miércoles, 4 de junio de 2025

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO DE PENTECOSTÉS. CICLO C

                         

                                           
            

HOJA PARROQUIAL

7 y 8 de Junio de 2025

Domingo de Pentecostés. Ciclo C


ENLACE A TODOS LOS PORTALES DE LA PARROQUIA


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana













ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


“El Espíritu Santo se los enseñará todo


LECTURAS

 


Primera lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 1-11


Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse.

Residían entonces en Jerusalén judíos devotos venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. Al oírse este ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Estaban todos estupefactos y admirados, diciendo:

«¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa?

Entre nosotros hay partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua».


Salmo 103, 1ab y 24ac. 29bc 30. 31 y 34 R/. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.


Bendice, alma mía, al Señor:

¡Dios mío, qué grande eres!

Cuántas son tus obras, Señor;

la tierra está llena de tus criaturas. R/.

Les retiras el aliento, y expiran

y vuelven a ser polvo;

envías tu espíritu, y los creas,

y repueblas la faz de la tierra. R/.

Gloria a Dios para siempre,

goce el Señor con sus obras;

que le sea agradable mi poema,

y yo me alegraré con el Señor. R/.


Segunda lectura  de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13


Hermanos:

Nadie puede decir: «Jesús es Señor», sino por el Espíritu Santo.

Y hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.

Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.

Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.


Evangelio según san Juan 20, 19-23


Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:

«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».




Los textos son cogidos de la página de 







ver



Las aplicaciones de mensajería instantánea forman parte de nuestro día a día. Resultan muy útiles para transmitir avisos, documentos, tanto a nivel particular como para el trabajo, organizaciones… Pero a menudo recibimos tantos mensajes que no nos detenemos a leerlos bien, les echamos un vistazo y pasamos al siguiente, sin apenas darnos cuenta de lo que nos están diciendo. Y, lo que es peor, lo olvidamos con mucha rapidez.  




juzgar


Hoy celebramos la Solemnidad de Pentecostés, el envío del Espíritu Santo, como hemos escuchado en la 1ª lectura: “Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar… se llenaron todos de Espíritu Santo”. Pentecostés cierra el tiempo Pascual y, como hemos estado diciendo ya desde el comienzo de la Cuaresma, en Pascua no sólo rememoramos algo que ocurrió hace tiempo, sino que actualizamos en nuestro ‘hoy’ lo que es y significa la Resurrección de Jesucristo.


Durante estas semanas hemos estado recibiendo muchos mensajes para ayudarnos a esta actualización, unos mensajes que también se han complementado con los que recibimos con motivo del Jubileo “Peregrinos de Esperanza”. Tantos mensajes, que corremos el peligro de pasar por ellos muy rápidamente y olvidarlos; para evitarlo, estamos celebrando Pentecostés.


Hoy también actualizamos lo que es y significa, para quienes hoy somos y formamos la Iglesia, el envío del Espíritu Santo. Pentecostés supuso entonces el inicio de la misión evangelizadora y supone hoy un nuevo impulso, especialmente para los laicos, puesto que hoy es el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. Y, para ayudarnos en esta actualización y nuevo impulso, hoy también recibimos un mensaje, un lema: “TESTIGOS DE ESPERANZA EN EL MUNDO”. Y vamos a detenernos en él, para darnos cuenta de lo que se nos dice y pide en esta Jornada:


“TESTIGOS”: El cristiano no habla ‘de oídas’, de lo que otros le cuentan, sino desde lo que ve y oye, desde su propia experiencia personal de encuentro con el Señor. Y esa experiencia de encuentro es posible gracias a la acción del Espíritu Santo en nosotros, que hemos recibido en nuestro Bautismo.


“DE ESPERANZA”: El Jubileo comenzó en la pasada Nochebuena, pero con el transcurso de los meses quizá ya no nos ‘suena’ con la misma intensidad. Pentecostés nos recuerda lo que dijo el Papa Francisco en la Bula de convocación del Jubileo, y que hemos repetido a lo largo de estos meses: «Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo» (1) Por eso, hoy se nos llama a ser ‘testigos de Esperanza’, con mayúsculas esa ‘esperanza que no defrauda’ y que tiene un Nombre y un Rostro: Jesucristo Resucitado, con quien nos hemos encontrado.


“EN EL MUNDO”. Pentecostés también nos recuerda que la fe en Cristo Resucitado no se vive de un modo intimista, ‘cerrado’, sino que la fe es misión, que por el Espíritu Santo que hemos recibido en nuestro Bautismo todos somos ‘discípulos misioneros’. Aquí encontramos lo específico de Pentecostés como Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. Hay que estar ‘en el mundo’, que es el lugar propio donde los laicos están llamados a ofrecer su testimonio de Esperanza: los ambientes de familia, trabajo, estudio, vecindario, relaciones, grupos sociales… Ahí están presentes como sal y luz, como levadura en la masa, para que los demás puedan “oírles hablar de las grandezas de Dios en su propia lengua”.






actuar




¿Leo con atención los mensajes que recibo, o paso rápidamente por ellos? ¿Qué recuerdo de los mensajes que he recibido durante este tiempo de Pascua? ¿Soy testigo de esos mensajes?


Hoy, simbólicamente, apagaremos el Cirio Pascual, símbolo de la Luz de Cristo Resucitado; pero eso no significa pasar a otra cosa y olvidar lo que hemos estado celebrando. El Señor nos deja el Espíritu Santo, que “será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”, para que continuemos la misión a la que nos Él nos envía: ser “Testigos de Esperanza en el mundo”.


propia vida humana, que conduce al descarte de los niños, desde el seno materno, y de los ancianos.









DOCUMENTO FINAL

POR UNA IGLESIA SINODAL:

COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN


Parte II - En la barca, juntos


52. La necesidad de una conversión en las relaciones concierne inequívocamente a las relaciones entre hombres y mujeres. El dinamismo relacional está inscrito en nuestra condición de criaturas. La diferencia sexual constituye la base de la relacionalidad humana. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó” (Gn 1,27). En el proyecto de Dios, esta diferencia originaria no implica desigualdad entre el hombre y la mujer. En la nueva creación, esta es reinterpretada a la luz de la dignidad del bautismo: “Cuantos habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo. No hay judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal 3,27-28). Como cristianos, estamos llamados a acoger y respetar, en las distintas formas y contextos en que se expresa, esta diferencia que es don de Dios y fuente de vida. Damos testimonio del Evangelio cuando intentamos vivir relaciones que respeten la igual dignidad y la reciprocidad entre hombres y mujeres. Las expresiones recurrentes de dolor y sufrimiento por parte de mujeres de todas las regiones y continentes, tanto laicas como consagradas, durante el proceso sinodal revelan con qué frecuencia no logramos a hacerlo. 


En una pluralidad de contextos 


53. La llamada a la renovación de las relaciones en el Señor Jesús resuena en la pluralidad de contextos en los que sus discípulos viven y realizan la misión de la Iglesia. Cada uno de estos contextos posee riquezas particulares que, indispensablemente, hay que tener en cuenta, vinculadas al pluralismo de las culturas. Sin embargo, todos ellos, aunque de manera diferente, llevan los signos de lógicas relacionales distorsionadas y a veces opuestas a las del Evangelio. A lo largo de la historia, el cierre a las relaciones se solidifica en verdaderas estructuras de pecado (cf. SRS 36), que influyen en el modo de pensar y actuar de las personas. En particular, generan bloqueos y miedos, que es necesario afrontar cara a cara y atravesar para poder emprender el camino de la conversión relacional.


54. Enraizados en esta dinámica están los males que afligen a nuestro mundo, empezando por las guerras y los conflictos armados, y la ilusión de que se puede alcanzar una paz justa por la fuerza de las armas. Igualmente, letal es la creencia de que toda la creación, incluso las personas, puedan ser explotados a capricho con fines lucrativos. Esta es la consecuencia de las muchas y variadas barreras que dividen a las personas, incluso en las comunidades cristianas, y limitan las posibilidades de unos en comparación con las que disfrutan otros: desigualdades entre hombres y mujeres, racismo, división de castas, discriminación de las personas con discapacidad, violación de los derechos de las minorías de todo tipo, falta de voluntad para acoger a los migrantes. Incluso la relación con la tierra, nuestra hermana y madre (cf. LS 1), presenta los signos de una fractura que pone en peligro la vida de innumerables comunidades, sobre todo en las regiones más empobrecidas, cuando no de pueblos enteros y tal vez de toda la humanidad. El cierre más radical y dramático es el que se refiere a la propia vida humana, que conduce al descarte de los niños, desde el seno materno, y de los ancianos.

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