miércoles, 22 de mayo de 2024

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD. CICLO B

                               



HOJA PARROQUIAL

25 y 26 de Mayo de 2024

Domingo de La Santísima Trinidad. Ciclo B


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana



Los textos son cogidos de la página de 













“Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo


LECTURAS



Primera lectura del Libro del Deuteronomio 4, 32-34. 39-40


Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?
Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre».


Salmo 32, 4-5. 6 y 9. 18-19. 20 y 22 R: Dichoso el pueblo que el Señor se escogió con heredad


La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió. R.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.


Segunda lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 8, 14-17


Hermanos:
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritan «¡Abba, Padre!». Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.


Evangelio según San Mateo 28, 16-20


En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les habla indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».



Los textos son cogidos de la página de 






ver


Como dijimos en el domingo sexto de Pascua, el amor forma parte de la vida humana, y por eso desde siempre ha sido la base de novelas, obras de arte, películas… por eso, ha habido también muchos intentos por explicarlo desde un punto de vista científico. Es cierto que el amor es un fenómeno complejo, que provoca una serie de descargas de sustancias químicas hormonales como la dopamina y la serotonina, produciéndose una serie de reacciones que afectan a toda la persona porque nos hacen sentir bien y felices. Pero los mismos estudios acaban concluyendo que, aunque el amor está asociado a estos procesos, el amor verdadero es una experiencia única, que no se puede reducir a reacciones químicas.



juzgar




Hoy estamos celebrando la solemnidad de la Santísima Trinidad. Como indica el Catecismo de la Iglesia Católica (234): «El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es la fuente de todos los otros misterios de la fe».

Desde el principio de los tiempos, con la palabra ‘Dios’ el ser humano ha querido designar la realidad primera y fundante de todo lo bueno y bello que existe. Algunos pueblos antiguos pensaban que eran dioses las grandes fuerzas de la naturaleza, los astros, todo aquello que experimentaban superior a ellos. Nosotros profesamos nuestra fe en un Dios único, porque así ha ido revelándose Dios a lo largo de la historia, tal como encontramos en la Sagrada Escritura y lo hemos escuchado en la 1ª lectura: “Reconoce hoy, y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios… no hay otro”. Y ha ido revelándose como ‘el Dios vivo’, ‘el que es’, ‘clemente y misericordioso’…

En los Evangelios encontramos la revelación plena de Dios: es Uno pero también es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios es Padre porque, desde siempre, tiene un Hijo, Jesús, que se ha hecho hombre y vive con su Padre una relación única y manifiesta en sus obras el mismo poder de Dios. Y Jesús realiza su obra de salvación con la fuerza del Espíritu Santo, que actúa en Él de modo permanente. Tras su muerte en la Cruz, Dios Padre resucitó a Jesús por la acción del Espíritu Santo y Jesús Resucitado, poseedor de la plenitud del Espíritu Santo, es fuente de ese Espíritu para todos.

Este Dios Trinitario espera de nosotros una respuesta plena y un seguimiento fiel, anunciándolo a los demás, como hoy hemos escuchado: “Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Desde los primeros tiempos del cristianismo hemos querido ‘explicar’ la fe trinitaria desde la ciencia teológica (Catecismo Iglesia Católica 250-258), «tanto para profundizar su propia inteligencia de la fe como para defenderla de los errores que la deformaban». Y para ello «la Iglesia debió crear una terminología propia con ayuda de nociones de origen filosófico: substancia (para designar el ser divino en su unidad), hipóstasis o persona (para designar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en su distinción entre sí), relación (para designar la referencia de cada uno a los otros)».

Y así se afirma que «la Trinidad es consubstancial: cada una de las Personas es enteramente Dios. Las Personas divinas son distintas entre sí, pero esto no divide la unidad, sino que la distinción reside en las relaciones que las refieren unas a otras. Y que toda la acción divina es la obra común de las tres Personas, pero cada Persona divina realiza la obra común según su propiedad personal…»

Todo esto es verdad, pero, al igual que el amor humano no puede ser explicado sólo desde la ciencia, nuestro Dios tampoco puede explicarse sólo desde la Teología, porque «Dios es un misterio profundo. No existe del modo como existen las cosas o las personas. El conocimiento de Dios no se alcanza sólo con la razón, sino con el corazón» (Catecismo alemán), porque Dios es Amor, es una eterna comunicación de amor en la unidad de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.


actuar





El único Dios es una comunidad de Amor entre las tres Personas, y nos invita a participar de su ser, de su Amor, como decía la 2ª lectura: “Habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: ‘¡Abba, Padre!’ Somos hijos de Dios y coherederos con Cristo”. Por esta razón, la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo se expresa no sólo con la Teología, sino también con el agradecimiento y la alabanza. El que realmente conoce a Dios como Amor y cree en Él cambiará su vida, del mismo modo que el enamorado no sólo ‘habla’ del amor, sino que lo manifiesta en todo su ser y actuar.






SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO


¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión?


Cinco perspectivas para profundizar teológicamente con vistas a la Segunda Sesión


de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos


Por último, los resultados del estudio teológico llevado a cabo por cinco Grupos de Trabajo activados por la Secretaría General del Sínodo, en la estela de lo solicitado varias veces por la Asamblea y en el espíritu de lo previsto por el artículo 10 de la Constitución Apostólica Episcopalis communio sobre el Sínodo de los Obispos, se incluirán también en los materiales subyacentes al Instrumentum laboris. Estos Grupos estarán compuestos por expertos, respetando la necesaria variedad de procedencia geográfica, sexo y condición eclesial, y trabajarán con un método sinodal. En particular, tres Grupos se centrarán principalmente en los tres niveles arriba indicados (un Grupo en cada nivel), mientras que otros dos Grupos trabajarán en los dos ejes transversales, poniendo de relieve las interconexiones e interdependencias entre los niveles, según las líneas generales que se resumen en los párrafos siguientes.


3. Perspectivas para explorar


I. El rostro sinodal misionero de la Iglesia local


El Informe de Síntesis aprobado al final de la Primera Sesión reconoce que la corresponsabilidad de todos en la misión “debe ser el criterio base de la estructuración de las comunidades cristianas y de la entera Iglesia local con todos sus servicios, en todas sus instituciones, en cada organismo de comunión” (IdS 18b). La búsqueda del rostro y de los caminos de la Iglesia sinodal misionera implica directamente a cada Iglesia local, en la pluralidad de los sujetos que la constituyen, sin olvidar que la tarea de dar testimonio del Evangelio une a todos los bautizados, más allá de las pertenencias confesionales, en virtud de la común dignidad bautismal. El Grupo de Trabajo, que asumirá la perspectiva de la Iglesia sinodal en misión a nivel de Iglesia local, explorará puntos como:


a) el sentido y las formas del ministerio del Obispo diocesano como “principio y fundamento perpetuo y visible de unidad” (Lumen Gentium, n. 23) de la Iglesia a él confiada y, en particular, las relaciones con el presbiterio, los órganos de participación, la vida consagrada y las agregaciones eclesiales, en una perspectiva misionera (cf. IdS 12);


b) la introducción de estructuras y procesos para la verificación periódica del trabajo del Obispo diocesano y de quienes ejercen un ministerio (ordenado o no ordenado) en la Iglesia local, favoreciendo el accountability (dar cuenta del ejercicio de las propias responsabilidades) por parte de todos, de diferentes maneras (IdS 12j);


c) el estilo y el modo de funcionamiento de los órganos de participación. Se prestará especial atención a la relación entre el momento consultivo y el momento deliberativo en los procesos de toma de decisiones (cf. IdS 18g), garantizando que también las mujeres, allí donde todavía no sea el caso, puedan participar en los procesos de toma de decisiones y asumir funciones de responsabilidad en la atención pastoral y el ministerio (cf. IdS 9m);



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