HOJA PARROQUIAL
27 y 28 de Septiembre de 2025
Domingo XXVI del Tiempo Ordinario. Ciclo C
ENLACE A TODOS LOS PORTALES DE LA PARROQUIA
“Recibiste bienes, y Lázaro males; ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado”
LECTURAS
Primera lectura del Profeta Amós 6, 1a. 4-7
Se acuestan en lechos de marfil, se arrellanan en sus divanes, comen corderos del rebaño y terneros del establo; tartamudean como insensatos e inventan como David instrumentos musicales; beben el vino en elegantes copas, se ungen con el mejor de los aceites pero no se conmueven para nada por la ruina de la casa de José.
Por eso irán al destierro, a la cabeza de los deportados, y se acabará la orgía de los disolutos».
Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10 R/. Alaba, alma mía, al Señor.
Segunda lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 6, 11-16
Hombre de Dios, busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.
Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna, a la que fuiste llamado y que tú profesaste noblemente delante de muchos testigos.
Delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que proclamó tan noble profesión de fe ante Poncio Pilato, te ordeno que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que, en el tiempo apropiado, mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad, que habita una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver.
A él honor y poder eterno. Amén.
Evangelio según San Lucas 16, 19-31
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”.
Los textos son cogidos de la página de
ver
Un refrán muy popular afirma: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”, y que no tiene que ver con la incapacidad física de percibir con los ojos. Significa que es inútil tratar de convencer a alguien de algo que no quiere aceptar, porque su cerrazón es más fuerte que la evidencia o los argumentos racionales que se le presentan. Y es la peor forma de ceguera porque es uno mismo quien elige y decide permanecer en el error.
juzgar
En la 1ª lectura hemos escuchado: “Ay de aquéllos que se sienten seguros… se arrellanan en sus divanes… beben… pero no se conmueven para nada por la ruina de la casa de José”. Y en la parábola del Evangelio Jesús cuenta que “había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro esta echado en su portal, cubierto de llagas y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico”. La Palabra de Dios denuncia a quienes, teniendo delante situaciones de necesidad, tanto materiales como de otro tipo, “no quieren verlas”, pretenden vivir y actuar como si no existieran. Y también nosotros corremos el peligro de caer en esto porque «cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás, no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien. Esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia». (Papa Francisco, Mensaje Cuaresma 2015). Nos convertimos en “espectadores” pasivos de las situaciones de sufrimiento que la mayor parte de la humanidad está viviendo. Las personas que están pidiendo limosna en las puertas de los supermercados, o durmiendo en la calle, se ha convertido en “parte del paisaje” y, salvo excepciones, no nos provocan ninguna reacción.
Y esa indiferencia, ese “ser espectadores”, nos va llevando a convertirnos en “ciegos que no quieren ver”. A veces de un modo consciente, y otras sin darnos cuenta, porque como también dijo el Papa Francisco: «Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir» (Mensaje Cuaresma 2015), nos sentimos impotentes y por eso «algunas personas prefieren no buscar, no informarse y viven su bienestar y su comodidad indiferentes al grito de dolor de la humanidad que sufre». (Mensaje Jornada Mundial de la Paz 2016) Y hoy en día lo tenemos muy fácil para quitarnos de delante los sufrimientos de los demás: cambiamos de canal de televisión, deslizamos el dedo en la pantalla para pasar a otra cosa, vemos quién llama y no respondemos…
actuar
En la parábola, Abrahán decía al rico: “Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”. Nosotros tenemos la Palabra de Jesús Resucitado, que nos dijo que en el amor a Dios y al prójimo como a uno mismo se sostienen toda la Ley y los Profetas (Mt 22, 36-40). Ése es el camino que debemos seguir para no ser de los peores “ciegos” y entrar, como Lázaro, en el banquete del Reino.
DOCUMENTO FINAL
POR UNA IGLESIA SINODAL:
COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN
Parte III –“Echar la red”
Sinodalidad y organismos de participación
103. La participación de los bautizados en los procesos decisionales, así como las prácticas de rendición de cuentas y de evaluación, se desarrollan a través de mediaciones institucionales, en primer lugar, los órganos de participación que, a nivel de la Iglesia local, ya prevé el derecho canónico. En la Iglesia latina, éstos son Sínodo diocesano (cf. CIC, can. 466), Consejo presbiteral (cf. CIC, can. 500, § 2), Consejo pastoral diocesano (cf. CIC, can. 514, § 341), Consejo pastoral parroquial (cf. CIC, can. 536), Consejo diocesano y parroquial para los asuntos económicos (cf. CIC, cc. 493 y 537). En las Iglesias orientales católicas son: Asamblea eparquial (cf. CCEO, cc. 235 ss.), Consejo eparquial para asuntos económicos (cf. CCEO, cc. 262 ss.), Consejo presbiteral (cf. CCEO can. 264), Consejo pastoral eparquial (cf. CCEO cc. 272 ss.), Consejos parroquiales (cf. CCEO can. 295). Los miembros lo son en función de su rol eclesial, según sus responsabilidades diferenciadas en las distintas capacidades (carismas, ministerios, experiencia o competencia, etc.). Cada uno de estos organismos participa en el discernimiento necesario para el anuncio inculturado del Evangelio, la misión de la comunidad en su propio ambiente y el testimonio de los bautizados que la componen. También les competen los procesos decisionales en las formas establecidas y constituyen un ámbito para la rendición de cuentas y la evaluación, ya que a su vez deben evaluar y rendir cuentas de su labor. Los organismos de participación constituyen uno de los ámbitos de actuación más prometedores para una rápida aplicación de las orientaciones sinodales que conduzca a cambios perceptibles a corto plazo.
104. Una Iglesia sinodal se basa en la existencia, eficiencia y vitalidad efectiva, y no meramente nominal, de estos órganos de participación, así como en su funcionamiento conforme a las disposiciones canónicas o a la costumbre legítima, y en el cumplimiento de los estatutos y reglamentos que los rigen. Por esta razón, deberían ser obligatorios, como se requiere en todas las etapas del proceso sinodal, y poder desempeñar plenamente su papel, no de manera puramente formal, sino de forma adecuada a los diferentes contextos locales.
105. En esta misma línea, resulta oportuno intervenir en el funcionamiento de estos organismos, empezando por la adopción de una metodología de trabajo sinodal. La Conversación en el Espíritu, con las adaptaciones oportunas, puede ser un punto de referencia. Debe prestarse especial atención al modo de designación de los miembros. Cuando no esté prevista la elección, deberá realizarse una consulta sinodal que exprese lo más posible la realidad de la comunidad o de la Iglesia local, y la autoridad deberá hacer el nombramiento en función de sus resultados, respetando la articulación entre consulta y deliberación descrita anteriormente. También debe preverse que los miembros de los Consejos pastorales diocesanos y parroquiales tengan la facultad de proponer temas para su inclusión en el orden del día, de forma análoga a lo que sucede con los miembros del Consejo presbiteral.
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