en la práctica de la sinodalidad está invitada a comprender el impacto de estas dinámicas sociales en el intercambio de dones y a buscar su transformación. También forma parte de este compromiso el reconocimiento de que muchas Iglesias son portadoras de una memoria herida y de que es necesario promover vías concretas de reconciliación.