miércoles, 1 de octubre de 2025

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

                                    

                                           
            


HOJA PARROQUIAL

4 y 5 de Octubre de 2025

Domingo XXVII del Tiempo Ordinario. Ciclo C



ENLACE A TODOS LOS PORTALES DE LA PARROQUIA


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana



“¡Si tuvierais fe!


LECTURAS

 




Primera lectura del Profeta Habacuc 1, 2-3; 2, 2-4


¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que me oigas,
te gritaré: ¡Violencia!, sin que me salves?

¿Por qué me haces ver crímenes y contemplar opresiones?

¿Por qué pones ante mí destrucción y violencia,
y surgen disputas y se alzan contiendas?

Me respondió el Señor:
Escribe la visión y grábala en tablillas, que se lea de corrido;
pues la visión tiene un plazo, pero llegará a su término sin defraudar.

Si se atrasa, espera en ella, pues llegará y no tardará.

Mira, el altanero no triunfará; pero el justo por su fe vivirá.


Salmo 94, 1-2. 6-7. 8-9 R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».


Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras». R/.


Segunda lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 1, 6-8. 13-14


Querido hermano:

Te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos, pues Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza. Así pues, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.

Ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.


Evangelio según San Lucas 17, 5-10


En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».

El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería.

¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?

¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?

¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».


Los textos son cogidos de la página de 







ver



En nuestra vida a veces atravesamos situaciones difíciles, duras, que se prolongan en el tiempo, y que van minando nuestro ánimo poco a poco. Nos sentimos cansados, no vemos ninguna salida posible, quisiéramos poder rendirnos y abandonar, pero a la vez sabemos que no podemos hacerlo, que debemos seguir adelante y afrontar como podamos cada nuevo día, porque tenemos responsabilidades o personas a las que atender. Pero cada vez nos cuesta mayor esfuerzo seguir.




juzgar


En la 1ª lectura hemos escuchado las preguntas que nos hacemos en esas situaciones: “¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que me oigas… sin que me salves? ¿Por qué…?”. Preguntas que nos hacemos pero que también sabemos que no van a tener respuesta. Al menos, no la que nosotros quisiéramos. 

Porque en la lectura sí que aparece una respuesta: “La visión tiene un plazo… llegará a su término sin defraudar. Si se retrasa, espera en ella…”. No es simplemente una llamada a tener paciencia ante la adversidad; es una invitación a entrar en el Misterio de Dios, a confiar en Él y a esperar en Él pero no de un modo pasivo: “el justo por su fe vivirá”. El “justo” es el que se “ajusta” a Dios, el que acoge su Palabra y “vivirá” por la fe en esa Palabra, afronta con y desde la fe su vida cada día, por duras que sean las circunstancias. 

Ante las situaciones difíciles, y teniendo en cuenta esta llamada a esperar en el Señor para vivir por la fe, surge inevitablemente la petición que los Apóstoles hicieron al Señor: “Auméntanos la fe”. Somos conscientes de lo que nos cuesta entrar en el Misterio de Dios. A pesar de todo lo que estamos celebrando este Jubileo, nos cuesta mucho ser “Peregrinos de esperanza”, porque «la esperanza parece derrumbarse frente al sufrimiento» (Bula Jubileo 4). Y entonces nos damos cuenta de que nuestra fe no es tan grande ni tan fuerte como a veces creemos, y deja mucho que desear. Pero Jesús nos dice que la fe no es cuestión de tamaño, sino de calidad: “Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esta morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería”. Jesús, con esta comparación exagerada, nos está diciendo que la verdadera confianza en Dios, vivir por la fe, nos abre caminos y posibilidades donde humanamente no vemos ninguna salida. 

Hoy el Señor nos invita a dar mayor calidad a nuestra fe para poder vivir desde ella. Nos llama a ser “justos”, a “ajustarnos” a Dios en la humildad y cotidianidad de nuestra vida, como “siervos que sólo hacen lo que tienen que hacer”. Y, para ajustarnos a Dios y vivir por la fe, podemos contrastarnos con lo que san Pablo ha dicho a Timoteo en la 2ª lectura: “Te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti…”. El don de Dios lo hemos recibido desde nuestro Bautismo, y se reaviva con la oración, la Eucaristía, la Reconciliación, la formación y el compromiso. ¿Cuido todo esto, o estoy dejando que el don de Dios se marchite y seque? “No te avergüences del testimonio de nuestro Señor…”. ¿Vivo la fe de un modo intimista, privado, procurando que no se sepa? ¿Me atrevo a mostrarme como cristiano ante los demás? 

“Toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios”. ¿Vivo la fe de un modo cómodo, me limito a “cumplir” el precepto? ¿Me siento llamado a participar de la vida y misión de mi comunidad parroquial, o en alguna otra realidad de la Iglesia? 

“Ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí…”. ¿Qué lugar ocupa la Palabra de Dios en mi vida? ¿El testimonio de otros cristianos me sirve como modelo para vivir mejor por la fe? 

“Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros”. Para aumentar la calidad de nuestra fe, es necesario pedir al Espíritu Santo que nos enseñe y recuerde todo lo que Jesús ha dicho (cfr. Jn 14, 26), para vivir por la fe tanto en los momentos buenos como en los de oscuridad.



actuar




En el Salmo hemos repetido: “Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón»”. Ojalá apliquemos a nuestra vida lo que hoy el Señor nos ha dicho, para vivir por la fe y dar testimonio en toda circunstancia como “Peregrinos de esperanza”, porque «nosotros en virtud de la esperanza en la que hemos sido salvados, tenemos la certeza de que la historia de la humanidad y la de cada uno de nosotros no se dirigen hacia un punto ciego o un abismo oscuro, sino que se orientan al encuentro con el Señor de la gloria. Vivamos por tanto en la espera de su venida y en la esperanza de vivir para siempre en Él». (Bula Jubileo 19).









DOCUMENTO FINAL

POR UNA IGLESIA SINODAL:

COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN


Parte III –“Echar la red”



Sinodalidad y organismos de participación


106. La misma atención debe prestarse a la composición de los órganos de participación, de modo que se favorezca una mayor implicación de las mujeres, de los jóvenes y de quienes viven en condiciones de pobreza o marginación. Además, es esencial que estos órganos incluyan a personas bautizadas comprometidas con el testimonio de la fe en las realidades ordinarias de la vida y en las dinámicas sociales, con una reconocida disposición apostólica y misionera, y no sólo a personas dedicadas a organizar la vida y los servicios dentro de la comunidad. De este modo, el discernimiento eclesial se beneficiará de una mayor apertura, capacidad de análisis de la realidad y pluralidad de perspectivas. En función de las necesidades de los distintos contextos, puede ser oportuno prever la participación de representantes de otras Iglesias y Comuniones cristianas, a semejanza de lo que ocurre en la Asamblea sinodal, o de representantes de otras religiones presentes en el territorio. Las Iglesias locales y sus agrupaciones pueden indicar más fácilmente algunos criterios para la composición de los organismos de participación adecuados a cada contexto.


107. La Asamblea prestó especial atención a las experiencias de reforma y a las buenas prácticas ya existentes, como la creación de redes de Consejos pastorales a nivel de comunidades de base, parroquias y zonas, hasta llegar al consejo pastoral diocesano. Como modelo de consulta y de escucha, se propone también que se celebren con cierta regularidad asambleas eclesiales a todos los niveles, procurando no limitar la consulta dentro de la Iglesia católica, sino abriéndose a escuchar la aportación de las demás Iglesias y Comuniones cristianas, y permanecer atentos a las otras religiones presentes en el territorio.


108. La Asamblea propone que se valoricen más el Sínodo diocesano y la Asamblea eparquial como instancias para una consulta periódica por parte del Obispo de la porción del Pueblo de Dios que le ha sido confiada, como lugar de escucha, oración y discernimiento, especialmente cuando se trata de opciones relevantes para la vida y la misión de una Iglesia local. El sínodo diocesano puede ser también un foro de rendición de cuentas y de evaluación: ante él, el obispo presenta una relación de la actividad pastoral en los diversos sectores, de la aplicación del plan pastoral, de la acogida de los procesos sinodales de toda la Iglesia, de las iniciativas en materia de safeguarding (protección y cuidado de menores), así como de la administración de las finanzas y de los bienes temporales. Por tanto, es necesario reforzar las disposiciones canónicas en la materia para reflejar mejor el carácter sinodal misionero de cada Iglesia local, previendo que los Sínodos diocesanos y las Asambleas eparquiales se reúnan con una periodicidad regular. Lo más frecuente posible.


Parte IV – Una pesca abundante

La conversión de los vínculos


Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces […] Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red (Jn 21,8.11).


109. Las redes echadas por la palabra del Resucitado permiten una pesca abundante. Todos colaboran en el arrastre de la red, Pedro tiene un rol especial. En el Evangelio, la pesca es una acción realizada en común: cada uno tiene una tarea precisa, distinta pero coordinada con la de los demás. Así es la Iglesia sinodal, hecha de vínculos que unen en la comunión y de espacios para la variedad de pueblos y culturas. En un momento en el que cambia la experiencia de los lugares donde la Iglesia está arraigada y peregrina, es necesario cultivar en formas nuevas el intercambio de dones y el entrelazamiento de los vínculos que nos unen, sostenidos por el ministerio de los Obispos en comunión entre sí y con el Obispo de Roma. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario