HOJA PARROQUIAL
8 y 9 de Marzo de 2025
Domingo I de Cuaresma. Ciclo C
ENCUESTA SOBRE LOS HORARIOS DE MISA
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“El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado”
LECTURAS
Primera lectura del libro del Deuteronomio 26, 4–10
Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestros gritos, miró nuestra indefensión, nuestra angustia y nuestra opresión.
El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y prodigios, y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado”.
Los pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios».
Salmo 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15 R/. Quédate conmigo, Señor, en la tribulación.
Segunda lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 10, 8-13
Hermanos:
Se refiere a la palabra de la fe que anunciamos. Porque, si profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación.
En efecto, no hay distinción entre judío y griego, porque uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan, pues «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo».
Evangelio según San Lucas 4, 1-13
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Los textos son cogidos de la página de
ver
A la hora de preparar alguna acción o reflexión, ya sea en la parroquia o a nivel diocesano, pensamos cómo enfocarlo, cuáles son los puntos principales a abordar, qué iniciativas realizar, dónde buscar documentación… A veces da la impresión de que cada vez que organizamos algo comenzamos de cero, desde una ‘tabla rasa’. Pero una persona que estaba en un equipo de trabajo dijo en una ocasión una frase que considero muy acertada: ‘No tenemos que inventar nada, ya está todo escrito. Lo que tenemos que hacer es llevarlo a la práctica’.
juzgar
Acabamos de iniciar la Cuaresma, el tiempo de gracia que la propia Iglesia nos ofrece para prepararos a la celebración y actualización del núcleo de nuestra fe: la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Y un año más recibimos la llamada a la conversión, a volvernos más hacia Dios. Y nos ponemos a pensar cómo vamos a vivirla, qué propósitos nos marcamos y cómo los vamos a desarrollar… Y también podemos tener la impresión de empezar desde cero, y que tenemos que buscar nuevos modos, nuevos compromisos... pero no es así.
En este primer Domingo de Cuaresma se nos recuerda que lo que tenemos que hacer ‘ya está todo escrito’, y así nos lo ha mostrado el propio Jesús en el Evangelio. Ante cada tentación, su respuesta comenzaba siempre del mismo modo: “Está escrito…”
Por eso, al iniciar la Cuaresma, hemos de plantearnos la pregunta con que empezaba la 2ª lectura: “¿Qué dice la Escritura?” Porque lo que tenemos que hacer para avanzar en nuestra conversión ya “está escrito”. Y, como seguía diciendo la lectura, no tenemos que buscar mucho ni es difícil descubrirlo, porque “la Palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón”.
Y el primer paso nos lo ha indicado la 1ª lectura: “El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias… y la pondrá ante el altar del Señor… Entonces dirás: Mi padre fue un arameo errante… Los egipcios nos maltrataron… clamamos al Señor… el Señor escuchó nuestros gritos, miró nuestra indefensión, nuestra angustia… nos sacó de Egipto… y nos trajo a este lugar…” La Cuaresma es el tiempo de gracia para poner nuestra vida ante el Señor y revisarla a la luz de su Palabra. En esto consiste la “Revisión de Vida”, el instrumento propio de la Acción Católica: Ver – Juzgar – Actuar. Partimos de la vida, nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios, y volvemos a la vida de un modo más fiel al Evangelio. En Cuaresma re-cordamos (volvemos a pasar por el corazón) el camino que hemos ido recorriendo hasta el día de hoy, para tener más presente cómo el Señor se ha ido manifestando en ese camino.
Y el segundo paso nos lo ha indicado Jesús en el Evangelio. Él cita textualmente algunos pasajes de la Escritura: “No sólo de pan vive el hombre” está en Deuteronomio 8, 3; “Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo darás culto” está en Deuteronomio 6, 13; y “No tentarás al Señor, tu Dios”, está en Deuteronomio 6, 16. Jesús sólo repite el texto, no indica la referencia de la cita, y ese texto de la Escritura es el que guía y marca su actuar. La Cuaresma es un tiempo de gracia para acercarnos más a la Palabra de Dios, no para tener un conocimiento intelectual, exegético, sino experiencial y vivencial, que tengamos presente en nuestra vida lo que dice la Escritura y nos guiemos por esa Palabra, aunque no sepamos la cita concreta, porque el objetivo es lo que ha dicho san Pablo: “si profesas con tus labios que Jesús es el Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo”.
actuar
¿He estado pensando qué voy a hacer en Cuaresma, y cómo lo voy a hacer…? ¿Pongo mi vida ante Dios? ¿Me he planteado qué dice la Escritura? ¿Qué textos bíblicos aplico a mi vida concreta?
Para vivir la Cuaresma, ‘ya está todo escrito’. Dejémonos guiar por la Escritura y revisemos nuestra vida, ‘re-cordemos’ en qué momentos hemos ido errantes, sin rumbo… Qué o quiénes nos han oprimido, cuándo hemos sufrido indefensión y angustia… Cómo nos ha sacado el Señor de circunstancias difíciles… En qué situación nos encontramos hoy… Y que la Palabra de Dios nos dé fuerza, como iluminó a Jesús, para rechazar cualquier tipo de tentación y volver a nuestra vida de un modo más fiel al Señor, como verdaderos “Peregrinos de esperanza”, que profesan con los labios y creen con el corazón que, como dice la Escritura: “Nadie que crea en él quedará confundido”.
DOCUMENTO FINAL
POR UNA IGLESIA SINODAL:
COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN
Introducción
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor (Jn 20,19-20).
1. Cada nuevo paso en la vida de la Iglesia es un regreso a la fuente, una experiencia renovada del encuentro con el Resucitado que los discípulos experimentaron en el Cenáculo la tarde de Pascua. Como ellos, también nosotros, participantes en esta Asamblea sinodal, nos hemos sentido abrazados por su misericordia y conmovidos por su belleza. Viviendo la conversación en el Espíritu, escuchándonos unos a otros, hemos percibido su presencia en medio de nosotros: la presencia de Aquel que, donando el Espíritu Santo, sigue suscitando en su Pueblo una unidad que es armonía de las diferencias.
2. Contemplando al Resucitado, recordamos que “fuimos bautizados en su muerte” (Rm 6,3). Hemos visto las marcas de sus heridas, transfiguradas por la vida nueva, pero grabadas para siempre en su humanidad. Esas heridas siguen sangrando en el cuerpo de tantos hermanos y hermanas, también a causa de nuestras culpas. Fijar la mirada en el Señor no nos aparta de los dramas de la historia, sino que abre nuestros ojos para reconocer el sufrimiento que nos rodea y nos penetra: los rostros de los niños aterrorizados por la guerra, el llanto de las madres, los sueños rotos de tantos jóvenes, los refugiados que afrontan viajes terribles, las víctimas del cambio climático y de las injusticias sociales. Sus sufrimientos resonaron entre nosotros no sólo a través de los medios de comunicación, sino también en las voces de muchos que estuvieron personalmente implicados con sus familias y pueblos en estos trágicos acontecimientos. En los días en que hemos estado reunidos en esta Asamblea, muchas, demasiadas guerras han seguido causando muerte y destrucción, deseo de venganza y pérdida de conciencia. Nos unimos a los reiterados llamamientos del Papa Francisco en favor de la paz, condenando la lógica de la violencia, el odio y la venganza, y comprometiéndonos a promover la del diálogo, la fraternidad y la reconciliación. Una paz auténtica y duradera es posible y juntos podemos construirla. “El gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos” (GS 1) son, también gozo y tristeza de todos nosotros, discípulos de Cristo.
3. Desde que el Santo Padre inauguró este Sínodo en 2021, nos hemos embarcado en un viaje cuya riqueza y fecundidad vamos descubriendo cada vez más. Hemos estado a la escucha, atentos a captar en las múltiples voces lo que “el Espíritu dice a las Iglesias” (Ap 2,7). El camino comenzó con la amplia consulta al Pueblo de Dios en nuestras Diócesis y Eparquías. Continuó con etapas nacionales y continentales, en la circularidad de un diálogo constantemente relanzado por la Secretaría General del Sínodo a través de documentos de síntesis y de trabajo. La celebración de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en sus dos Sesiones nos permite ahora entregar al Santo Padre y a todas las Iglesias el testimonio de lo vivido y el fruto de nuestro discernimiento, para un renovado impulso misionero. El camino ha estado marcado en cada etapa por la sabiduría del “sentido de la fe” del Pueblo de Dios. Paso a paso, hemos comprendido que en el corazón del Sínodo 2021-2024. Para una Iglesia sinodal. Comunión, participación, misión hay una llamada a la alegría y a la renovación de la Iglesia en el seguimiento del Señor, en el compromiso al servicio de su misión, en la búsqueda de los modos para serle fiel.
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