jueves, 26 de junio de 2025

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO DE SAN PEDRO Y SAN PABLO. CICLO C

                           

                                           
            

HOJA PARROQUIAL

28 y 29 de Junio de 2025

Domingo de San Pedro y San Pablo. Ciclo C


ENLACE A TODOS LOS PORTALES DE LA PARROQUIA


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana


















ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


“Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas


LECTURAS

 



Primera lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 12, 1-11


En aquellos días, el rey Herodes decidió arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Eran los días de los Ácimos. Después de prenderlo, lo metió en la cárcel, entregándolo a la custodia de cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.

Cuando Herodes iba a conducirlo al tribunal, aquella misma noche, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel.

De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocando a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo:
«Date prisa, levántate».

Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió:
«Ponte el cinturón y las sandalias».

Así lo hizo, y el ángel le dijo:
«Envuélvete en el manto y sígueme».

Salió y lo seguía sin acabar de creerse que era realidad lo que hacía el ángel, pues se figuraba que estaba viendo una visión. Después de atravesar la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la ciudad, que se abrió solo. ante ellos. Salieron, y anduvieron una calle y de pronto se marchó el ángel.

Pedro volvió en sí y dijo:
«Ahora sé realmente que el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de toda la expectación del pueblo de los judíos».


Salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 R/. El Señor me libró de todas mis ansias.


Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.


Segunda lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 17-18


Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente.

He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe.

Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.

Mas el Señor me estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león.

El Señor me librará de toda obra mal y me salvará llevándome a su reino celestial.

A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


Evangelio según san Mateo 16, 13-19


En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»

Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».

Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»

Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».

Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.

Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.

Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».




Los textos son cogidos de la página de 







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La muerte del Papa Francisco y la elección de León XIV acapararon durante muchos días el centro de atención. Para muchos, el Papa es un líder religioso que actúa desde un centro de poder, el Vaticano; para otros, el Papa representa algo arcaico, con un ceremonial y formas impropias del siglo XXI; para otros, ese ceremonial y formas representan algo ‘seguro’ que debe mantenerse en este cambio de época; otros lloraron por la muerte de Francisco y se entusiasmaron por la elección de León XIV... pero seguramente pocos sabrían explicar qué significa el Papa en la Iglesia Católica.




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Hoy celebramos la Solemnidad de los santos Pedro y Pablo, el primer Papa y el gran evangelizador de los gentiles, dos fundamentos de la Iglesia apostólica, ambos diferentes pero complementarios, como diremos después en el Prefacio: «Pedro fue el primero en confesar la fe, Pablo, el maestro insigne que la interpretó; aquél fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel, éste fue maestro y doctor en la vocación de los gentiles. Así, por caminos diversos, congregaron la única familia de Cristo». 

Dos fundamentos de la Iglesia que, de entrada, no parecen ser los más indicados: Pedro es mostrado en los Evangelios como uno de los primeros discípulos que fueron llamados por el Señor, testigo privilegiado de momentos importantes en la vida y predicación de Jesús, el primero en reconocer: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Evangelio del día). Pero también es mostrado como el que rechazó el anuncio de la Pasión de Jesús y acabo negándole tres veces. Pablo afirma que él ha recibido el Evangelio directamente “por revelación de Jesucristo”, pero también reconoce “con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba…” Pero, a pesar de sus debilidades, ambos han sido elegidos por el Señor como piedras fundamentales de la Iglesia, edificada sobre la Roca que es Cristo. 

Por esta elección del Señor, porque Él así lo quiso, y no por sus méritos personales, es por lo que san Pedro y san Pablo ocupan un lugar destacado y reciben una especial veneración en la Iglesia. 

Respecto a Pedro, Jesús le entrega “las llaves del Reino de los cielos”, y le da el poder de ‘atar y desatar’, un poder que Pedro deberá ejercer no como autoritarismo y dominación, sino desde la conciencia de su debilidad, teniendo presentes las tres preguntas de Jesús: “¿Me amas… Me amas… Me quieres?” Como dijo el Papa León XIV en la homilía de inicio de su ministerio petrino: «¿Cómo puede Pedro llevar a cabo esta tarea? El Evangelio nos dice que es posible sólo porque ha experimentado en su propia vida el amor infinito e incondicional de Dios, incluso en la hora del fracaso y la negación». Será entonces cuando podrá realmente apacentar el rebaño del Señor y llevar a cabo lo que Jesús le había dicho: “Cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos”. (Lc 22, 32) 

Ésta es la misión y el estilo que deben seguir los sucesores de Pedro, los Papas, como también expresó León XIV en su homilía: «Fui elegido sin tener ningún mérito y, con temor y temblor, vengo a vosotros como un hermano que quiere hacerse siervo de vuestra fe y de vuestra alegría, caminando con vosotros por el camino del amor de Dios. No se trata nunca de atrapar a los demás con el sometimiento, con la propaganda religiosa o con los medios del poder, sino que se trata siempre y solamente de amar como lo hizo Jesús». 

Por eso, el Papa, sea quien sea, es querido en la Iglesia como el ‘gran puente’ (‘Sumo Pontífice’) que, por medio de su ministerio, ‘nos confirma en la fe’ y nos enseña a acercarnos, también conscientes de nuestra debilidad y pecado, al encuentro con el amor misericordioso de Dios 

En cuanto a Pablo, de quien hablamos más extensamente en la fiesta de su conversión (25 de enero), siempre realizó su misión entre los gentiles en comunión con Pedro, y aprendieron a superar las discrepancias y obstáculos desde la común experiencia de su amor por Cristo.






actuar




La Solemnidad de hoy nos debe llevar a valorar y agradecer este regalo que hemos recibido desde Pedro, el primer Papa, y desde Pablo, el gran Apóstol de los gentiles, y que han continuado sus sucesores, los Papas y Obispos. Hoy es ocasión, para nosotros y para los demás, de clarificar lo que es y significa la figura del Papa, sin quedarnos en la persona concreta ni en el ‘ropaje externo’, sino en lo que representa: Cristo Resucitado continúa su misión evangelizadora para que encontremos la salvación que Él nos ofrece, y uno de los modos de hacerlo es servirse del sucesor de Pedro, el Papa, para que continúe ‘confirmando en la fe’ a todos los que somos y formamos la Iglesia.









DOCUMENTO FINAL

POR UNA IGLESIA SINODAL:

COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN


Parte II - En la barca, juntos


61. Dentro de la comunidad cristiana, hay que prestar una atención especial a los niños: no sólo tienen necesidad de ser acompañados en la aventura de crecer, sino que tienen mucho que aportar a la comunidad de los creyentes. Cuando los apóstoles discuten entre ellos quién es el más grande, Jesús pone en el centro a un niño, presentándolo como criterio para entrar en el Reino (cf. Mc 9, 33-37). La Iglesia no puede ser sinodal sin la aportación de los niños, portadores de un potencial misionero que hay que valorizar. Su voz es necesaria para la comunidad: debemos escucharla y comprometernos para que todos en la sociedad la escuchen, especialmente los que tienen responsabilidades políticas y educativas. Una sociedad que no sabe acoger y cuidar a los niños es una sociedad enferma; el sufrimiento que muchos de ellos padecen a causa de la guerra, la pobreza y el abandono, los abusos y el tráfico es un escándalo que requiere el valor de la denuncia y el compromiso de la solidaridad.


62. Los jóvenes tienen también una contribución que aportar a la renovación sinodal de la Iglesia. Son particularmente sensibles a los valores de fraternidad y de compartir, al tiempo que rechazan las actitudes paternalistas o autoritarias. A veces su actitud hacia la Iglesia aparece como una crítica, pero a menudo adopta la forma positiva de un compromiso personal a favor de una comunidad acogedora, comprometida en la lucha contra la injusticia social y en el cuidado de la casa común. La petición de “caminar juntos en la vida cotidiana”, planteada por los jóvenes en el Sínodo a ellos dedicado en 2018, corresponde exactamente al horizonte de una Iglesia sinodal. Por eso, es esencial ofrecerles un acompañamiento atento y paciente; en particular, merece ser asumida la propuesta, surgida gracias a su contribución, de “una experiencia de acompañamiento con vistas al discernimiento”, que incluye la vida fraterna compartida con educadores adultos, un compromiso apostólico para vivir juntos al servicio de los más necesitados; la oferta de una espiritualidad enraizada en la oración y la vida sacramental (cf. Documento final de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, 161).


63. Al promover la corresponsabilidad en la misión de todos los bautizados, reconocemos las capacidades apostólicas de las personas con discapacidades que se sienten llamadas y enviadas como sujetos activos de evangelización. Queremos valorar la aportación que proviene de la inmensa riqueza de humanidad que traen consigo. Reconocemos sus experiencias de sufrimiento, marginación, discriminación, a veces sufridas incluso dentro de la propia comunidad cristiana, debido a actitudes paternalistas de lástima. Para favorecer su participación en la vida y misión de la Iglesia, se propone la creación de un Observatorio Eclesial de la Discapacidad.


64. Entre las vocaciones con las que la Iglesia se enriquece, destaca la de los esposos. El Concilio Vaticano II enseñó que “tienen en su modo y estado su carisma propio dentro del Pueblo de Dios” (LG 11). El sacramento del matrimonio confiere una misión particular que concierne al mismo tiempo a la vida de la familia, a la edificación de la Iglesia y al compromiso en la sociedad. En particular, en los últimos años ha crecido la conciencia de que las familias son sujetos y no sólo destinatarios de la pastoral familiar. Por eso necesitan encontrarse y trabajar en red, también con la ayuda de las instituciones eclesiales dedicadas a la educación de niños y jóvenes. Una vez más, la Asamblea expresa su propia cercanía y apoyo a todos aquellos que viven una condición de soledad como elección de fidelidad a la tradición y al magisterio de la Iglesia in materia matrimonial y de ética sexual, en la que reconocen una fuente de vida.

miércoles, 18 de junio de 2025

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO DEL CORPUS CHRISTI. CICLO C

                          

                                           
            

HOJA PARROQUIAL

21 y 22 de Junio de 2025

Domingo del Corpus Christi. Ciclo C


ENLACE A TODOS LOS PORTALES DE LA PARROQUIA


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana
















ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


“Comieron todos y se saciaron


LECTURAS

 


Primera lectura del libro del Génesis 14, 18-20


En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino, y le bendijo diciendo:

«Bendito sea Abrán por el Dios altísimo,
creador de cielo y tierra;
bendito sea el Dios altísimo,
que te ha entregado tus enemigos».

Y Abrán le dio el diezmo de todo.


Salmo 109, 1. 2. 3. 4 R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.


Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies». R/.

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R/.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora». R/.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec». R/.


Segunda lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 11, 23-26


Hermanos:

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».

Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
«Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía».

Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.


Evangelio según San Lucas 9, 11b-17


En aquel tiempo, Jesús hablaba a la gente del reino y sanaba a los que tenían necesidad de curación.

El día comenzaba a declinar. Entonces, acercándose los Doce, le dijeron:
«Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado».

Él les contestó:
«Dadles vosotros de comer».

Ellos replicaron:
«No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para toda esta gente».

Porque eran unos cinco mil hombres.

Entonces dijo a sus discípulos:
«Haced que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno».

Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos.

Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.



Los textos son cogidos de la página de 







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Pasados los primeros días, el Papa León XIV ha dejado de ser ‘noticia de primera página’ y los titulares los ocupan otros temas de actualidad. Pero eso no significa que no haya ‘noticias’ respecto al Papa. Y hay dos palabras que el Papa León ha destacado desde que fue elegido: amor y unidad. Así lo expresó en sus primeras palabras: «¡Dios os ama a todos! Estamos todos en las manos de Dios. Por lo tanto, sin miedo, unidos de la mano con Dios y entre nosotros, vayamos adelante: somos discípulos de Cristo. Amor y unidad: estas son las dos dimensiones de la misión que Jesús confió a Pedro». Unas palabras que deben seguir siendo ‘noticia de primera página’ para quienes somos y formamos la Iglesia.   




juzgar


La Eucaristía sintetiza estas dos dimensiones, amor y unidad, como dijo Benedicto XVI en “Sacramentum caritatis”: «La Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios. En este admirable Sacramento se manifiesta el amor “más grande” (1). Por el Sacramento eucarístico Jesús nos muestra la unión que ha querido establecer entre Él y nosotros, entre su persona y la Iglesia (14). La comunión tiene siempre y de modo inseparable una connotación vertical y una horizontal: comunión con Dios y comunión con los hermanos y hermanas. Las dos dimensiones se encuentran misteriosamente en el don eucarístico» (76). 

Esta doble dimensión de la Eucaristía requiere de algo que, lamentablemente, también ha dejado de ser noticia pero que debemos devolver a la ‘primera página’: la sinodalidad, caminar juntos, uno de los importantes procesos eclesiales que el Papa Francisco dejó abiertos y que el Papa León ha recogido con toda claridad: «Quiero caminar junto a vosotros como Iglesia unida. Queremos ser una Iglesia sinodal». 

Y en el documento final de la última sesión del Sínodo sobre la sinodalidad, celebrada en octubre de 2024, se destaca la centralidad y necesidad de la Eucaristía para que, como Iglesia, podamos caminar juntos: «La celebración de la Eucaristía, especialmente el domingo, "significa y realiza la unidad de la Iglesia" (UR 2). En la participación plena, consciente y activa" (SC 14) de todos los fieles, se hace visible la comunidad cristiana. La Iglesia, Cuerpo de Cristo, depende de la Eucaristía para articular unidad y pluralidad: unidad de la celebración y diversidad de vocaciones, carismas y ministerios». (26) 

La Eucaristía nos hace vivir la sinodalidad, nos enseña a todos los miembros de la Iglesia a caminar juntos, pero «la sinodalidad no es un fin en sí misma, sino que apunta a la misión que Cristo ha confiado a la Iglesia en el Espíritu. Evangelizar es la misión esencial de la Iglesia» (32). Y ésta es la llamada que hemos recibido del Señor en el Evangelio; tras realizar el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, con unos gestos que prefiguran la celebración de la Eucaristía, Jesús les dice y nos dice: “Dadles vosotros de comer”. 

El amor y la unidad que recibimos en la Eucaristía no es para disfrutarla sólo nosotros, hemos de hacer que sea ‘noticia de primera página’ para otros, como también ha pedido el Papa en la homilía de inicio de su ministerio petrino: «Vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres. Y nosotros queremos ser, dentro de esta masa, una pequeña levadura de unidad, de comunión y de fraternidad. Nosotros queremos decirle al mundo, con humildad y alegría: ¡Mirad a Cristo! ¡Acercaos a Él! ¡Acoged su Palabra que ilumina y consuela! Escuchad su propuesta de amor para formar su única familia: en el único Cristo somos uno. Y ésta es la vía que hemos de recorrer juntos, unidos entre nosotros. Éste es el espíritu misionero que debe animarnos; estamos llamados a ofrecer el amor de Dios a todos», un Amor realmente presente en la Eucaristía.






actuar




¿Las palabras del Papa León, o el Sínodo sobre la sinodalidad, siguen siendo ‘noticias de primera página’ para mí, o ya las he olvidado? ¿Vivo de forma equilibrada la dimensión vertical (unión con Dios) y horizontal (unión con los hermanos) de la Eucaristía? ¿Cómo ‘doy de comer’ a otros? 

Hoy pedimos que el amor y la unidad que recibimos del Señor, presente en la Eucaristía, sea siempre ‘noticia de primera página’, para nosotros y para tantos ‘hambrientos’, porque «la Iglesia tiene la misión de llevar este espléndido anuncio a un mundo cambiante. Mientras se alimenta en la Eucaristía del Cuerpo y de la Sangre del Señor, sabe que no puede olvidar a los pobres, a los últimos, a los excluidos, a los que no conocen el amor y están sin esperanza».









DOCUMENTO FINAL

POR UNA IGLESIA SINODAL:

COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN


Parte II - En la barca, juntos


58. Cada bautizado responde a las exigencias de la misión en los contextos en los que vive y trabaja desde sus propias inclinaciones y capacidades, manifestando así la libertad del Espíritu en la concesión de sus dones. Gracias a este dinamismo en el Espíritu, el Pueblo de Dios, escuchando la realidad en la que vive, puede descubrir nuevos ámbitos de compromiso y nuevas formas de realizar su misión. Los cristianos que, en distintas capacidades —en la familia y en otros estados de vida, en el lugar de trabajo y en las profesiones, en el compromiso cívico o político, social o ecológico, en el desarrollo de una cultura inspirada en el Evangelio como en la evangelización de la cultura del ambiente digital—, recorren los caminos del mundo y en sus ambientes de vida anuncian el Evangelio, están sostenidos por los dones del Espíritu.


59. Piden a la Iglesia que no les deje solos, sino que se sientan enviados y apoyados. Piden alimentarse del pan de la Palabra y de la Eucaristía, así como de los lazos fraternos de la comunidad. Piden que se reconozca su compromiso como lo que es: una acción de la Iglesia en favor del Evangelio, y no una opción privada. Por último, piden que la comunidad acompañe a quienes, por su testimonio, se han sentido atraídos por el Evangelio. En una Iglesia sinodal misionera, bajo la guía de sus Pastores, las comunidades podrán enviar y sostener a quienes ha sido enviados. Por tanto, se concebirán a sí mismas principalmente al servicio de la misión que los fieles llevan a cabo en la sociedad, en la vida familiar y laboral, sin centrarse exclusivamente en las actividades que tienen lugar en su interior y en sus necesidades organizativas.


60. En virtud del Bautismo, hombres y mujeres gozan de igual dignidad en el Pueblo de Dios. Sin embargo, las mujeres siguen encontrando obstáculos para obtener un reconocimiento más pleno de sus carismas, de su vocación y de su lugar en los diversos ámbitos de la vida de la Iglesia, en detrimento del servicio a la misión común. La Escritura atestigua la función destacada de muchas mujeres en la historia de la salvación. A una mujer, María Magdalena, se le confió el primer anuncio de la Resurrección; el día de Pentecostés, en el Cenáculo, estaba presente María, la Madre de Dios, junto a muchas mujeres que habían seguido al Señor. Es importante que los pasajes pertinentes de la Escritura encuentren un espacio apropiado en los leccionarios litúrgicos. Algunas coyunturas cruciales en la historia de la Iglesia confirman la contribución esencial de las mujeres movidas por el Espíritu. Las mujeres constituyen la mayoría de los fieles y a menudo son los primeros testigos de la fe en las familias. Participan activamente en la vida de pequeñas comunidades cristianas y parroquias; dirigen escuelas, hospitales y centros de acogida; lideran iniciativas en favor de la reconciliación y la promoción de la dignidad humana y la justicia social. Las mujeres contribuyen a la investigación teológica y están presentes en puestos de responsabilidad en instituciones vinculadas a la Iglesia, la Curia diocesana y la Curia Romana. Hay mujeres que ejercen funciones de autoridad o son líderes de comunidades. Esta Asamblea hace un llamamiento a la plena aplicación de todas las oportunidades ya previstas en la legislación vigente en relación con la función de la mujer, en particular en los lugares donde aún no se han implementado. No hay nada que impida que las mujeres desempeñen funciones de liderazgo en la Iglesia: lo que viene del Espíritu Santo no puede detenerse. También sigue abierta la cuestión del acceso de las mujeres al ministerio diaconal y es necesario proseguir con el discernimiento a este respecto. La Asamblea pide también que se preste más atención al lenguaje y a las imágenes utilizadas en la predicación, la enseñanza, la catequesis y la redacción de los documentos oficiales de la Iglesia, dando más espacio a la contribución de mujeres santas, teólogas y místicas.