viernes, 18 de julio de 2025

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

                             

                                           
            


HOJA PARROQUIAL

19 y 20 de Julio de 2025

Domingo XVI del Tiempo Ordinario. Ciclo C


ENLACE A TODOS LOS PORTALES DE LA PARROQUIA


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana


















ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


“Marta lo recibió en su casa. María ha escogido la parte mejor


LECTURAS

 


Primera lectura del libro del Génesis 18, 1-10a


En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra y dijo:
«Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un bocado de pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo».

Contestaron:
«Bien, haz lo que dices».

Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo:
«Aprisa, prepara tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz unas tortas».

Abrahán corrió enseguida a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase de inmediato. Tomó también cuajada, leche y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba bajo el árbol, ellos comían.

Después le dijeron:
«Dónde está Sara, tu mujer?».

Contestó:
«Aquí, en la tienda».

Y uno añadió:
«Cuando yo vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre Sara habrá tenido un hijo».


Salmo 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5 R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?


El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R/.

El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R/.

El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R/.


Segunda lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 1,24-28


Hermanos:

Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios, el misterio escondido desde siglos y generaciones y revelado ahora a sus santos, a quienes Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria.

Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en Cristo.


Evangelio según San Lucas 10, 38-42


En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.

Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».

Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».



Los textos son cogidos de la página de 







ver



Descansar bien es esencial para mantener un buen estado de salud, tanto físico como mental. No se trata sólo de dormir lo necesario, hacen falta prácticas que faciliten la recuperación física y mental. De ahí que, en tiempo de verano, quienes disfrutan de vacaciones pueden caer en dos extremos: por una parte, en procurar no hacer nada que suponga ‘trabajo’, más allá de lo indispensable, y disfrutar del sol, playa, montaña, o simplemente de nuestra casa. Y, por otra parte, están quienes llenan este tiempo con un montón de actividades y compromisos: viajes, campamentos, excursiones, reuniones y celebraciones familiares… En definitiva, tanto en un caso como en otro lo se busca es romper con la dinámica habitual y hacer aquello que, durante el resto del año, no podemos y que nos ayude a recobrar fuerzas para la vuelta a la ‘normalidad’.




juzgar


Ambos extremos son perfectamente comprensibles y aceptables. Por eso, sea cual sea la opción que tomemos para este tiempo de verano, la Palabra de Dios de este domingo nos invita a seguir esa línea de romper con la dinámica habitual, pero introduciendo a Dios en estos días, porque quizá el resto del año no podemos dedicarle el tiempo que quisiéramos o necesitaríamos. El objetivo de las vacaciones, si podemos tenerlas, es que nos ayuden a la recuperación física y mental y, como cristianos, también deben ayudarnos a recuperarnos espiritualmente. Y lo que hagamos o dejemos de hacer durante este tiempo ha de estar orientado hacia ese fin.

Por eso, si optamos por procurar no hacer nada que nos suponga ‘trabajo’, en la 1ª lectura hemos escuchado el encuentro que Abrahán tuvo con Dios: “el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda en lo más caluroso del día”. Abrahán está en el oasis de Mambré, descansando a la sombra, el fuerte calor no invita a la actividad y lo único que apetece es estar sentado, sin hacer nada. Pero “alzó la vista y vio a tres hombres frente a Él…” y en esos tres personajes reconoce a Dios: “Corrió a su encuentro se postró en tierra y dijo: «Señor mío, no pases de largo junto a tu siervo…»” Podemos trasladar esta imagen a quienes estén en esos ‘oasis’ que son las playas, apartamentos, chalets, campings, o simplemente nuestro propio hogar… Y pensar si en este tiempo también damos ‘vacaciones’ a Dios. Él también pasa por ahí, también se hace presente en nuestro descanso, y nos ofrece la oportunidad de acogerle con tranquilidad, de ‘estar con Él’, de dialogar en la oración sin prisas, algo que quizá el resto del año nos resulta más difícil de hacer.

Si nuestra opción es la otra, llenar el tiempo de vacaciones con múltiples actividades, para disfrutar este tiempo ‘a tope’, en el Evangelio hemos escuchado el encuentro de Jesús con Marta y María: “María, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios“. Y Jesús le dice: “Marta, andas inquieta y preocupada por muchas cosas; sólo una es necesaria?”. Jesús no dice que esa actividad que Marta lleva a cabo esté mal; lo que intenta hacerle comprender es que tanta actividad le está impidiendo descansar físicamente, y además la está privando de algo muy necesario, como es escuchar su Palabra. También podemos trasladar esta imagen a quienes llenan estos días de actividades, y pensar si todo eso, al terminar, nos hará sentir que ‘necesitamos unas vacaciones para descansar de las vacaciones’. Y también debemos pensar si tanta actividad nos agobia porque vamos casi contra reloj, como el resto del año, y además nos está robando el tiempo que necesitamos para lo necesario, que es ‘sentarnos’ un poco con el Señor y escuchar su Palabra.




actuar




¿Puedo disfrutar de un tiempo de vacaciones? ¿Me he hecho algún plan? ¿Tengo presente que el objetivo es recuperarme física, mental y espiritualmente? ¿Qué tiempo he reservado para Dios? Las vacaciones terminarán; a finales de agosto o principios de septiembre volverá a hablarse del ‘síndrome postvacacional’, ese abatimiento que sentimos al volver a la rutina tras unos días tan especiales; el recuerdo también irá desvaneciéndose… Pero, si hemos introducido al Señor en nuestras vacaciones, nos sentiremos recuperados espiritualmente y, cuando volvamos a la ‘normalidad’, a nuestros trabajos y ocupaciones cotidianos, las afrontaremos mejor porque viviremos la experiencia de María: “Ha elegido la parte mejor, y no le será quitada”.









DOCUMENTO FINAL

POR UNA IGLESIA SINODAL:

COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN


Parte II - En la barca, juntos


71. Los Obispos también necesitan ser acompañados y apoyados en su ministerio. El Metropolitano puede desempeñar un papel en la promoción de la fraternidad entre Obispos de Diócesis vecinas. A lo largo del camino sinodal, surgió la necesidad de ofrecer a los Obispos caminos de formación permanente también en los contextos locales. Se recordó la necesidad de clarificar el rol de los Obispos auxiliares y de ampliar las tareas que el Obispo puede delegar. También debe valorizarse la experiencia de los obispos eméritos en su nuevo modo de estar al servicio del Pueblo de Dios. Es importante ayudar a los fieles a no cultivar expectativas excesivas e irreales respecto al Obispo, recordando que también él es un hermano frágil, expuesto a la tentación, necesitado de ayuda como todos. Una visión idealizada del Obispo no facilita su delicado ministerio, que en cambio se sostiene por la participación de todo el Pueblo de Dios en la misión en una Iglesia verdaderamente sinodal.


Con el Obispo: Presbíteros y Diáconos


72. En una Iglesia sinodal, los presbíteros están llamados a vivir su servicio en una actitud de cercanía a las personas, de acogida y escucha de todos, abriéndose a un estilo auténticamente sinodal. Los presbíteros “forman con su Obispo un único Presbiterio” (LG 28) y colaboran con él en el discernimiento de los carismas y en el acompañamiento y guía de la Iglesia local, con particular atención al servicio de la unidad. Están llamados a vivir la fraternidad presbiteral y a caminar juntos en el servicio pastoral. También forman parte del presbiterio los presbíteros miembros de Institutos de vida consagrada y de Sociedades de vida apostólica, que lo enriquecen con la peculiaridad de su carisma. Ellos, así como los presbíteros que proceden de Iglesias Orientales sui iuris, célibes o casados, y los presbíteros fidei donum y aquellos que provienen de otras naciones, ayudan al clero local a abrirse a los horizontes de toda la Iglesia, mientras que los presbíteros diocesanos ayudan a los otros hermanos a insertarse en la historia de una diócesis concreta, con sus tradiciones y riquezas espirituales. De este modo, también en el presbiterio se realiza un verdadero intercambio de dones con vistas a la misión. Los presbíteros también tienen necesidad ser acompañados y apoyados, especialmente en las primeras etapas de su ministerio y en los momentos de debilidad y fragilidad.


73. Servidores de los misterios de Dios y de la Iglesia (cf. LG 41), los diáconos son ordenados “no en orden al sacerdocio, sino en orden al ministerio” (LG 29). Lo ejercen en el servicio de la caridad, en el anuncio y en la liturgia, mostrando en cada contexto social y eclesial en el que están presentes la relación entre el Evangelio anunciado y la vida vivida en el amor, y promoviendo en toda la Iglesia una conciencia y un estilo de servicio hacia todos, especialmente hacia los más pobres. Las funciones de los diáconos son múltiples, como muestran la Tradición, la oración litúrgica y la práctica pastoral. Deben especificarse en respuesta a las necesidades de cada Iglesia local, en particular para despertar y sostener la atención de todos hacia los más pobres, en el marco de una Iglesia sinodal misionera y misericordiosa. El ministerio diaconal sigue siendo desconocido para muchos cristianos, también porque, aunque fue restaurado por el Vaticano II en la Iglesia latina como un grado propio y permanente (cf. LG 29), todavía no ha sido aceptado en todas las áreas geográficas. La enseñanza del Concilio deberá ser profundizada ulteriormente, también sobre la base de una revisión de las numerosas experiencias en curso, pero ya ofrece sólidas motivaciones a las Iglesias locales para que no tarden en promover de manera más generosa el diaconado permanente, reconociendo en este ministerio un factor precioso para la maduración de una Iglesia Sierva en el seguimiento del Señor Jesús, que se hizo servidor de todos. Esta profundización puede ayudar también a comprender mejor el significado de la ordenación diaconal de quienes llegarán a ser presbíteros.

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