jueves, 21 de noviembre de 2024

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO XXXIV DEL TIEMPO ORDINARIO. SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY. CICLO B

                                                        



HOJA PARROQUIAL

16 y 17 de Noviembre de 2024

Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario. Ciclo B

Solemnidad de Cristo Rey


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana










ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


Tú lo dices: Soy Rey


LECTURAS




Primera lectura del Profeta Daniel 7, 13-14


Seguí mirando. Y en mi visión nocturna
vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo.
Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia.
A él se le dio poder, honor y reino.
Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron.
Su poder es un poder eterno, no cesará.
Su reino no acabará.


Salmo 92, 1ab. 1c-2. 5 R: El Señor reina, vestido de majestad.


El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.


Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R/.


Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R/.


Segunda lectura del Libro del Apocalipsis 1, 5-8


Jesucristo es el testigo fiel,
el primogénito de entre los muertos,
el príncipe de los reyes de la tierra.
Al que nos ama,
y nos ha librado de nuestros pecados con su sangre,
y nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios, su Padre.
A él, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Mirad: viene entre las nubes. Todo ojo lo verá, también los que lo traspasaron. Por él se lamentarán todos los pueblos de la tierra.
Sí, amén.
Dice el Señor Dios:
«Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y ha de venir, el todopoderoso».


Evangelio según san Juan 18, 33b-37


En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús:
«¿Eres tú el rey de los judíos?».
Jesús le contestó:
«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».
Pilato replicó:
«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».
Jesús le contestó:
«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
Pilato le dijo:
«Entonces, ¿tú eres rey?».
Jesús le contestó:
«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».



Los textos son cogidos de la página de 







ver




Cuando sucede algún accidente, o se comete un delito, o surge la noticia de un escándalo, un fraude, un caso de corrupción, se abre una investigación para averiguar la verdad de lo ocurrido. El ser humano necesita encontrar la verdad de los hechos, de la realidad, de sí mismo. Pero desde hace un tiempo se ha acuñado el término ‘posverdad’, que significa la distorsión deliberada de una realidad, manipulando las creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. El ejercicio de la posverdad genera tal nivel de confusión, nos encontramos con tantas ideas y opiniones, que acabamos pensando que es imposible encontrar la verdad.   



juzgar



Hoy es el último domingo del presente año litúrgico. A partir del próximo domingo, primero de Adviento, comienza un nuevo ciclo. Y terminamos el año litúrgico celebrando la solemnidad de Jesucristo, Rey de Universo. En las diferentes lecturas hemos escuchado referencias a este reinado: 


“A él se le dio poder, honor y reino…” (1ª lectura) “Nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios su Padre…” (2ª lectura) Y en el Evangelio hemos escuchado el diálogo entre Pilato y Jesús: “Pilato le dijo: ‘Entonces, ¿tú eres rey?’. Jesús le contestó: ‘Tú lo dices: soy rey’”. 


Una mala interpretación del sentido de esta fiesta ha hecho que se piense en Jesucristo como un Rey al estilo humano, representándolo con corona de oro y joyas, cetro y sentado en un trono, transmitiendo la idea de que por fin Cristo se ha impuesto sobre tanto mal y caos como hay en el mundo y reina con fuerza, poder y gloria para siempre. 


Pero el propio Jesús en el Evangelio nos ha ofrecido el verdadero sentido de que Él sea Rey: “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad”. Y, aunque hoy no lo hemos leído, tras las palabras de Jesús, Pilato le pregunta: “¿Y qué es la verdad?”. 


Y la Verdad es Jesús mismo, como ya había dicho a Tomás: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6). Jesús es la Verdad porque es la encarnación del amor de Dios: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16). Un amor llevado hasta el extremo de la Cruz, que es la prueba definitiva de la Verdad que es Jesús. 


Por tanto, celebrar a Jesucristo como Rey del Universo es celebrar y desear que en todas las realidades reine la Verdad. No ‘una verdad’ cualquiera; tampoco ‘nuestra verdad, sino la única Verdad, que es uno de los distintivos del Reino de Dios, como diremos en el Prefacio: «Un Reino eterno y universal: el Reino de la verdad y la vida…» 


Celebrar a Jesucristo Rey del Universo, desear que reine la Verdad frente a tanta posverdad que nos rodea, requiere aplicar en nuestra vida el criterio de interpretación de la realidad que es Jesús y su Evangelio. La Verdad reina cuando amamos como Él nos ha amado, hasta el extremo; cuando actuamos desde el servicio, cuando vivimos el perdón, cuando acogemos a los pecadores, los últimos, los descartados. La Verdad reina cuando llevamos a la práctica las Bienaventuranzas: la pobreza de espíritu, la humildad, la misericordia, el hambre y sed de justicia, el trabajo por la paz… 


Celebrar a Jesucristo como Rey del Universo nos enseña a evitar que reine la posverdad, porque la verdad no está en el fraude, la manipulación, el egoísmo, la injusticia, la opresión, la violencia, la mentira…




actuar




¿Busco la verdad en mi vida y circunstancias? ¿Sé identificar la posverdad y rechazarla? ¿Es Cristo mi criterio de interpretación de la realidad? ¿Qué hago para que reine la Verdad? 

Es atrayente la idea de un Cristo Rey poderoso, glorioso, que por fin imponga Su voluntad sobre todo y sobre todos; pero fomentar esto sería caer en una posverdad, en una manipulación de Cristo y del mensaje del Evangelio. 

Celebrar a Jesucristo como Rey del Universo es para nosotros una llamada a “dar testimonio de la verdad”, y la Verdad es ese Cristo cuya corona es de espinas, y cuyo cetro es su Corazón, y cuyo trono es la Cruz, y que no nos impone su voluntad sino que nos propone que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado. 

“Todo el que es de la verdad escucha mi voz”. Jesús nos llama a trabajar para que reine la Verdad día a día, porque así Cristo irá reinando cada vez con más fuerza hasta que su Reino llegue a plenitud.







SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO

INSTRUMENTUM LABORIS

XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS

PARA LA SEGUNDA SESIÓN

(OCTUBRE DE 2024)



Entre las Iglesias y en el mundo: la concreción de la comunión


42. La sinodalidad se realiza a través de redes de personas, comunidades, organismos y un conjunto de procesos que permiten un intercambio eficaz de dones entre las Iglesias y un diálogo evangelizador con el mundo. Caminar juntos como bautizados en la diversidad de los carismas, de las vocaciones y de los ministerios, así como en el intercambio de dones entre las Iglesias, es un signo sacramental importante para el mundo actual, que, por una parte, experimenta formas cada vez más intensas de interconexión y, por otra, está inmerso en una cultura mercantil que margina la gratuidad.


43. Según el Concilio, es en virtud de la catolicidad de la Iglesia que «cada una de las partes colabora con sus dones propios con las restantes partes y con toda la Iglesia» (LG 13). De ella «se derivan finalmente, entre las diversas partes de la Iglesia, unos vínculos de íntima comunión en lo que respecta a riquezas espirituales, obreros apostólicos y ayudas temporales. Los miembros del Pueblo de Dios son llamados a una comunicación de bienes, y las siguientes palabras del apóstol pueden aplicarse a cada una de las Iglesias: “El don que cada uno ha recibido, póngalo al servicio de los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 P 4,10)» (ibíd.).

44. Las Conferencias Episcopales desean que los bienes se compartan en un espíritu de solidaridad entre las Iglesias que constituyen la Iglesia católica, una y única, sin ningún afán de dominación ni pretensión de superioridad: la existencia de Iglesias ricas y de Iglesias que viven en condiciones de gran penuria es un escándalo. Por ello, se sugiere que se tomen disposiciones para promover los lazos mutuos y formar redes de apoyo también a nivel de las agrupaciones de Iglesias.


45. Todas las Iglesias locales reciben y dan en la comunión de la única Iglesia. Hay Iglesias que necesitan el apoyo de recursos financieros y materiales; otras que se enriquecen con el testimonio de la fe viva y del servicio amoroso a los más pobres; otras necesitan, sobre todo, la ayuda de los evangelizadores que comparten su vida para comunicar el Evangelio a otros pueblos. En particular, se reconoce y solicita la generosidad de presbíteros, diáconos, consagradas y consagrados, laicos y laicas comprometidos en la misión ad gentes.

46. Las Iglesias locales expresan el deseo de un intercambio de dones espirituales, litúrgicos y teológicos, y también de un mayor testimonio compartido sobre cuestiones sociales de importancia mundial, como el cuidado de la casa común y los movimientos migratorios. A este respecto, una Iglesia sinodal podrá dar testimonio de la importancia de que las soluciones a los problemas comunes se elaboren sobre la base de la escucha de las voces de todos, incluidos especialmente aquellos grupos, comunidades y países que suelen permanecer al margen de los grandes procesos mundiales. Un horizonte especialmente prometedor hoy en día para realizar formas de intercambio de dones y de compromiso coordinado es el de los grandes ámbitos geográficos supranacionales, como la Amazonia, la cuenca del Congo, el Mediterráneo u otros similares.


47. En particular, una Iglesia sinodal está invitada a leer en la perspectiva del intercambio de dones también la realidad de la movilidad humana, que se convierte en una oportunidad de encuentro entre las Iglesias en la concreción de la vida cotidiana de las ciudades y de los barrios, de las parroquias y de las diócesis o eparquías, contribuyendo así a enraizar el camino sinodal en la experiencia vivida por las comunidades. Deberá prestarse especial atención a la posibilidad de encuentro e intercambio de dones entre las Iglesias de tradición latina y las Iglesias católicas orientales de la diáspora, tema sobre el que trabaja el grupo de estudio n. 1.


48. El intercambio de dones entre las Iglesias tiene lugar en contextos marcados por la violencia, la persecución y la falta de libertad religiosa; más aún, algunas Iglesias luchan por su propia supervivencia e invocan la solidaridad de las otras Iglesias, mientras continúan compartiendo sus riquezas, fruto del enfrentamiento constante con la oposición al Evangelio y la persecución que a lo largo de la historia afecta a los discípulos del Señor. Además, el intercambio de dones tiene lugar en un contexto que aún siente los efectos del colonialismo y del neocolonialismo, que no han terminado. Una Iglesia que crece en la práctica de la sinodalidad está invitada a comprender el impacto de estas dinámicas sociales en el intercambio de dones y a buscar su transformación. También forma parte de este compromiso el reconocimiento de que muchas Iglesias son portadoras de una memoria herida y de que es necesario promover vías concretas de reconciliación.

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