miércoles, 15 de enero de 2025

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

      

                                           
            

HOJA PARROQUIAL

11 y 12 de Enero de 2025

Domingo II del Tiempo Ordinario. Ciclo C


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana














ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


“Éste fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea


LECTURAS




Primera lectura del Profeta Isaías 62, 1-5


Por amor a Sion no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha.

Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor.

Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios.

Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi predilecta», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá un esposo.

Como un joven se desposa con una doncella, así te desposan tus constructores. Como se regocija el marido con su esposa, se regocija tu Dios contigo.


Salmo 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 9-10a y c R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.


Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R/.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él gobierna a los pueblos rectamente». R/.


Segunda lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12,4-11


Hermanos:
Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.

Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.

Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A este le ha concedido hacer milagros; a aquel, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas.

El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.


Evangelio según San Juan 2, 1-11


En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.

Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:
«No tienen vino».

Jesús le dice:
«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».

Su madre dice a los sirvientes:
«Haced lo que él os diga».

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.

Jesús les dice:
«Llenad las tinajas de agua».

Y las llenaron hasta arriba.

Entonces les dice:
«Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».

Ellos se lo llevaron.

El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».

Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.



Los textos son cogidos de la página de 







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“La vida sigue igual” es una canción muy conocida de Julio Iglesias. Su primera estrofa dice: «Unos que nacen, otros morirán. Unos que ríen, otros llorarán. Agua sin cauces, río sin mar. Penas y glorias, guerras y paz». Y, tras cada estrofa, el estribillo termina diciendo: «La vida sigue igual». A estas alturas del mes de enero, éste podría ser el sentimiento compartido para la mayoría: la vida sigue igual. Como dijimos el domingo del Bautismo del Señor, la celebración de la Navidad queda ya lejana, y la vida ordinaria ha vuelto ya a la normalidad, con sus problemas y quebraderos de cabeza habituales.   

 




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También los que nos llamamos cristianos podemos dejarnos llevar por esta impresión. Además de la Navidad, ha habido dos acontecimientos especialmente importantes para quienes somos y formamos la Iglesia: la celebración de la segunda sesión del Sínodo sobre la Sinodalidad y el inicio del Jubileo 2025, con el lema “Peregrinos de esperanza”. ¿Los tenemos presentes, o ya se nos han olvidado? 

Si hemos celebrado la verdadera Navidad y si, como decíamos el domingo pasado, nos tomamos en serio el Bautismo que hemos recibido, tendríamos que afirmar: la vida NO sigue igual. Y la Palabra de Dios de este domingo nos ayuda a que esto lo interioricemos y vivamos. 

La 1ª lectura de hoy se lee también en la tarde del 24 de diciembre, en la Misa Vespertina de la Natividad del Señor, y es bueno que hoy ‘re-cordemos’, que volvamos a pasar por el corazón, lo que el Señor dice: “Por amor a Sion no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré… Ya no te llamarán ‘Abandonada’ ni a tu tierra ‘Devastada’”… Aunque el tiempo de Navidad haya pasado, el Señor ‘no calla ni descansa’, sigue actualizando su presencia salvadora entre nosotros. 

Hemos dicho que la verdadera Navidad es celebrar la manifestación de Jesús como “Dios-con-nosotros”, para que podamos encontrarnos con Él. Una primera manifestación la celebramos en la Nochebuena y Navidad, con su nacimiento pobre y humilde y sólo conocido por unas pocas personas; una segunda manifestación la celebramos en la Epifanía: el Hijo de Dios hecho hombre se muestra a todos los pueblos, razas y culturas, representados en los Magos de Oriente; una tercera manifestación la celebramos el domingo pasado, con el Bautismo del Señor: Jesús se manifiesta como el Hijo amado del Padre, ungido por el Espíritu Santo, que inicia su misión evangelizadora. Y en el Evangelio de hoy hemos escuchado otra manifestación de Jesús, esta vez en “una boda en Caná de Galilea”. Jesús realiza el signo de convertir el agua en vino y “éste fue el primero de los signos que Jesús realizó; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en Él”. Esta nueva manifestación no es algo del pasado, es para nosotros hoy, para que no pensemos que ‘la vida sigue igual’ con su carga de problemas y su ‘falta de vino’, su falta de alegría y esperanza. Por eso, tienen que resonarnos con fuerza las palabras que María dirige a los sirvientes: “Haced lo que Él os diga”. 

La verdadera Navidad no ha pasado, sino que continúa, y nosotros debemos continuarla para que ‘la vida no siga igual’. ‘Re-cordemos’ lo que decíamos el domingo pasado: en nuestro Bautismo también el Padre nos dice: “Tú eres mi hijo, el amado” y también recibimos el Espíritu Santo para que, como Jesús, tomemos conciencia de nuestro ser hijos de Dios y de la misión que debemos desarrollar, para que la verdadera Navidad continúe. Una misión que en este Año Jubilar tiene un acento especial: estamos llamados a ser “Peregrinos de esperanza”, y hacerlo en sinodalidad, caminando juntos, como miembros de un mismo cuerpo en el que, como nos decía san Pablo en la 2ª lectura: “hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu… hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común”. 

Y en este ‘caminar juntos’ como “Peregrinos de esperanza”, también están incluidos los más jóvenes: este domingo se celebra la Jornada de la Infancia Misionera, con el lema “Comparto lo que tengo”. Todos, también los niños, tenemos mucho que ofrecer a los demás. Estamos llamados a compartir lo que tenemos y somos, sobre todo con los más necesitados, para que todos podamos vivir con esperanza.





actuar




 

Como se indica en el documento final del Sínodo sobre la Sinodalidad (58): «Cada bautizado responde a las exigencias de la misión en los contextos en los que vive y trabaja desde sus propias inclinaciones y capacidades, manifestando así la libertad del Espíritu en la concesión de sus dones. Gracias a este dinamismo en el Espíritu, el Pueblo de Dios, escuchando la realidad en la que vive, puede descubrir nuevos ámbitos de compromiso y nuevas formas de realizar su misión». Por tanto, si cada día procuramos hacer lo que el Señor nos pide, si vivimos la misión evangelizadora como “Peregrinos de esperanza” y en sinodalidad, podremos cambiar el título de la canción, y será verdad que «la vida NO sigue igual», porque tenemos al “Dios-con-nosotros.







SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO

INSTRUMENTUM LABORIS

XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS

PARA LA SEGUNDA SESIÓN

(OCTUBRE DE 2024)



81. La experiencia del pluralismo de las culturas y de la fecundidad del encuentro y del diálogo entre ellas, es condición de vida de la Iglesia, no una amenaza para su catolicidad. El mensaje de salvación sigue siendo uno y el mismo: «Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos». (Ef 4,4-6). Este mensaje adopta una forma plural, expresada en la diversidad de pueblos, culturas, tradiciones y lenguas. Tomarse en serio esta pluralidad de formas evita las pretensiones hegemónicas y el riesgo de reducir el mensaje salvífico a una única comprensión de la vida eclesial y de las expresiones litúrgicas, pastorales o morales. El entramado de relaciones en el seno de una Iglesia sinodal, hecho visible en el intercambio de dones entre las Iglesias y garantizado por la unidad del Colegio Episcopal, con el Obispo de Roma a la cabeza, es un baluarte dinámico de una unidad que nunca puede convertirse en uniformidad.


82. Todo ello está llamado hoy a medirse en unas condiciones socioculturales que alteran profundamente la experiencia vivida del arraigo territorial. El lugar ya no puede entenderse en términos puramente geográficos y espaciales, sino que se refiere a la pertenencia a una red de relaciones y a una cultura con un anclaje territorial más dinámico y elástico que en el pasado. Esto no puede dejar de cuestionar las formas organizativas de la Iglesia que se han estructurado sobre la base de una concepción diferente del lugar, y también requiere asumir criterios diferentes, si bien no contradictorios, para encarnar la verdad única en la vida de las personas.


83. Entre los factores de este cambio se encuentra sin duda el fenómeno de la urbanización: hoy, por primera vez en la historia de la humanidad, la mayor parte de la humanidad vive en contextos urbanos y no rurales. La pertenencia territorial se configura de forma diferente en un contexto urbano, donde los límites entre unos lugares y otros tienen un carácter más evidentemente convencional. En las grandes ciudades, bastan unas pocas paradas de metro para cruzar, no sólo los límites de la parroquia, sino también los de la diócesis: un trayecto que muchas personas realizan varias veces en un mismo día. Su vida transcurre habitualmente en diferentes lugares eclesiales.


84. Un segundo factor es el aumento de la movilidad humana, por diferentes motivos, dentro de un mundo globalizado. Refugiados y migrantes constituyen a menudo comunidades vibrantes, incluso en la práctica de la fe, dotando así de una naturaleza plural el lugar en el que se asientan. Al mismo tiempo, mantienen, también gracias a los medios digitales, vínculos y relaciones con su país de origen. Experimentan así una pertenencia local, cultural y lingüística múltiple. Las comunidades de origen por su parte experimentan una reducción de sus miembros, hasta el punto de desaparecer, y al mismo tiempo, una expansión de su tejido relacional a escala mundial. Como señaló la primera sesión del Sínodo, es llamativa a este respecto la situación de algunas Iglesias católicas orientales: con los actuales ritmos de los flujos migratorios, sus miembros en la diáspora podrían llegar a ser más numerosos que los que viven en los territorios canónicos (cf. IdS 6c). En cualquier caso, cada vez será más anacrónico definir su lugar en términos puramente geográficos. Sobre los retos que esto plantea en las relaciones con la Iglesia latina, el Grupo de Estudio n.1 está llamado a reflexionar.

Entierro de Concepción


 

jueves, 9 de enero de 2025

COMENTARIO AL EVANGELIO DE 10 DE ENERO DE 2025

 Lc 4,14-22a: Hoy se cumple esta Escritura.

En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga como era su costumbre los sábados, y se puso en pie p1ra hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:


«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.»


Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:


- «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»


Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.


Reflexión


Jesús comienza su homilía con esta expresión: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír".

Así deberían comenzar todas las homilías. Porque la Palabra que se proclama es viva y eficaz...

Así deberíamos escucharla cada vez que se proclama en la celebración litúrgica. 

En el aquí y ahora de nuestra existencia y de la sociedad donde vivimos. Si no, queda en letra muerta.

Y tenemos que ser nosotros también los que la cumplamos. Jesús lo dice con la autoridad del que dice lo que hace y no hay disociación en ello.

Cada día escuchamos y acogemos la Palabra, para cumplirla en nuestra vida.

No son consejos para llevar en la vida. Es la hoja de ruta de nuestro caminar. No hay más.

miércoles, 8 de enero de 2025

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 9 DE ENERO DE 2025

Mc 6,45-52: Lo vieron andar sobre el lago


Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra. Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado. Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice:


- «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo.»


Entró en la barca con ellos, y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender.


Reflexión


Todavía no habían entendido lo de la multiplicación de los panes y Jesús les sorprende de nuevo. No ganan para sorpresas.

Tienen miedo. Todavía no han conocido el amor o de Dios y por eso el temor. Por eso, Juan dedica su primera carta a hablar sobre el amor de Dios, que hemos ido leyendo en estos días, para que nos fundemos en el amor, y nuestra vida esté confiada en Él. 

Donde hay amor, no hay temor. En el caso de nuestra vida, si esta fundada en el amor de Dios, nada tenemos que temer, porque estamos en su corazón y en su compañía y está con nosotros siempre, y nada pasará que Él no lo permitiera.

HOJA PARROQUIAL. BAUTISMO DEL SEÑOR. CICLO C

     

                                           
            

HOJA PARROQUIAL

11 y 12 de Enero de 2025

Bautismo del Señor. Ciclo C


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana














ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


“Jesús fue bautizado; y mientras oraba, se abrieron los cielos


LECTURAS




Primera lectura del Profeta Isaías 42, 1-4. 6-7


Mirad a mi Siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco.

He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones.

No gritará, no clamará, no voceará por las calles.

La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará.

Manifestará la justicia con verdad. No vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en el país. En su ley esperan las islas.

«Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te formé e hice de ti alianza de un puebloy luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas».


Salmo 28, 1a y 2. 3ac-4. 3b y 9b-10 R/. El Señor bendice a su pueblo con la paz.


Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R/.

La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica. R/.

El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta sobre las aguas del diluvio,
el Señor se sienta como rey eterno. R/.


Segunda lectura de los Hechos de los Apóstoles 10, 34-38


En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:

«Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los hijos de Israel, anunciando la Buena Nueva de la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.

Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él».


Evangelio según San Lucas 3, 15-16. 21-22


En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:

«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».

Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo:
«Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».


Los textos son cogidos de la página de 







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Para casi todos, las fiestas de Navidad son ya un recuerdo: se han guardado los adornos y el Belén, se han retomado las clases y los horarios habituales y la vida vuelve a su curso normal. Quizá algún regalo que hemos recibido estos días nos haga pensar que ‘esto me lo regalaron en Navidad’; quizá en unos pocos lugares conservan la tradición de dejar el Belén hasta la fiesta de la Presentación del Señor, el 2 de febrero… pero la sensación general es que ya ha pasado la Navidad.  

 




juzgar



Sin embargo, para quienes somos y formamos la Iglesia la Navidad no ha pasado. Hoy estamos celebrando la fiesta del Bautismo del Señor. Hoy todavía es Navidad y, de hecho, la Palabra de Dios que hemos escuchado nos trae reminiscencias del Adviento y la Navidad. Así, en la 1ª lectura hemos escuchado: “En el desierto preparadle un camino al Señor…” un mensaje propio del Adviento; la 2ª lectura, de la carta a Tito, se lee en las Misas de Medianoche y de la Aurora del día de Navidad; y la primera parte del Evangelio, “viene el que es más fuerte que yo”, la escuchábamos el tercer domingo de Adviento. La Palabra de Dios nos está recordando que la verdadera Navidad no ha pasado, que no hay que confundir la Navidad con los elementos exteriores con que la hemos adornado y ocultado. 

La verdadera Navidad es celebrar la manifestación de Jesús como “Dios-con-nosotros”, para que podamos encontrarnos con Él. Una primera manifestación la celebramos en la Nochebuena y Navidad, con su nacimiento pobre y humilde y sólo conocido por unas pocas personas. Una segunda manifestación la celebramos en la Epifanía: el Hijo de Dios hecho hombre se muestra a todos los pueblos, razas y culturas, representados en los Magos de Oriente. 

Y hoy celebramos la tercera manifestación, que hemos escuchado en el Evangelio: “Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre Él y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco»”. Jesús se manifiesta plenamente como “Dios-con-nosotros”, como Hijo amado del Padre, ungido por el Espíritu Santo, que inicia su misión evangelizadora. 

Por eso, la verdadera Navidad no ha pasado, sino que continúa, y nosotros debemos continuarla. En nuestro Bautismo también el Padre nos dice: “Tú eres mi hijo, el amado” y también recibimos el Espíritu Santo para que, como Jesús, tomemos conciencia de nuestro ser hijos de Dios y de la misión que debemos desarrollar, para que la verdadera Navidad continúe. 

Una misión que en este Año Jubilar tiene un acento especial: estamos llamados a ser “Peregrinos de esperanza”. Y como la verdadera Navidad no ha pasado, conviene recordar las palabras del Papa Francisco en su homilía de Nochebuena, que nos orientan para esta misión a la que estamos llamados: «Si Dios viene, aun cuando nuestro corazón se asemeja a un pobre pesebre, entonces podemos decir: la esperanza no ha muerto, la esperanza está viva, y envuelve nuestra vida para siempre. Para acoger este regalo, estamos llamados a ponernos en camino. Ésta es nuestra tarea, traducir la esperanza en las distintas situaciones de la vida. Porque la esperanza cristiana no es un final feliz que hay que esperar pasivamente, no es el final feliz de una película; es la promesa del Señor que hemos de acoger aquí y ahora, en esta tierra que sufre y que gime. La esperanza no tolera la indolencia del sedentario ni la pereza de quien se acomoda en su propio bienestar; la esperanza no admite la falsa prudencia de quien no se arriesga por miedo a comprometerse, ni el cálculo de quien sólo piensa en sí mismo; es incompatible con la vida tranquila de quien no alza la voz contra el mal ni contra las injusticias que se cometen sobre la piel de los más pobres. Al contrario, la esperanza cristiana, mientras nos invita a la paciente espera del Reino que germina y crece, exige de nosotros la audacia de anticipar hoy esta promesa, a través de nuestra responsabilidad».





actuar




 

La verdadera Navidad no ha pasado, porque nos ha abierto la puerta de “la esperanza que no defrauda”. Jesús, el Hijo, fue bautizado para que nosotros, por nuestro bautismo, seamos y vivamos también como verdaderos hijos de Dios, siendo “Peregrinos de esperanza”. «A nosotros se nos pide que hallemos en Él nuestra mayor esperanza, para luego llevarla, como peregrinos de luz en las tinieblas del mundo. Todos nosotros tenemos el don y la tarea de llevar esperanza allí donde se ha perdido; allí donde la vida está herida, en las expectativas traicionadas, en los sueños rotos, en los fracasos que destrozan el corazón; en el cansancio de quien no puede más, en la soledad amarga de quien se siente derrotado, en el sufrimiento que devasta el alma; en los días largos y vacíos de los presos, en las habitaciones estrechas y frías de los pobres, en los lugares profanados por la guerra y la violencia. El Jubileo se abre para que a todos les sea dada la esperanza, la esperanza del Evangelio, la esperanza del amor, la esperanza del perdón».







SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO

INSTRUMENTUM LABORIS

XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS

PARA LA SEGUNDA SESIÓN

(OCTUBRE DE 2024)



79. En particular, en formas adecuadas a los diferentes contextos, parece necesario garantizar al menos: a) un funcionamiento eficaz de los Consejos de Asuntos Económicos; b) la participación efectiva del Pueblo de Dios, en particular de los miembros más competentes, en la planificación pastoral y económica; c) la elaboración y publicación (accesibilidad efectiva) de un balance financiero anual, en la medida de lo posible certificado por auditores externos, que haga transparente la gestión de los bienes y de los recursos financieros de la Iglesia y de sus instituciones; d) un informe anual sobre el rendimiento y desarrollo de la misión, que incluya una ilustración de las iniciativas emprendidas en materia de safeguarding (protección de menores y personas vulnerables) y la promoción del acceso de las mujeres a puestos de autoridad y su participación en los procesos de toma de decisiones; e) procedimientos de evaluación periódica del rendimiento y desarrollo de todos los ministerios y cargos de la Iglesia. Una vez más, se trata de un punto de gran importancia y urgencia para la credibilidad del proceso sinodal y su puesta en práctica.


Parte III Lugares


La vida sinodal misionera de la Iglesia, las relaciones que la estructuran y los caminos que aseguran su desarrollo, nunca pueden prescindir de la concreción de un “lugar”, es decir, de un contexto y de una cultura. Esta Parte III nos invita a superar una visión estática de los lugares, que los ordena por niveles o grados sucesivos (Parroquia, Zona, Diócesis o Eparquía, Provincia Eclesiástica, Conferencia Episcopal o Estructura Jerárquica Oriental, Iglesia Universal) según un modelo piramidal. En realidad, esto nunca ha sido así: la red de relaciones e intercambio de dones entre las Iglesias siempre ha tenido una forma reticular y no lineal, en el vínculo de unidad del que el Romano Pontífice es el principio y fundamento perpetuo y visible, y la catolicidad de la Iglesia nunca ha coincidido con un universalismo abstracto. Además, en el contexto de una concepción del espacio en constante evolución, restringir la acción de la Iglesia a límites puramente espaciales la aprisionaría en un inmovilismo fatal y en una preocupante repetición pastoral, incapaz de captar a la parte más dinámica de la población, especialmente a los jóvenes. En cambio, los lugares deben situarse en una perspectiva de interioridad mutua, concretarse también en las relaciones entre las Iglesias y en sus agrupaciones dotadas de una unidad de sentido. El servicio de la unidad que compete al Obispo de Roma y al Colegio de los Obispos en comunión con él, debe ajustarse también a este escenario, elaborando las formas institucionales adecuadas para su ejercicio.


Territorios que recorrer juntos


80. «A la Iglesia de Dios que está en Corinto...» (1 Cor 1,2). La proclamación del Evangelio, suscitando la fe en el corazón de los hombres y de las mujeres, hace que se constituya una Iglesia en un determinado lugar. La Iglesia no puede entenderse sin estar arraigada en un lugar y en una cultura y sin las relaciones que se establecen entre lugares y culturas. Destacar la importancia del lugar no significa ceder al particularismo o al relativismo, sino valorar la concreción en la que, en el espacio y en el tiempo, toma forma una experiencia compartida de adhesión a la manifestación del Dios que salva. La dimensión del lugar custodia la pluralidad originaria de las configuraciones de esta experiencia y su arraigo en contextos culturales e históricos específicos. La variedad de las tradiciones litúrgicas, teológicas, espirituales y disciplinarias es la demostración más evidente de cómo esta pluralidad enriquece a la Iglesia y la hace bella. Es la comunión de las Iglesias, cada una con su concreción local, la que manifiesta la comunión de los fieles en la Iglesia, una y única, evitando su disolución en un universalismo abstracto y uniformador.