HOJA PARROQUIAL
11 y 12 de Mayo de 2024
Domingo VII de Pascua. Ascensión del Señor. Ciclo B
“Fue elevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios”
LECTURAS
Primera lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 1-11
Salmo 46, 2-3. 6-7. 8-9 R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Segunda lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 1, 17-23
Evangelio según San Marcos 16, 15-20
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Más veces de lo deseable nos encontramos con padres y madres sobreprotectores. En la niñez necesitamos la protección de nuestros padres, pero algunos se exceden, tratando de impedir a toda costa que sus hijos sufran aunque sea mínimamente. Para ello, procuran evitarles cualquier situación difícil, dolorosa o comprometida… Pero la sobreprotección hace que el niño viva en una especie de burbuja, aislado de todo lo que suponga preocupación o conflicto, y esto tiene unas consecuencias: no se aprende a hacer frente a las dificultades, no se desarrollan las habilidades y recursos necesarios para solucionar los problemas, y no se aprende a asumir responsabilidades.
juzgar
Hoy celebramos la fiesta de la Ascensión del Señor. Como hemos escuchado en la 1ª lectura, Jesús se presentó a los discípulos “después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del Reino de Dios”. Tras la crisis de la Pasión y el miedo que sintieron con la muerte de Jesús, los discípulos ahora se sienten seguros con Jesús Resucitado a su lado. La semana pasada, Jesús les decía: “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor”. Y hoy hemos escuchado que “una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén”. Estas palabras podrían malinterpretarse como una invitación a ‘encerrarse en una burbuja’ para permanecer en ese amor de Jesús, aislados de los problemas y sinsabores de la vida.
Pero Jesús no es sobreprotector y por eso en el Evangelio les ha dicho: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la Creación”. Jesús quiere que sus discípulos ‘rompan la burbuja’. Todo lo que han vivido con Él, todo lo que han escuchado de Él, antes y después de su Resurrección, tenía como objetivo que se convirtieran en Apóstoles, en continuadores del anuncio del Evangelio que inició Jesús. Y eso significa asumir responsabilidades, afrontar conflictos y, también, sufrir ‘la cruz’.
Pero en el Prefacio escucharemos: «No se ha ido para alejarse de nuestra condición humana». Jesús no deja desprotegidos a sus Apóstoles en la misión, por eso les dice: “Aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar… Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y ‘hasta el confín de la tierra’”. Como celebraremos el próximo domingo, el Espíritu Santo será quien les guiará y enseñará a afrontar los retos, dificultades y sufrimientos que conlleva la misión evangelizadora.
La celebración de la Ascensión del Señor también nos cuestiona a nosotros. Porque corremos el peligro de buscar en Jesús ‘una burbuja’, un ‘refugio’ frente a la dureza de la vida, viviendo nuestra fe de un modo intimista, desde una ‘adoración’ o ‘contemplación’ mal entendida, aislándonos de la realidad, y sin querer asumir ningún compromiso evangelizador.
Si lo hacemos así, también hoy se nos dice: “¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?”. Ser cristianos es seguir a Jesús, y seguir a Jesús no es encerrarnos en ‘una burbuja’, sino que conlleva necesariamente el anuncio del Evangelio, como hemos escuchado en la 2ª lectura: “Os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados”. Somos cristianos para anunciar el Evangelio, un mismo anuncio (“Un solo cuerpo y un solo Espíritu, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios, Padre de todos…”) que llevamos a cabo de formas diferentes: “él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y doctores…”. Todos tenemos nuestra función dentro de la misma misión, y nadie debe quedarse encerrado en ‘su burbuja’ por comodidad o por miedo.
actuar
¿Soy una persona sobreprotectora? ¿Por qué? ¿Soy consciente de las consecuencias? ¿Vivo una fe intimista, hecha solamente de ‘contemplación’? ¿Busco en Jesús un ‘refugio’”, una ‘burbuja’ que me proteja de los sinsabores de la vida? ¿Me siento enviado a la misión evangelizadora? ¿He descubierto cuál es mi función dentro cuerpo que es la Iglesia? ¿Cuento con el Espíritu Santo?
Rompamos la burbuja. Jesús, como buen Maestro, nos pide que ‘rompamos la burbuja’ en la que a veces nos metemos y que seamos sus apóstoles, compartiendo «los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de las personas de nuestro tiempo» (GS 1). Que maduremos en la fe, afrontando retos y superando fracasos, porque Él siempre estará ahí, con su Espíritu, para acompañarnos y apoyarnos.
SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO
¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión?
Cinco perspectivas para profundizar teológicamente con vistas a la Segunda Sesión
de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos
Prefacio
«Más que decir que la Iglesia tiene una misión, afirmamos que la Iglesia es misión. “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo” (Jn 20,21): La Iglesia recibe de Cristo, el Enviado del Padre, la propia misión. Sostenida y guiada por el Espíritu Santo, ella anuncia y da testimonio del Evangelio a cuantos no lo conocen o no lo acogen, con la opción preferencial por los pobres, enraizada en la misión de Jesús. De este modo, contribuye a la llegada del Reino de Dios, del que “constituye el germen e inicio” (cf. LG 5)» (Informe de Síntesis de la Primera Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos [IdS], 8a). Crecer como Iglesia sinodal es una manera concreta de responder, todos y cada uno, a esta llamada y misión.
Los hermanos y hermanas que participaron en las reuniones sinodales, y en particular los participantes en la Primera Sesión, tuvieron una experiencia concreta de la unidad y la pluralidad de la Iglesia. Incluso en un tiempo como el nuestro, marcado por crecientes desigualdades, amargas polarizaciones y una continua explosión de conflictos, la Iglesia es en Cristo signo e instrumento de unión con Dios y de unidad entre los hombres, y está llamada a serlo cada vez más visiblemente. Escuchando al Espíritu Santo, acogiendo el testimonio de la Escritura y escrutando con fe los signos de los tiempos, puede armonizar las diferencias como expresión de la inagotable riqueza del misterio de Cristo. La experiencia del Sínodo como práctica de la unidad en la diversidad representa así una palabra profética dirigida a un mundo que se esfuerza por creer que la paz y la concordia son posibles.
1. La pregunta que guía
El proceso sinodal nos ha hecho cada vez más conscientes de nuestra misión. En la Primera Sesión de la Asamblea, esta conciencia fue “tomando cuerpo” progresivamente, guiando el camino hacia la Segunda Sesión (octubre de 2024). El tiempo transcurrido entre la Primera y la Segunda Sesión -explica el documento Hacia octubre de 2024 (11 de diciembre de 2023)- nos ve comprometidos en una nueva fase consultiva a partir de la pregunta orientadora: ¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión?
“El objetivo es identificar los caminos a seguir y los instrumentos a adoptar en los diferentes contextos y circunstancias, para potenciar la originalidad de cada bautizado y de cada Iglesia en la misión única de anunciar al Señor Resucitado y su Evangelio al mundo de hoy. No se trata, por tanto, de limitarse al plan de mejoras técnicas o de procedimiento que hagan más eficaces las estructuras de la Iglesia, sino de trabajar en las formas concretas del compromiso misionero al que estamos llamados, en el dinamismo entre unidad y diversidad propio de una Iglesia sinodal” (Hacia octubre de 2024, n. 1).
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