miércoles, 18 de junio de 2025

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO DEL CORPUS CHRISTI. CICLO C

                          

                                           
            

HOJA PARROQUIAL

21 y 22 de Junio de 2025

Domingo del Corpus Christi. Ciclo C


ENLACE A TODOS LOS PORTALES DE LA PARROQUIA


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana















ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


“Comieron todos y se saciaron


LECTURAS

 


Primera lectura del libro del Génesis 14, 18-20


En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino, y le bendijo diciendo:

«Bendito sea Abrán por el Dios altísimo,
creador de cielo y tierra;
bendito sea el Dios altísimo,
que te ha entregado tus enemigos».

Y Abrán le dio el diezmo de todo.


Salmo 109, 1. 2. 3. 4 R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.


Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies». R/.

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R/.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora». R/.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec». R/.


Segunda lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 11, 23-26


Hermanos:

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».

Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
«Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía».

Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.


Evangelio según San Lucas 9, 11b-17


En aquel tiempo, Jesús hablaba a la gente del reino y sanaba a los que tenían necesidad de curación.

El día comenzaba a declinar. Entonces, acercándose los Doce, le dijeron:
«Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado».

Él les contestó:
«Dadles vosotros de comer».

Ellos replicaron:
«No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para toda esta gente».

Porque eran unos cinco mil hombres.

Entonces dijo a sus discípulos:
«Haced que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno».

Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos.

Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.



Los textos son cogidos de la página de 







ver



Pasados los primeros días, el Papa León XIV ha dejado de ser ‘noticia de primera página’ y los titulares los ocupan otros temas de actualidad. Pero eso no significa que no haya ‘noticias’ respecto al Papa. Y hay dos palabras que el Papa León ha destacado desde que fue elegido: amor y unidad. Así lo expresó en sus primeras palabras: «¡Dios os ama a todos! Estamos todos en las manos de Dios. Por lo tanto, sin miedo, unidos de la mano con Dios y entre nosotros, vayamos adelante: somos discípulos de Cristo. Amor y unidad: estas son las dos dimensiones de la misión que Jesús confió a Pedro». Unas palabras que deben seguir siendo ‘noticia de primera página’ para quienes somos y formamos la Iglesia.   




juzgar


La Eucaristía sintetiza estas dos dimensiones, amor y unidad, como dijo Benedicto XVI en “Sacramentum caritatis”: «La Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios. En este admirable Sacramento se manifiesta el amor “más grande” (1). Por el Sacramento eucarístico Jesús nos muestra la unión que ha querido establecer entre Él y nosotros, entre su persona y la Iglesia (14). La comunión tiene siempre y de modo inseparable una connotación vertical y una horizontal: comunión con Dios y comunión con los hermanos y hermanas. Las dos dimensiones se encuentran misteriosamente en el don eucarístico» (76). 

Esta doble dimensión de la Eucaristía requiere de algo que, lamentablemente, también ha dejado de ser noticia pero que debemos devolver a la ‘primera página’: la sinodalidad, caminar juntos, uno de los importantes procesos eclesiales que el Papa Francisco dejó abiertos y que el Papa León ha recogido con toda claridad: «Quiero caminar junto a vosotros como Iglesia unida. Queremos ser una Iglesia sinodal». 

Y en el documento final de la última sesión del Sínodo sobre la sinodalidad, celebrada en octubre de 2024, se destaca la centralidad y necesidad de la Eucaristía para que, como Iglesia, podamos caminar juntos: «La celebración de la Eucaristía, especialmente el domingo, "significa y realiza la unidad de la Iglesia" (UR 2). En la participación plena, consciente y activa" (SC 14) de todos los fieles, se hace visible la comunidad cristiana. La Iglesia, Cuerpo de Cristo, depende de la Eucaristía para articular unidad y pluralidad: unidad de la celebración y diversidad de vocaciones, carismas y ministerios». (26) 

La Eucaristía nos hace vivir la sinodalidad, nos enseña a todos los miembros de la Iglesia a caminar juntos, pero «la sinodalidad no es un fin en sí misma, sino que apunta a la misión que Cristo ha confiado a la Iglesia en el Espíritu. Evangelizar es la misión esencial de la Iglesia» (32). Y ésta es la llamada que hemos recibido del Señor en el Evangelio; tras realizar el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, con unos gestos que prefiguran la celebración de la Eucaristía, Jesús les dice y nos dice: “Dadles vosotros de comer”. 

El amor y la unidad que recibimos en la Eucaristía no es para disfrutarla sólo nosotros, hemos de hacer que sea ‘noticia de primera página’ para otros, como también ha pedido el Papa en la homilía de inicio de su ministerio petrino: «Vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres. Y nosotros queremos ser, dentro de esta masa, una pequeña levadura de unidad, de comunión y de fraternidad. Nosotros queremos decirle al mundo, con humildad y alegría: ¡Mirad a Cristo! ¡Acercaos a Él! ¡Acoged su Palabra que ilumina y consuela! Escuchad su propuesta de amor para formar su única familia: en el único Cristo somos uno. Y ésta es la vía que hemos de recorrer juntos, unidos entre nosotros. Éste es el espíritu misionero que debe animarnos; estamos llamados a ofrecer el amor de Dios a todos», un Amor realmente presente en la Eucaristía.






actuar




¿Las palabras del Papa León, o el Sínodo sobre la sinodalidad, siguen siendo ‘noticias de primera página’ para mí, o ya las he olvidado? ¿Vivo de forma equilibrada la dimensión vertical (unión con Dios) y horizontal (unión con los hermanos) de la Eucaristía? ¿Cómo ‘doy de comer’ a otros? 

Hoy pedimos que el amor y la unidad que recibimos del Señor, presente en la Eucaristía, sea siempre ‘noticia de primera página’, para nosotros y para tantos ‘hambrientos’, porque «la Iglesia tiene la misión de llevar este espléndido anuncio a un mundo cambiante. Mientras se alimenta en la Eucaristía del Cuerpo y de la Sangre del Señor, sabe que no puede olvidar a los pobres, a los últimos, a los excluidos, a los que no conocen el amor y están sin esperanza».









DOCUMENTO FINAL

POR UNA IGLESIA SINODAL:

COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN


Parte II - En la barca, juntos


58. Cada bautizado responde a las exigencias de la misión en los contextos en los que vive y trabaja desde sus propias inclinaciones y capacidades, manifestando así la libertad del Espíritu en la concesión de sus dones. Gracias a este dinamismo en el Espíritu, el Pueblo de Dios, escuchando la realidad en la que vive, puede descubrir nuevos ámbitos de compromiso y nuevas formas de realizar su misión. Los cristianos que, en distintas capacidades —en la familia y en otros estados de vida, en el lugar de trabajo y en las profesiones, en el compromiso cívico o político, social o ecológico, en el desarrollo de una cultura inspirada en el Evangelio como en la evangelización de la cultura del ambiente digital—, recorren los caminos del mundo y en sus ambientes de vida anuncian el Evangelio, están sostenidos por los dones del Espíritu.


59. Piden a la Iglesia que no les deje solos, sino que se sientan enviados y apoyados. Piden alimentarse del pan de la Palabra y de la Eucaristía, así como de los lazos fraternos de la comunidad. Piden que se reconozca su compromiso como lo que es: una acción de la Iglesia en favor del Evangelio, y no una opción privada. Por último, piden que la comunidad acompañe a quienes, por su testimonio, se han sentido atraídos por el Evangelio. En una Iglesia sinodal misionera, bajo la guía de sus Pastores, las comunidades podrán enviar y sostener a quienes ha sido enviados. Por tanto, se concebirán a sí mismas principalmente al servicio de la misión que los fieles llevan a cabo en la sociedad, en la vida familiar y laboral, sin centrarse exclusivamente en las actividades que tienen lugar en su interior y en sus necesidades organizativas.


60. En virtud del Bautismo, hombres y mujeres gozan de igual dignidad en el Pueblo de Dios. Sin embargo, las mujeres siguen encontrando obstáculos para obtener un reconocimiento más pleno de sus carismas, de su vocación y de su lugar en los diversos ámbitos de la vida de la Iglesia, en detrimento del servicio a la misión común. La Escritura atestigua la función destacada de muchas mujeres en la historia de la salvación. A una mujer, María Magdalena, se le confió el primer anuncio de la Resurrección; el día de Pentecostés, en el Cenáculo, estaba presente María, la Madre de Dios, junto a muchas mujeres que habían seguido al Señor. Es importante que los pasajes pertinentes de la Escritura encuentren un espacio apropiado en los leccionarios litúrgicos. Algunas coyunturas cruciales en la historia de la Iglesia confirman la contribución esencial de las mujeres movidas por el Espíritu. Las mujeres constituyen la mayoría de los fieles y a menudo son los primeros testigos de la fe en las familias. Participan activamente en la vida de pequeñas comunidades cristianas y parroquias; dirigen escuelas, hospitales y centros de acogida; lideran iniciativas en favor de la reconciliación y la promoción de la dignidad humana y la justicia social. Las mujeres contribuyen a la investigación teológica y están presentes en puestos de responsabilidad en instituciones vinculadas a la Iglesia, la Curia diocesana y la Curia Romana. Hay mujeres que ejercen funciones de autoridad o son líderes de comunidades. Esta Asamblea hace un llamamiento a la plena aplicación de todas las oportunidades ya previstas en la legislación vigente en relación con la función de la mujer, en particular en los lugares donde aún no se han implementado. No hay nada que impida que las mujeres desempeñen funciones de liderazgo en la Iglesia: lo que viene del Espíritu Santo no puede detenerse. También sigue abierta la cuestión del acceso de las mujeres al ministerio diaconal y es necesario proseguir con el discernimiento a este respecto. La Asamblea pide también que se preste más atención al lenguaje y a las imágenes utilizadas en la predicación, la enseñanza, la catequesis y la redacción de los documentos oficiales de la Iglesia, dando más espacio a la contribución de mujeres santas, teólogas y místicas.

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