miércoles, 3 de septiembre de 2025

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

                                  

                                           
            


HOJA PARROQUIAL

30 y 31 de Agosto de 2025

Domingo XXII del Tiempo Ordinario. Ciclo C


ENLACE A TODOS LOS PORTALES DE LA PARROQUIA


Parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción,
de Ntra. Sra. del Carmen
y de San Joaquín y Santa Ana


















ENLACE DEL DIBUJO DE FANO


“Aquel que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío


LECTURAS

 



Primera lectura del libro de la Sabiduría 9, 13-19


¿Qué hombre conocerá el designio de Dios?,
o ¿quién se imaginará lo que el Señor quiere?

Los pensamientos de los mortales son frágiles
e inseguros nuestros razonamientos,
porque el cuerpo mortal oprime el alma
y esta tienda terrena abruma la mente pensativa.

Si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra
y con fatiga descubrimos lo que está a nuestro alcance,
¿quién rastreará lo que está en el cielo?,
¿quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría
y le envías tu santo espíritu desde lo alto?

Así se enderezaron las sendas de los terrestres,
los hombres aprendieron lo que te agrada
y se salvaron por la sabiduría».


Salmo 89, 3-4 5-6. 12-13. 14 y 17 R/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.


Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna. R/.

Si tú los retiras
son como un sueño,
como hierba que se renueva
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervo. R/.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.


Segunda lectura de la carta del Apóstol San Pablo a Filemón 9b-10. 12-17


Querido hermano:

Yo, Pablo, anciano, y ahora prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien engendré en la prisión Te lo envío como a hijo.

Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en nombre tuyo en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo: así me harás este favor, no a la fuerza, sino con toda libertad.

Quizá se apartó de ti por breve tiempo para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como un hermano querido, que si lo es mucho para mí, cuánto más para ti, humanamente y en el Señor.

Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí.


Evangelio según San Lucas 14, 25-33


En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.

Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?

No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
“Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”.

¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?

Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.

Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».



Los textos son cogidos de la página de 







ver



En una parroquia había que hacer varias obras importantes, y se acudió a una empresa que ofrecía “presupuesto sin compromiso”. Una vez elaborado dicho presupuesto, se vio que el coste total de las obras superaba con creces las posibilidades económicas, por lo que el Consejo Parroquial de Economía estudió cuáles eran las más urgentes, cuáles podían posponerse, cuáles podrían modificarse… y, una vez se tomó la decisión, ya se firmó el compromiso con la empresa.




juzgar


En temas de obras, reparaciones, etc., tenemos muy claro que es conveniente pedir presupuestos antes de comprometernos con una empresa, sin saber cuánto nos va a costar. Pero también en otras dimensiones de nuestra vida deberíamos acostumbrarnos a “pedir presupuesto”, a reflexionar y pensar bien las cosas antes de comprometernos. Y esto incluye nuestra vida espiritual. 

Hoy Jesús, hablando del discipulado, nos llama a la reflexión. Como decíamos hace dos domingos, ser cristiano no consiste sólo en cumplir unos mandamientos y preceptos, y acudir a charlas y encuentros. Ser cristiano es seguir a Jesús, asumir sus actitudes, criterios, valores… y reflejarlos en nuestro actuar cotidiano. Ser cristiano es todo un estilo de vida y, por tanto, tiene un “coste”. Por eso, Él hoy también nos ofrece el “presupuesto sin compromiso” para su seguimiento: “Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío. Todo aquél de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”. 

Como vemos, el “presupuesto total” del seguimiento es elevado. Por eso, no debemos tomar nuestra decisión a la ligera: “¿Quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?” 

Nosotros tenemos necesidad de acometer la obra más importante de nuestra vida: ser cristianos, vivir según el Evangelio, siguiendo a Jesús, para continuar la edificación del Reino de Dios. Y, como hemos visto, el “presupuesto” de esta obra es bastante alto, supera nuestras capacidades. Por eso, como hace el Consejo Parroquial de Economía ante la necesidad de realizar unas obras, también nosotros, mirando el “presupuesto sin compromiso” del seguimiento de Jesús, debemos pensar bien por dónde hemos de comenzar, qué es lo más urgente, qué debemos modificar… 

¿Estoy dispuesto a priorizar mis compromisos en la parroquia, diócesis, movimiento, asociación… adaptando mi agenda y horarios cuando sea necesario, y “posponiendo” mis compromisos familiares, con los amigos e, incluso, mis intereses personales y aficiones? 

¿Qué o quiénes conforman “mi cruz”? ¿Estoy dispuesto a cargar con ella, aunque me suponga esfuerzo físico o emocional, o no quiero asumir responsabilidades ni trabajos? 

¿Tengo algún “bien”, material o inmaterial, al que no estoy dispuesto a renunciar por nada ni nadie, ni siquiera por Jesús?




actuar




Con Dios no hemos de ser piadosos, sino sinceros. Nuestra respuesta ante el “presupuesto” del seguimiento de Jesús y las cuestiones que nos plantea ha de ser totalmente sincera, reconociendo que estamos lejos de poder asumir de una vez todo el “coste” que supone esta gran obra que es ser sus discípulos y apóstoles santos, pero eso no significa que no debamos hacer nada. Si nos quedamos paralizados por el miedo a “no poder acabar la obra”, caeríamos en la acedia, que denunció el Papa Francisco en “Evangelii gaudium” 82: «Algunos caen en ella por sostener proyectos irrealizables y no vivir con ganas lo que buenamente podrían hacer». Al contrario, como también dice el Papa, «la evangelización requiere asumir los procesos posibles y el camino largo». (225) Como hacemos ante las obras de la parroquia, nuestra oración y reflexión sincera ante el “presupuesto” del seguimiento de Jesús nos ha de llevar a iniciar el proceso por donde descubramos que podemos aceptar el compromiso, y a partir de ahí mantener vivo el deseo de ir asumiendo el resto del coste del “presupuesto”, para que, como discípulos y apóstoles y santos de Jesús, se lleve a cabo, en nosotros y en el mundo, la gran obra del Reino.









DOCUMENTO FINAL

POR UNA IGLESIA SINODAL:

COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN


Parte III –“Echar la red”

93. El cuidado de un desarrollo ordenado y una clara asunción de las responsabilidades de los participantes, son factores cruciales para la fecundidad de los procesos decisionales, según las modalidades aquí previstas:


a) incumbe en particular a la autoridad: definir claramente el objeto de la consulta y la deliberación, así como el sujeto responsable a quien compete la toma de la decisión; identificar a las personas que deben ser consultadas, también en razón de sus competencias específicas o de su implicación en el asunto a tratar; hacer que todos los participantes tengan acceso efectivo a la información pertinente, de modo que puedan formular su opinión razonadamente;


b) Quienes expresan su opinión en una consulta, individualmente o como miembros de un órgano colegiado, asumen la responsabilidad de: ofrecer una opinión sincera y honesta, en consciencia; respetar la confidencialidad de las informaciones recibidas; ofrecer una formulación clara de su opinión, identificando sus puntos principales, de modo que la autoridad, en caso de decidir de manera distinta a la opinión recibida, pueda explicar cómo la tuvo en cuenta en su deliberación;


c) una vez que la autoridad competente ha formulado la decisión, habiendo respetado el proceso de consulta y expresado claramente las razones que la motivan, todos, en razón del vínculo de comunión que une a los bautizados, están obligados a respetarla y a ponerla en práctica, incluso cuando no corresponda al propio punto de vista, sin perjuicio del deber de participar honestamente también en la fase de evaluación. Siempre queda la posibilidad de apelar a una autoridad superior, en las formas establecidas por el derecho.


94. Una correcta y decidida puesta en práctica de procesos decisionales auténticamente sinodales contribuirá al progreso del Pueblo de Dios en una perspectiva participativa, en particular a través de las mediaciones institucionales previstas por el derecho canónico, especialmente los organismos de participación. Sin cambios concretos a corto plazo, la visión de una Iglesia sinodal no será creíble y esto alejará a los miembros del Pueblo de Dios que han sacado fuerza y esperanza del camino sinodal. Corresponde a las Iglesias locales encontrar modalidades adecuadas para poner en práctica estos cambios.


Transparencia, rendición de cuentas y evaluación.


95. El proceso decisional no concluye con la toma de decisiones. Debe ir acompañada y seguida de prácticas de rendición de cuentas y evaluación, en un espíritu de transparencia inspirado en criterios evangélicos. La rendición de cuentas del propio ministerio a la comunidad pertenece a la tradición más antigua, que se remonta a la Iglesia apostólica. El capítulo 11 de los Hechos de los Apóstoles nos ofrece un ejemplo de ello: cuando Pedro regresa a Jerusalén tras haber bautizado a Cornelio, un pagano, y “los creyentes circuncidados le increparon diciendo: '¡Has entrado en casa de hombres incircuncisos y has comido con ellos!” (Hch 11,2- 3). Pedro les responde explicando las razones de sus acciones. 

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