Lunes Santo
Queridos hermanos y hermanas
Hoy recordamos una hermosa historia que sucedió cuando Jesús visitó la casa de Lázaro, Marta y María. María mostró su gran amor por Jesús derramando un perfume muy caro sobre sus pies. Hay dos maneras de ver este acto: a través de los ojos de María, que lo hizo, y de Judas, que observó.
El acto de María es muy simbólico. A María le dolía el corazón. En el fondo, sabía que a Jesús le iba a pasar algo malo. Quería demostrarle cuánto lo amaba y apreciaba antes de que fuera demasiado tarde. El perfume caro no le importaba: su amor por Jesús era mucho más importante.
En cambio, Judas desprecia la importancia del gesto de María y lo justifica con su falsa preocupación por los pobres, tal y como describe el Evangelio. Su "actitud caritativa" no era más que una tapadera de su codicia, de la que también somos testigos en su posterior traición a Jesús. Las amenazas a la vida de Jesús nunca parecen molestar a Judas, lo que puede deberse a que fue uno de los que tramaron su muerte.
Cuando evaluamos las actitudes de María y Judas, descubrimos algo. María desvía su atención del dinero hacia Jesús. Por eso el costoso aceite importado no es nada frente a su amor por Jesús. María utiliza lo material para realzar lo espiritual. Por el contrario, Judas desvía su atención de Jesús al dinero. Utiliza lo espiritual para realzar lo material. Judas también representa a quienes socavan la bondad de los demás aduciendo una razón barata.
Cuando las cosas no salen como ellos quieren, estas personas roban las intenciones nobles de un acto y tergiversan los hechos. El Señor reconoce la intención de María al tiempo que desestima el comentario de Judas.
Hay una historia contada con humor que puede captar la situación actual. Una persona que conducía un coche de noche sin faros fue detenida por la policía. Cuando le preguntaron por qué no llevaba los faros encendidos, señaló las luces a ambos lados de la carretera, cuestionando la necesidad de las luces del coche. La policía le desinfló la rueda y le dijo que el aire está en todas partes.
En la cultura actual, la noble afirmación "Dios está en todas partes" se interpreta a menudo según las inclinaciones personales. Es crucial tener buenas intenciones. Podemos aprender de María el arte de honrar al Señor. Sigamos el ejemplo de María al celebrar los misterios de la Semana Santa. Amén.
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