jueves, 15 de mayo de 2025

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO V DE PASCUA. CICLO C

                      

                                           
            

HOJA PARROQUIAL

17 y 18 de Mayo de 2025

Domingo de V de Pascua. Ciclo C


ENLACE A TODOS LOS PORTALES DE LA PARROQUIA


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana











ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


“Yo doy la vida eterna a mis ovejas


LECTURAS

 



Primera lectura de los Hechos de los Apóstoles 14, 21b-27


En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquia, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios.

En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir.

Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.


Salmo 144, 8-9. 10-11. 12-13ab R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi Rey.


El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.


Segunda lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a


Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe.

Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo.

Y oí una gran voz desde el trono que decía:
«He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el “Dios con ellos” será su Dios».

Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido.

Y dijo el que está sentado en el trono:
«Mira, hago nuevas todas las cosas».


Evangelio según San Juan 13, 31-33a. 34-35


Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús:
«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros.

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros».



Los textos son cogidos de la página de 







ver



Tras la muerte del Papa Francisco, mucha gente, tanto miembros como no miembros de la Iglesia se preguntaba si el sucesor iba a continuar en la misma línea o iba a hacer ‘borrón y cuenta nueva’. Ante esa inquietud, hay que recordar que el Papa Francisco, contrariamente a lo que muchos creen, no ‘rompió’ con lo anterior, sino que continuó la línea de sus predecesores (un ejemplo fue su exhortación apostólica “Evangelii gaudium”, que el mismo Papa Francisco calificó como una actualización de “Evangelii nuntiandi”, de Pablo VI). Lo que hizo fue, desde esa continuidad, poner el acento en una serie de puntos que en este momento de la historia es necesario destacar.  




juzgar


Del Papa Francisco se han recordado sus gestos de cercanía, su buen humor, su preferencia por ‘las periferias’, su dedicación a los ‘descartados’… Pero hay otros aspectos menos visibles o menos conocidos que han marcado su pontificado y que suponen principios firmes para la vida y misión de la Iglesia. Y uno de estos aspectos, en general poco conocido, es el de la ‘sinodalidad’. 

‘Sínodo’ significa “caminar juntos”, y en el año 2021 el Papa Francisco convocó el Sínodo con el lema: “Por una Iglesia sinodal: comunión-participación-misión”, para concienciarnos de que, como dijo en el documento preparatorio, la sinodalidad denota el estilo particular que califica la vida y misión de la Iglesia, expresando su naturaleza de Pueblo de Dios que camina y se reúne en asamblea, convocado por el Señor Jesús en el poder del Espíritu Santo para anunciar el Evangelio. La sinodalidad debe expresarse en el modo ordinario de vida y de trabajo de la Iglesia. 

La sinodalidad no es algo nuevo: en la 1ª lectura hemos escuchado que Pablo y Bernabé, después de recorrer varias ciudades anunciando el Evangelio, “se embarcaron para Antioquía, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia y les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos”. 

El tiempo de Pascua es especialmente propicio para, a la luz de los Hechos de los Apóstoles, ‘mirarnos’ en el espejo de las primeras comunidades cristianas y aprender de ellos cómo llevar adelante hoy la misión evangelizadora, afrontando los retos y aprovechando las oportunidades. Y, como el Papa Francisco quiso destacar, algo que debemos aprender de ellos es la sinodalidad, porque permite a todo el Pueblo de Dios caminar juntos, escuchando al Espíritu Santo y la Palabra de Dios, para participar de la misión de la Iglesia. Es la forma más eficaz de manifestar y poner en práctica la naturaleza de la Iglesia como Pueblo de Dios peregrino y misionero. (Doc. preparatorio) 

Para eso, todo el Pueblo de Dios, tanto laicos como ministros ordenados y personas con especial consagración, debe conocer y dar continuidad a lo que el Sínodo sobre la sinodalidad concluyó tras la segunda sesión, celebrada en octubre de 2024, cuyo documento final lleva por título: “Hacia una Iglesia sinodal en misión”: «Pedimos a todas las Iglesias locales que continúen su camino cotidiano, identificando caminos concretos para realizar una conversión sinodal tangible en las diversas realidades eclesiales: Parroquias, Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, Asociaciones de Fieles, Diócesis, etc.» (9). «El Espíritu Santo nos impulsa a avanzar juntos en el camino de la conversión pastoral y misionera, que implica una profunda transformación de las mentalidades, actitudes y estructuras eclesiales. Se ha subrayado la necesidad de superar las resistencias al cambio, asumiendo la lógica del Evangelio y dejando de lado las rutinas que nos impiden responder con creatividad y valentía a los desafíos actuales». (14)






actuar




¿Sé qué es la sinodalidad, he oído hablar de ella? ¿He participado en las consultas que se han realizado para el Sínodo universal? ¿Me siento corresponsable en dar continuidad a lo que el Papa Francisco impulsó con el Sínodo sobre la sinodalidad? ¿Estoy dispuesto a los cambios necesarios? 

Si queremos continuar avanzando “Hacia una Iglesia sinodal en misión”, todos los que somos y formamos la Iglesia debemos implicarnos en ello; no depende sólo ‘del Papa de turno’. Haciendo vida el “mandamiento nuevo”, caminemos juntos porque «el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Este itinerario es un don y una tarea: caminando juntos, y juntos reflexionando sobre el camino recorrido, la Iglesia podrá aprender cuáles son los procesos que pueden ayudarla a vivir la comunión, a realizar la participación y a abrirse a la misión» (Doc. preparatorio), como hicieron las primeras comunidades cristianas.









DOCUMENTO FINAL

POR UNA IGLESIA SINODAL:

COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN


39. La renovación sinodal favorece la valoración de los contextos como el lugar donde se hace presente y se realiza la llamada universal de Dios a formar parte de su Pueblo, de ese Reino de Dios que es “justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo” (Rm 14,17). De este modo, las diferentes culturas son capaces de acoger la unidad que subyace a su pluralidad y las abre a la perspectiva del intercambio de dones. “La unidad de la Iglesia no es la uniformidad, sino la integración orgánica de las legítimas diversidades” (NMI 46). La variedad de expresiones del mensaje salvífico evita reducirlo a una comprensión única de la vida de la Iglesia y de las formas teológicas, litúrgicas, pastorales y disciplinares en que se expresa.


40. La valoración de los contextos, culturas y diversidades, y de las relaciones entre ellos, es clave para crecer como Iglesia sinodal misionera y caminar, bajo el impulso del Espíritu Santo, hacia la unidad visible de los cristianos. Reafirmamos el compromiso de la Iglesia católica de continuar e intensificar el camino ecuménico con los demás cristianos, en virtud de nuestro Bautismo común y en respuesta a la llamada a vivir juntos la comunión y la unidad entre los discípulos por la que Cristo oró en la Última Cena (cf. Jn 17,20-26). La Asamblea saluda con alegría y gratitud el progreso de las relaciones ecuménicas en los últimos sesenta años, los documentos de diálogo y las declaraciones que expresan la fe común. La participación de los Delegados Fraternos enriqueció los trabajos de la Asamblea, y esperamos con interés los próximos pasos en el camino hacia la plena comunión mediante la incorporación de los frutos del camino ecuménico a las prácticas eclesiales.


41. En todas partes de la tierra, los cristianos conviven con personas que no están bautizadas y sirven a Dios practicando una religión diferente. Por ellos rezamos solemnemente en la liturgia del Viernes Santo, con ellos colaboramos y luchamos por construir un mundo mejor, y junto con ellos imploramos al único Dios que libre al mundo de los males que lo afligen. El diálogo, el encuentro y el intercambio de dones propios de una Iglesia sinodal están llamados a abrirse a las relaciones con otras tradiciones religiosas, con el fin de “establecer la amistad, la paz, la armonía y compartir valores y experiencias morales y espirituales en un espíritu de verdad y amor” (Conferencia Episcopal Católica de la India, Respuesta de la Iglesia en la India a los desafíos actuales, 9 de marzo de 2016, citado en FT 271). En algunas regiones, los cristianos que se comprometen a construir relaciones fraternas con personas de otras religiones sufren persecución. La Asamblea les anima a perseverar en sus esfuerzos con esperanza.


42. La pluralidad de religiones y culturas, la variedad de tradiciones espirituales y teológicas, la variedad de los dones del Espíritu y de las tareas de la comunidad, así como la diversidad de edad, sexo y pertenencia social dentro de la Iglesia, son una invitación a que cada uno reconozca y asuma su propia parcialidad, renunciando a la pretensión de ser el centro y abriéndose a acoger otras perspectivas. Cada uno es portador de una contribución peculiar e indispensable para completar la obra común. La Iglesia sinodal puede describirse recurriendo a la imagen de la orquesta: la variedad de instrumentos es necesaria para dar vida a la belleza y a la armonía de la música, dentro de la cual la voz de cada uno mantiene sus propios rasgos distintivos al servicio de la misión común. Así se manifiesta la armonía que el Espíritu obra en la Iglesia, siendo él la armonía en persona (cf. S. Basilio, Sobre el Salmo 29.1; Sobre el Espíritu Santo, XVI.38).


Espiritualidad sinodal


43. La sinodalidad es ante todo una disposición espiritual que impregna la vida cotidiana de los bautizados y todos los aspectos de la misión de la Iglesia. Una espiritualidad sinodal brota de la acción del Espíritu Santo y requiere escucha de la Palabra de Dios, la contemplación, el silencio y la conversión del corazón. Como afirmó el Papa Francisco en el discurso de apertura de esta Segunda Sesión, “el Espíritu Santo es un guía seguro, y nuestra primera tarea es aprender a discernir su voz, porque Él habla en todos y en todas las cosas” (Intervención en la Primera Congregación General de la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, 2 de octubre de 2024). Una espiritualidad sinodal exige también ascesis, humildad, paciencia y disponibilidad para perdonar y ser perdonado. Acoge con gratitud y humildad la variedad de dones y tareas distribuidos por el Espíritu Santo para el servicio del único Señor (cf. 1 Cor 12,4-5). Lo hace sin ambiciones ni envidias, ni deseos de dominio o control, cultivando los mismos sentimientos de Cristo Jesús, que “se despojó de sí mismo asumiendo la condición de siervo” (Flp 2,7). Reconocemos el fruto cuando la vida cotidiana de la Iglesia está marcada por la unidad y la armonía en la pluriformidad. Nadie puede proceder solo en un camino de auténtica espiritualidad. Tenemos necesidad de apoyo, incluyendo la formación y el acompañamiento espiritual, como individuos y como comunidad 


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