HOJA PARROQUIAL
7 y 8 de Diciembre de 2024
Inmaculada Concepción. Ciclo C
“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”
LECTURAS
Primera lectura del libro del Génesis 3, 9-15. 20
Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
Salmo 97, 1-4: R/.Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
Segunda lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses 1, 4-6. 8-11
Evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.
Y el ángel se retiró.
Los textos son cogidos de la página de
ver
Se iba a realizar un encuentro diocesano tras el verano, y ya en el mes de junio, cuando todavía no había acabado el curso pastoral, los organizadores se decían unos a otros: “Tenemos que hablar, ¿eh?” La preparación de dicho Encuentro no podía dejarse para más adelante, había que ir hablando para concretar ya todo lo necesario; de lo contrario, llegaría la fecha pero las prisas, imprevistos y contratiempos harían que el Encuentro no estuviera debidamente preparado.
juzgar
Dentro de unas pocas semanas vamos a celebrar un gran Encuentro: el de Dios con la humanidad, por medio de su Hijo hecho hombre. Esto es la Navidad, esto es lo que debemos celebrar, y no simplemente un tiempo de buenos sentimientos, afectos familiares, fiestas, comilonas y regalos.
Este gran Encuentro que vamos a celebrar tiene tres dimensiones:
Una hace referencia al pasado, puesto que recordamos (volvemos a pasar por el corazón) la primera venida del Señor, el nacimiento de Jesucristo.
Otra hace referencia al presente, ya que no sólo celebramos el aniversario de algo que ocurrió, sino que esa primera venida se actualiza hoy, como decimos en el Prefacio III de Adviento: «El mismo Señor… viene ahora a nuestro encuentro en cada persona, en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe».
Y la tercera dimensión nos orienta hacia el futuro, hacia la venida definitiva de Jesucristo, con poder y gloria, al final de los tiempos, para que vivamos el Encuentro definitivo con Él.
Por tanto, un gran Encuentro de esta importancia requiere una buena preparación, que llevamos a cabo durante el Adviento, una palabra que viene del latín y significa ‘venida’ o ‘llegada’. El Señor vino, viene y vendrá para encontrarse con nosotros, y necesitamos estar preparados.
Pero no es algo que debamos hacer sólo nosotros, también Dios tiene algo que decir. Y la 1ª lectura y el Evangelio que hoy hemos escuchado nos muestran que Dios siempre ha estado dispuesto al diálogo con el ser humano para que se produzca ese encuentro, aunque nosotros a veces lo rehuyamos. Por eso, en este segundo domingo de Adviento, Dios nos está diciendo otra vez: “Tenemos que hablar”, para preparar este Encuentro del mejor modo.
En la 1ª lectura Dios preguntaba: “¿Dónde estás?” Y Adán respondía: “Me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí”. ¿En qué situación personal me encuentro? ¿Qué me da miedo? ¿Me escondo de Dios?
Dios dijo a la mujer: “¿Qué has hecho?”. ¿Soy responsable de mis actos? ¿Reconozco mi pecado?
Y este año, en el segundo domingo de Adviento, celebramos la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Ella es una de las grandes figuras del Adviento y también un modelo de diálogo con Dios, de alguien que no vive su fe de forma pasiva, como hemos escuchado en el Evangelio:
“El ángel, entrando en su presencia, dijo: Alégrate…”. ¿El Encuentro que es la Navidad me produce alegría?
“Ella se preguntaba qué saludo era aquél”. ¿Me hago preguntas sobre la fe, la Palabra de Dios, o me limito a “cumplir” sin cuestionarme nada más?
“María dijo al ángel: ¿Cómo será eso…?”. ¿Busco respuestas a mis preguntas? ¿Dónde y cómo lo hago?
“María contestó: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. ¿Cómo respondo a Dios? ¿Estoy disponible para lo que vaya surgiendo en mi diálogo con Él? ¿Confío de verdad en su Palabra?
actuar
¿He tenido que preparar con otras personas un encuentro? ¿Soy capaz de dialogar, o voy a la mía? ¿Estoy aprovechando el Adviento para preparar el Encuentro que es la Navidad? ¿Hablo con Dios en la oración? ¿Es un diálogo, o sólo hablo yo, sin escuchar? ¿Acojo lo que me va sugiriendo?
Ya estamos a mitad del Adviento: el gran Encuentro que es la Navidad está cada vez más cerca. Por eso hoy, de nuevo, Dios nos dice: “Tenemos que hablar” para prepararla. Y en María tenemos un buen modelo para hacerlo. Ella vivió en plenitud el encuentro con el Dios hecho hombre y nos enseña a nosotros a abrirnos al Espíritu Santo con una oración que sea verdadero diálogo con Dios desde la interioridad, el silencio, la confianza, preguntando sin miedo a Dios todo lo que nos surja y, a la vez, poniéndonos a la escucha de su Palabra para fiarnos de Él aunque haya cosas que no entendamos. Así podremos decir también: “Aquí estoy, hágase en mí según tu palabra”, y al terminar el Adviento tendremos preparado el gran Encuentro con Dios que es la Navidad.
SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO
INSTRUMENTUM LABORIS
XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
PARA LA SEGUNDA SESIÓN
(OCTUBRE DE 2024)
55. El objetivo de la formación en la perspectiva de la sinodalidad misionera es que haya testigos, hombres y mujeres, capaces de asumir la misión de la Iglesia en corresponsabilidad y en cooperación con la fuerza del Espíritu (cf. Hch 1,8). Por tanto, la formación tomará como base el dinamismo de la iniciación cristiana, con el fin de promover la experiencia personal del encuentro con el Señor y, en consecuencia, un proceso de conversión continua de actitudes, relaciones, mentalidad y estructuras. El sujeto de la misión es siempre la Iglesia y cada uno de sus miembros es testigo y anunciador de la salvación debido a esta pertenencia. La Eucaristía, «fuente y cumbre de toda la vida cristiana» (LG 11), es el lugar fundamental de formación a la sinodalidad. La familia, como comunidad de vida y amor, es un lugar privilegiado de educación a la fe y a la práctica cristiana. En el entrelazamiento de generaciones, es una escuela de sinodalidad, que invita a cada uno a cuidar de los demás y hace visible que todos, los débiles y los fuertes, los niños, los jóvenes y los ancianos, tienen mucho que recibir y mucho que dar.
56. En una Iglesia sinodal, la formación debe ser integral. De hecho, no pretende únicamente adquirir nociones o competencias, sino promover la capacidad de encuentro, de compartir y de cooperar, de discernir en común. Por tanto, debe interpelar a todas las dimensiones de la persona: intelectual, afectiva y espiritual. No puede ser una formación puramente teórica, sino que incluye experiencias concretas convenientemente acompañadas. Es igualmente importante promover el conocimiento de las culturas en las que viven y trabajan las Iglesias, incluida la cultura digital, tan omnipresente hoy en día, sobre todo entre los jóvenes. El trabajo del Grupo de Estudio n. 3 está dedicado a la cultura digital y a la promoción de una formación adecuada en este campo.
57. Por último, se hizo especial hincapié en la necesidad de una formación común y compartida, en la que participen juntos hombres y mujeres, laicos, consagrados y consagradas, ministros ordenados y candidatos al ministerio ordenado, que les permita crecer en el conocimiento y la estima recíproca y en la capacidad de colaborar. Del mismo modo, se requiere una atención especial a la promoción de la participación de las mujeres en los programas de formación, junto a seminaristas, sacerdotes, religiosos y laicos. También es de crucial importancia su acceso a los roles de docente y formador en las facultades e institutos teológicos y en los seminarios. También se sugiere ofrecer a los obispos, presbíteros y laicos una formación sobre las tareas que las mujeres ya pueden desempeñar en la Iglesia y promover una evaluación del uso real que se hace de estas oportunidades en todos los ámbitos de la vida eclesial: parroquias, diócesis, asociaciones de laicos, movimientos eclesiales, nuevas comunidades, vida consagrada, instituciones eclesiásticas, hasta la Curia Romana. Los trabajos del Grupo de Estudio n. 4 están dedicados a la revisión de la formación de los candidatos al ministerio ordenado (Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis) en una perspectiva sinodal misionera. Una petición procedente de todos los continentes es la de ocuparse de la formación en la predicación. Por último, surge la necesidad de una formación compartida, tanto teórica como práctica, en el discernimiento comunitario dentro de los diferentes contextos locales.
El discernimiento eclesial para la misión El discernimiento eclesial para la misión
58. El Espíritu único, que suscita una gran variedad de carismas, guía a la Iglesia hacia la plenitud de la vida y de la verdad divina (cf. Jn 10,10; 16,13). Por su presencia y acción continuas, la «Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo» (DV 8). Gracias a la guía del Espíritu, el Pueblo de Dios, en cuanto partícipe de la función profética de Cristo (cf. LG 12), «procura discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales participa juntamente con sus contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios» (GS 11). Esta tarea eclesial de discernimiento se arraiga en el sensus fidei, animado por el Espíritu Santo, que puede describirse como ese “olfato” o capacidad instintiva del Pueblo de Dios, bajo la guía de los pastores (cf. LG 12), para «encontrar nuevos caminos que el Señor abre a la Iglesia» (Francisco, Discurso con ocasión de la conmemoración del 50 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, 17 de octubre de 2015).