miércoles, 15 de enero de 2025

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

      

                                           
            

HOJA PARROQUIAL

11 y 12 de Enero de 2025

Domingo II del Tiempo Ordinario. Ciclo C


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana














ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


“Éste fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea


LECTURAS




Primera lectura del Profeta Isaías 62, 1-5


Por amor a Sion no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha.

Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor.

Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios.

Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi predilecta», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá un esposo.

Como un joven se desposa con una doncella, así te desposan tus constructores. Como se regocija el marido con su esposa, se regocija tu Dios contigo.


Salmo 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 9-10a y c R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.


Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R/.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él gobierna a los pueblos rectamente». R/.


Segunda lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12,4-11


Hermanos:
Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.

Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.

Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A este le ha concedido hacer milagros; a aquel, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas.

El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.


Evangelio según San Juan 2, 1-11


En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.

Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:
«No tienen vino».

Jesús le dice:
«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».

Su madre dice a los sirvientes:
«Haced lo que él os diga».

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.

Jesús les dice:
«Llenad las tinajas de agua».

Y las llenaron hasta arriba.

Entonces les dice:
«Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».

Ellos se lo llevaron.

El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».

Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.



Los textos son cogidos de la página de 







ver




“La vida sigue igual” es una canción muy conocida de Julio Iglesias. Su primera estrofa dice: «Unos que nacen, otros morirán. Unos que ríen, otros llorarán. Agua sin cauces, río sin mar. Penas y glorias, guerras y paz». Y, tras cada estrofa, el estribillo termina diciendo: «La vida sigue igual». A estas alturas del mes de enero, éste podría ser el sentimiento compartido para la mayoría: la vida sigue igual. Como dijimos el domingo del Bautismo del Señor, la celebración de la Navidad queda ya lejana, y la vida ordinaria ha vuelto ya a la normalidad, con sus problemas y quebraderos de cabeza habituales.   

 




juzgar



También los que nos llamamos cristianos podemos dejarnos llevar por esta impresión. Además de la Navidad, ha habido dos acontecimientos especialmente importantes para quienes somos y formamos la Iglesia: la celebración de la segunda sesión del Sínodo sobre la Sinodalidad y el inicio del Jubileo 2025, con el lema “Peregrinos de esperanza”. ¿Los tenemos presentes, o ya se nos han olvidado? 

Si hemos celebrado la verdadera Navidad y si, como decíamos el domingo pasado, nos tomamos en serio el Bautismo que hemos recibido, tendríamos que afirmar: la vida NO sigue igual. Y la Palabra de Dios de este domingo nos ayuda a que esto lo interioricemos y vivamos. 

La 1ª lectura de hoy se lee también en la tarde del 24 de diciembre, en la Misa Vespertina de la Natividad del Señor, y es bueno que hoy ‘re-cordemos’, que volvamos a pasar por el corazón, lo que el Señor dice: “Por amor a Sion no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré… Ya no te llamarán ‘Abandonada’ ni a tu tierra ‘Devastada’”… Aunque el tiempo de Navidad haya pasado, el Señor ‘no calla ni descansa’, sigue actualizando su presencia salvadora entre nosotros. 

Hemos dicho que la verdadera Navidad es celebrar la manifestación de Jesús como “Dios-con-nosotros”, para que podamos encontrarnos con Él. Una primera manifestación la celebramos en la Nochebuena y Navidad, con su nacimiento pobre y humilde y sólo conocido por unas pocas personas; una segunda manifestación la celebramos en la Epifanía: el Hijo de Dios hecho hombre se muestra a todos los pueblos, razas y culturas, representados en los Magos de Oriente; una tercera manifestación la celebramos el domingo pasado, con el Bautismo del Señor: Jesús se manifiesta como el Hijo amado del Padre, ungido por el Espíritu Santo, que inicia su misión evangelizadora. Y en el Evangelio de hoy hemos escuchado otra manifestación de Jesús, esta vez en “una boda en Caná de Galilea”. Jesús realiza el signo de convertir el agua en vino y “éste fue el primero de los signos que Jesús realizó; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en Él”. Esta nueva manifestación no es algo del pasado, es para nosotros hoy, para que no pensemos que ‘la vida sigue igual’ con su carga de problemas y su ‘falta de vino’, su falta de alegría y esperanza. Por eso, tienen que resonarnos con fuerza las palabras que María dirige a los sirvientes: “Haced lo que Él os diga”. 

La verdadera Navidad no ha pasado, sino que continúa, y nosotros debemos continuarla para que ‘la vida no siga igual’. ‘Re-cordemos’ lo que decíamos el domingo pasado: en nuestro Bautismo también el Padre nos dice: “Tú eres mi hijo, el amado” y también recibimos el Espíritu Santo para que, como Jesús, tomemos conciencia de nuestro ser hijos de Dios y de la misión que debemos desarrollar, para que la verdadera Navidad continúe. Una misión que en este Año Jubilar tiene un acento especial: estamos llamados a ser “Peregrinos de esperanza”, y hacerlo en sinodalidad, caminando juntos, como miembros de un mismo cuerpo en el que, como nos decía san Pablo en la 2ª lectura: “hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu… hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común”. 

Y en este ‘caminar juntos’ como “Peregrinos de esperanza”, también están incluidos los más jóvenes: este domingo se celebra la Jornada de la Infancia Misionera, con el lema “Comparto lo que tengo”. Todos, también los niños, tenemos mucho que ofrecer a los demás. Estamos llamados a compartir lo que tenemos y somos, sobre todo con los más necesitados, para que todos podamos vivir con esperanza.





actuar




 

Como se indica en el documento final del Sínodo sobre la Sinodalidad (58): «Cada bautizado responde a las exigencias de la misión en los contextos en los que vive y trabaja desde sus propias inclinaciones y capacidades, manifestando así la libertad del Espíritu en la concesión de sus dones. Gracias a este dinamismo en el Espíritu, el Pueblo de Dios, escuchando la realidad en la que vive, puede descubrir nuevos ámbitos de compromiso y nuevas formas de realizar su misión». Por tanto, si cada día procuramos hacer lo que el Señor nos pide, si vivimos la misión evangelizadora como “Peregrinos de esperanza” y en sinodalidad, podremos cambiar el título de la canción, y será verdad que «la vida NO sigue igual», porque tenemos al “Dios-con-nosotros.







SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO

INSTRUMENTUM LABORIS

XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS

PARA LA SEGUNDA SESIÓN

(OCTUBRE DE 2024)



81. La experiencia del pluralismo de las culturas y de la fecundidad del encuentro y del diálogo entre ellas, es condición de vida de la Iglesia, no una amenaza para su catolicidad. El mensaje de salvación sigue siendo uno y el mismo: «Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos». (Ef 4,4-6). Este mensaje adopta una forma plural, expresada en la diversidad de pueblos, culturas, tradiciones y lenguas. Tomarse en serio esta pluralidad de formas evita las pretensiones hegemónicas y el riesgo de reducir el mensaje salvífico a una única comprensión de la vida eclesial y de las expresiones litúrgicas, pastorales o morales. El entramado de relaciones en el seno de una Iglesia sinodal, hecho visible en el intercambio de dones entre las Iglesias y garantizado por la unidad del Colegio Episcopal, con el Obispo de Roma a la cabeza, es un baluarte dinámico de una unidad que nunca puede convertirse en uniformidad.


82. Todo ello está llamado hoy a medirse en unas condiciones socioculturales que alteran profundamente la experiencia vivida del arraigo territorial. El lugar ya no puede entenderse en términos puramente geográficos y espaciales, sino que se refiere a la pertenencia a una red de relaciones y a una cultura con un anclaje territorial más dinámico y elástico que en el pasado. Esto no puede dejar de cuestionar las formas organizativas de la Iglesia que se han estructurado sobre la base de una concepción diferente del lugar, y también requiere asumir criterios diferentes, si bien no contradictorios, para encarnar la verdad única en la vida de las personas.


83. Entre los factores de este cambio se encuentra sin duda el fenómeno de la urbanización: hoy, por primera vez en la historia de la humanidad, la mayor parte de la humanidad vive en contextos urbanos y no rurales. La pertenencia territorial se configura de forma diferente en un contexto urbano, donde los límites entre unos lugares y otros tienen un carácter más evidentemente convencional. En las grandes ciudades, bastan unas pocas paradas de metro para cruzar, no sólo los límites de la parroquia, sino también los de la diócesis: un trayecto que muchas personas realizan varias veces en un mismo día. Su vida transcurre habitualmente en diferentes lugares eclesiales.


84. Un segundo factor es el aumento de la movilidad humana, por diferentes motivos, dentro de un mundo globalizado. Refugiados y migrantes constituyen a menudo comunidades vibrantes, incluso en la práctica de la fe, dotando así de una naturaleza plural el lugar en el que se asientan. Al mismo tiempo, mantienen, también gracias a los medios digitales, vínculos y relaciones con su país de origen. Experimentan así una pertenencia local, cultural y lingüística múltiple. Las comunidades de origen por su parte experimentan una reducción de sus miembros, hasta el punto de desaparecer, y al mismo tiempo, una expansión de su tejido relacional a escala mundial. Como señaló la primera sesión del Sínodo, es llamativa a este respecto la situación de algunas Iglesias católicas orientales: con los actuales ritmos de los flujos migratorios, sus miembros en la diáspora podrían llegar a ser más numerosos que los que viven en los territorios canónicos (cf. IdS 6c). En cualquier caso, cada vez será más anacrónico definir su lugar en términos puramente geográficos. Sobre los retos que esto plantea en las relaciones con la Iglesia latina, el Grupo de Estudio n.1 está llamado a reflexionar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario